Pájaros

Pájaros
para variar

Tuesday, June 7, 2011

Crónicas

Recuerdos del as de las pistas

Publicado en Toronto Hispano

Cuando yo era un muchacho joven y comencé a ir a mis primeras fiestas no me iba muy bien. Lo que pasa es que era muy flaco y no me vestía muy a la moda. Me ayudaba un poco eso sí tener ojos grandes y el pelo un poco rubio. Pero cuando había que comenzar a bailar mis pocos puntos a favor desaparecían como por encanto. El primer problema que tenía era cómo acercarme a la niña que me gustaba más en el grupo ése que nos estaba mirando a hurtadillas a nosotros, los varones, que teníamos nuestro grupo al lado opuesto del salón. Las muchachas cuchicheaban entre ellas y se reían. Nosotros nos dábamos aires. En ese entonces uno no se aventuraba solo a ninguna fiesta, y todavía faltaba bastante para que aparecieran esos salones de baile especiales para la juventud a los que uno va, paga su entrada, si hay que pagar, y se sienta o se queda parado, tomándose una bebida, una cerveza o un trago más sofisticado y luego se acerca a esa niña que uno está mirando de lejitos y la invita a bailar, así, con toda naturalidad y como si tal cosa. Claro que no todos tenían los mismos problemas míos. Siempre había otros en el grupo que tenían más cancha, eran más entradores, sabían palabrear a las minas.
Mirando retrospectivamente, sorprende que esos hayan sido en general los chicos, o los feos, obligados a desarrollar las dotes de la sociabilidad y la culebra (la conversa) para compensar. En Latinoamérica y en Chile existía, y supongo que todavía existe, el culto a la belleza. Por ejemplo, en esos años había una canción muy popular que pedía la muerte de los feos. Pero el así llamado sexo débil tenía sus propios mecanismos compensatorios. Uno podía ser testimonio de cómo algunas de las niñas más bonitas, que habían nacido mimadas, admiradas y regalonas, no hacían ningún esfuerzo ni en la casa ni en el colegio y se dedicaban nada más que a eso, a ser bonitas y regalonas y a soñar con que llegaba un príncipe de película a desposarlas, pero a veces después, pasaban los años y se tenían que casar apuradas o se quedaban para vestir santos (solteronas), mientras que la niña feíta, la que se había visto obligada a fabricarse un carácter, una personalidad, adquirir conocimientos, de manera persistente y con un trabajo de hormiga, lograba hacerse un lugar y una imagen a veces envidiables, y a veces solía desposarse con el varón más preciado en los salones de baile y las tertulias de las madres. El fruto de esta labor callada y perseverante aparecía de repente ante el público en general, que sin conocer los entretelones, atribuía estos éxitos al destino, situación que ha quedado acuñada en el dicho "la suerte de la fea la bonita la desea".
Pero volviendo al baile, había otras limitaciones. Nosotros vivíamos y nos criábamos en pandillas de barrio, liceos o colegios para hombres, lo que explicaba ese desplazarse en grupos y nuestro intercambio permanente de toda clase de mitos sobre las mujeres, la mayoría falsos, factores todos a los que se sumaba la necesidad de contar con la destreza física y rítmica absolutamente necesaria para ritmos tales como el rock and roll, de nuestra juventud, el tango, de nuestra madurez y la criolla cueca, de nuestras reuniones de exilados, que por siempre y por razones neuromotoras han estado fuera de mi alcance. Pero lo que nunca faltaba en esos bailes o fiestas bailables en cualquier circunstancia y a lo largo de los años era la aparición de un personaje que parecía tenerlo todo, la pinta, el desplante y el ritmo, y que naturalmente no tenía problema en lucirse en la pista de baile primero y de llevarse después a la niña que yo miraba y codiciaba, con la que soñaba, claro que manteniéndome a respetuosa distancia, y que además tocaba la casualidad de que era la mejorcita de la concurrencia. Pero luego de Adamo y su "bailé con chicas que estaban muy bien/ que a uno lo ponen mal", la irrupción muy posterior del gino Travolta el sábado en la noche, y el paso del tiempo, uno se viene a dar cuenta de que nuestra manera de considerar a esas niñas que evolucionaban en la pista de baile en brazos de sus galanes, mientras nosotros nos tomamos un trago tras otro, o fumábamos, se debía a una educación carente de liceos coeducacionales, ni qué hablar de educación sexual.
Además, esas chicas que uno admiraba, por lo general rubias y altas y de ojos azules, eran retoños de nuestras clases altas y medias, en general provenientes de Europa, que junto con su cultura e instituciones nos habían impuesto su ideal de belleza. Pero siguen pasando los años. Una vez trasplantado a este medio de la metrópolis anglosajona con tintes multiculturales se me empezó a dar vuelta el naipe, lo que no es nada de difícil, dada la abundancia de bellezas negras, orientales, caribeñas, hindúes que parecen seres de otro planeta. Y todo esto a raíz de que me cortaron el cable y ya que me quedé sin ver la BBC de Londres, de la que soy asiduo, qué se creen, decidí arrendar Saturday Night Fever para verla por enésima vez y me bajó la nostalgia.





Cerveza y certificados de seguridad

Publicado en La cita trunca


Ahora cuando quieren juntarse conmigo me pueden llamar al celular. En este café en las tardes, y a veces en la noche, me dejan ocupar una mesa. Total, cada cierto tiempo pido algo, un café, cuando todavía es relativamente temprano, o un agua o su tonta cerveza. Además los días que yo vengo nunca está muy lleno. Llegó caminando con pasos livianos. Desde lejos se ve bastante joven, más de lo que realmente es. Hace tiempo que no lo veía. Aunque tiene un par de años más que yo está mejor conservado, debe ser las artes marciales o que se empezó a teñir el pelo cuando se le empezó a poner blanco. No como uno que si se lo pinta de la noche a la mañana todo el mundo se va a dar cuenta, salvo que uno se cambiara de ciudad. Y me contó que en las artes marciales, aikido, taecuondó, taichí, en realidad no sé, se hizo medio amigo de un fulano que trabaja en el gobierno en un puesto de bastante responsabilidad, que estaba tomando esas clases para relajarse aconsejado por su analista. Mi amigo tiene unos ojos profundos, oscuros, medio aterciopelados, esto último porque es bastante corto de vista, la gente tiende a confiar en él, siempre con bastantes malos resultados, porque es bastante bocón. Es decir que le da a la radio bemba, como me han contado que dicen en la República Dominicana. El fulano le contó la polémica al interior de los aparatos de inteligencia—se me olvidó agregar que habían tomado bastante—, sobre los certificados de seguridad. Si a uno lo hacen acreedor a uno, está jodido, te meten para dentro y no puedes hacer nada, ni llamar a nadie, ni siquiera sabes porqué estás en la capacha. Pero a lo que iba. Para dar curso a esa documentación necesitan detener a la gente más o menos con las manos en la masa, o con presunciones de que luego van a estar así. Hay directivas para vigilar a cierta gente, para confeccionar perfiles de personas sospechosas, en fin, se intervienen emails y teléfonos, para qué decir cartas. Pero todavía hay duda sobre qué señas o indicios tener en cuenta. Hasta hace muy poco, y lo que se explica por la mentalidad digamos directa de la gente original en esta cultura desarrollada, vulgo los gringos, empezaron a vigilar en aeropuertos, terminales de buses, malls comerciales, etc. a gente de tez más bien morena, de ojos grandes, oscuros y rasgados, preferentemente de barba y pelo ensortijado. Es decir de tipo árabe. Más de una hurí ultrajada presentó reclamos—,que nunca provocaron acción reparadora o compensadora—,a esas rubias niñas pálidas de las Oficinas de Reclamo, que languidecían detrás de sus escritorios, secretamente consumidas de envidia por el físico de esas panteras de ojos amarillos, que imaginaban llevarían las vidas agitadas y voluptuosas con que ellas fantaseaban antes de dormirse. Hasta que algún talento de las reparticiones que cortan el queso, porque también existe en esos lugares la inteligencia, a veces el genio, se le ocurrió que si las organizaciones terroristas contaban con la información y tenían los medios para volar un par de rascacielos en el corazón de Nueva York, amén de muchas otras cosas dadas o no a conocer al público, no les costaba nada comprar ropa occidental, hacer planchar y teñir el pelo de sus acólitos, recurrir a lentes de contacto, trasplantes de piel y cirugía estética. Como estaban las cosas, la intervención en aeropuertos y otros lugares y la paranoia de algunos pasajeros, estaban alienando aún más a las poderosas comunidades musulmanas de Norteamérica, precisamente lo que se pretendía evitar. Lo que no es raro, y esto es un paréntesis mío, porque a veces en este contexto las políticas salen al verres, es decir que tienen el efecto contrario al que se esperaba. Por ejemplo ahí tienen Irak, donde los soldados gringos están manteniendo en el poder a un gobierno dictatorial chiíta con escuadras de la muerte y todo (sounds familiar), cuando Irán, país vecino, enemigo en la mira e integrante según algunas fuentes fidedignas, de los países ejes del mal, es también chiíta.
Pero bueno. A lo que íbamos. Según me dijo mi amigo que le había dicho su compañero de clase, se iban a empezar a aplicar las nuevas disposiciones: el objetivo de la vigilancia iban a ser desde ahora los rubios (y rubias) de ojos azules, o claros en general, ya que por supuesto los terroristas no iban a estar mandando a través de las aduanas y a los aeropuertos a gente de por sí sospechosa. Lo que cabía sí, y eso se me ocurrió a mí, es que previendo ese cambio de orientación los terroristas iban a empezar a mandar emisarios o agentes que precisamente cuadraran con los estereotipos éticos y culturales mientras los servicios de seguridad se centraban en este nuevo objetivo. Pero que me explaye en estas disquisiciones, por otra parte oídas de segunda mano, no quiere decir que yo esté con uno o con otro lado. Los canutos fundamentalistas de la Casa Blanca y de otra capital norteamericana que no voy a nombrar porque está muy cerca, son igual que los talibanes, pero al revés. A los primeros les gusta que sus mujeres anden mostrando las presas y los segundos las sacan tapadas de la cabeza a los pies. Pero los dos las tienen ahí nomás, aunque los del Occidente no tienen la posibilidad de hacer lo que les gustaría por que justamente viven en el Occidente y se supone que aquí hay derechos humanos, equidad entre los sexos y cosas así, aunque les moleste. Bueno, lo último que me dijo mi amigo es que entre las especificaciones para determinar el perfil de un supuesto terrorista figuraba que el agente tenía que fijarse si la persona en cuestión iba mucho al cine o leía novelas, lo que la descartaría inmediatamente, ya que la gente que andaba viviendo a salto de mata no iba a tener interés en ir a ver o leer sobre vidas ajenas ficticias, tenía harto movimiento y preocupación en la propia.





El secreto de Pedro Armendáriz
A Lou Reeves

Publicado en Letralia y letras.s5.

La madre de Lou vino de México, era muy bajita, dijo, y eso que él debe andar por el metro noventa. La imagen de Lou inclinado sobre el podio traído de México era todo un símbolo. Comentó en el coloquio que Fox habría tenido problemas para usar el podio. Algunos reímos: montado sobre unas rueditas para su fácil transporte, el podio reacciona desplazándose frente a cualquier aumento de presión, para zozobra del presentador de turno que entonces levanta las manos para garantizar la estabilidad del soporte sobre el que descansan sus páginas. Al fin de la sesión me puse a conversar en la puerta con un señor mexicano. Ahí salió a relucir el nombre de un amigo, con quien hice algunas cosas hace más de veinte años. Sus connacionales en Canadá lo consideran un pionero. Muy involucrado en su comunidad, desempeñó puestos directivos en diversas instituciones antes de mudarse a Montreal. Cuando me contó que el renombrado actor tenía un secreto al que atribuía su éxito, lo tomé como otra de sus historias. Uno nunca sabe si está hablando en serio. Alguna vez amenazó con revelarme el secreto, pero como he escrito cosas que me ha dicho, que juraba que eran ciertas, no le presté mucha atención. La llegada del actor a la industria cinematográfica en realidad fue fortuita. Le llamó la atención a un director mexicano en un restaurante cuando estaba recitando el monólogo de Hamlet. Mi amigo me dijo que el secreto no era una combinación de vitaminas, ni una pócima, ni siquiera el jugo de algún cacto alucinógeno usado por los indígenas. Cuando se lo conté a la Zaira me dijo que era evidente que yo no sabía mucho de Pedro Armendáriz, que no había visto nunca sus películas, que él no hubiera necesitado una fórmula mágica para triunfar. Nica dijo que todas las carreras de las celebridades del celuloide empiezan de manera parecida. Los mexicanos son casi tan nacionalistas como los chilenos, pero creo que tienen más razón (digo yo). El señor con que estaba conversando me habló de la comunidad mexicana en esta capital, de su organización, del cambio demográfico de los últimos veinte años; antes eran casi puras mujeres que se casaban con canadienses, ahora hay parejas jóvenes, bastantes profesionales, mucha gente que trabaja en informática, en gran parte en las firmas bajo el alero del TLCAN. Le dije que había notado el aumento e influencia de la comunidad mexicana. Que yo vivía aquí desde hace más de veinte años y nunca había visto nada parecido. Que rivalidades y diferencias de opinión parecen malograr los logros de nuestras comunidades. Le dije que en una breve visita a México había tenido la impresión de que todo estaba por hacer, había sentido a la vez familiaridad y extrañeza. La sensación de algo subyacente que no podría nombrar. Ya se acercaba la hora de la sesión de la tarde, la gente iba a empezar a llegar al coloquio y ese señor tenía que irse. Me dijo que no era la primera vez que escuchaba a alguien referirse en esos términos a su país, que él estaba seguro de que México ocuparía el lugar que le corresponde en el concierto de las naciones. El secreto consistía en aplicar esa manera especial de los mexicanos de mirar la vida, la muerte, el mundo en general, algo que ciertas luminarias de la cultura y el pensamiento nacionales habían logrado, en especial una figura muy querida del celuloide, cuyo éxito a muchos le había parecido inexplicable, pero entonces su mujer detuvo el auto frente a la puerta del local y él se despidió de mí para montar en el vehículo.



Carta al Homo Sapiens con motibo del anio nuevo

Publicado en La cita trunca

Texto enviado a la Redacción por un grupo anónimo cuyo origen no pude trazar, pese a la asistencia de un amigo que es un genio de la computación, En la nota que adjuntaron me dicen haber escogido a La cita trunca “por su apertura de miras i extraordinaria calidad en el maremágnum de las rebistas birtuales”. Este texto fue firmado por una agrupación autodenominada Mutantes en pro de la interbención


A pocas oras de la incepción de otro anio institucional no emos querido dejar pasar la oportunidad de anunciar nuestra existencia a nuestros primos primates. Situados un peldanio más arriba en eso que ustedes llaman ‘la escala ebolutiba’, parte de nosotros, que en lenguaje de ustedes sería una tendencia o fracción ‘interbencionista’ se dirige a ustedes en un llamado (emitido sin embargo desde un pesimismo básico) para ebitar que sigan el camino de sus primos los Neardental, el Ombre de Pekín, el Gigantopitecus i tantos, tantos otros.
Entonces, esta nota refiere más bien a la necesidad de la erradicación de modo(s) de bida, prácticas i maneras de concebir la realidad del Omo Scinditus, como preferimos denominaros. En esta última categoría (sin embargo básica ia que fundamenta las espúreas prácticas de la subespecie), están buestras famosas dicotomías, entre otras cuerpo bersus alma, materia i espíritu, sujeto/objeto, armas i letras, tiempo i espacio, cielo e infierno, ombre i mujer, ombre i mundo, cultura i bida, sentimientos bersus razón, etc, etc, etc. En general esas concepciones asumen una ‘encarnación’ diferente según el contexto socio geográfico i las determinantes infraestructurales i/o genéticas, pero en general se conciben como ‘opuestos’, instalando en los modos básicos de aprensión de la realidad i subsecuente conducta del Omo Scinditus un antagonismo de base auto i étero destructibo. Claro está que esta subespecie es altamente sofisticada i no faltan en sus concepciones los términos medios, llámese síntesis, TAO etc., pero que carecen de la concreción de los opuestos que en teoría resolberían unificando. Pero no bamos a cansaros en esta ocasión para bosotros festiba. Baste traer a colación algunos ejemplos: la idea del progreso como domesticación i aprobechamiento de recursos para lo que ustedes llaman ‘el bien común’ (The Common Good) se be contradicha por la práctica de expoliación de la naturaleza hasta su ebentual agotamiento i la explotación de otros umanos: los casos de fábricas de trabajo esclabo, el tráfico de los mismos a trabés de continentes i el cultibo de órganos de transplante en ninios, son tan frecuentes como las guerras por recursos que se irán multiplicando. Otro ejemplo tan manido como ebidente sería el empobrecimiento ambiental, o el dominio indirecto del material genético a trabés del control i sumisión de la embra del Omo Scinditus instaurado abierta o mediatamente por las así llamadas religiones del libro deribadas de la Biblia, etc., etc., etc., Pero no bamos a fatigar buestro entendimiento (buestra inteligencia es innegable, ése no es EL PROBLEMA), entonces pasamos a citar fragmentos de un poema de ese insigne poeta, T.S. Eliot, que expresa adecuadamente este estado de cosas en un poema que paradojalmente o no tanto termina con el fin del mundo

Entre la idea
I la realidad
Entre los actos
I el ademán
Cae la sombra

Entre el concepto
I la creación
Entre la emoción
I la respuesta
Cae la sombra

Entre el deseo
I el espasmo
Entre la potencia
I la existencia
Entre la esencia
I el descenso
Cae la sombra

El echo de que esta página es frecuentada por bastantes poetas nos a inclinado por este ejemplo. No, Eliot no era mutante, pero tampoco era tonto. I esa dicotomía es un ejemplo. Podríamos citar otra que quizás sea incluso más radical i contribuia a la casi fatalidad de estos resultados: la oposición entre sujeto i objeto, espectador i espectáculo, fatalidad del conocimiento que enfrenta al Omo Scinditus con el mundo alternatibo de la representación como el paraíso del significado i el sentido al que sólo accede a medias i a beces desde este balle de lágrimas que luego intenta ia sea remodelar o destruir en pos de ese paraíso entrebisto que se desprende de la totalidad de ese espectáculo tan permanente como balioso que se opone al bacío i la opacidad del mundo. Pero creo ber cómo se cierran buestros ojos, cómo se insinúa en bostezo en buestras a beces tan proporcionadas facciones
En resumen, nosotros los Mutantes Interbensionistas no creemos imprescindible que: el Omo Scinditus deba desaparecer (boluntaria o inboluntariamente) para salbar nuestro ábitat común, el Planeta Tierra, repitiendo el ciclo de los omínidos i preomínidos que precedieron al Cro Magnón. Tampoco pensamos que aunque como subspecie (todabía no nos emos asignado un nombre a la bez brebe, descriptibo i no desprobisto de belleza), podamos sobrebibir i propagarnos en este medio ambiente más i más enrarecido, aia por eso dejar que al Omo Scinditus se extinga “cuesta abajo en su rodada” como dice el tango. No. La reeducación i regulación a nibel mundial les ofrece a nuestros primos la chance de la supervivencia: en una instancia única en la istoria de los omínidos, la subespecie progenitora i su primogénito superior se darían la mano salbando el abismo de los genes. El Omo Scinditus comparte con otros mamíferos, como por ejemplo los conejos, la capacidad para la febril reproducción, parte del estado de cosas que ha probocado la necesidad de nuestra interbención. Nosotros estamos libres de esa lacra, pero no descartamos totalmente la idea de producir una especie de raza de íbridos a trabés del comercio sexual con las embras del Omo Scinditus, que básicamente son como nuestra companieras, aunque me atrebería a decir no alcanzan su perfección

31 de diciembre del anioo nuebo conbencional
Algún día del solsticio de inbierno del anio solar nobentaiuno



Plantón en Monterrey

Publicado en Los Tubos, Fortín Mapocho, AzulArte y El alba volante

Un plantón vendría a ser una mezcla entre un ‘sit in’ y una toma. No es exactamente la acepción que le damos nosotros en Chile como cuando decimos “me pegué un plantón de media hora esperando el bus”. En Monterrey tuvimos un plantón del 4 al 6 de octubre con autores venidos (casi) de los Cuatro Puntos del Globo, aunque en general latinoamericanos, que nos congregamos en torno a Ryszard Kapuscinski, recientemente fallecido, que fue el centro de una exploración vasta y de algún modo profunda y diversificada de los problemas más álgidos de estos tiempos de guerras de baja y alta intensidad que mezclan la religión, el neocolonialismo, la lucha de clases, la expansión económica, el control de los recursos naturales. Conflictos que en ponencias, testimonios, entrada en blogs, artículos periodísticos, escenas teatrales, prosa, poesía, miniensayo y textos intergenéricos levantaron cabeza en este congreso convocado por el Consejo para la Cultura y las Artes de Nuevo León (CONARTE) y titulado XII Encuentro Internacional de Escritores. La Guerra y la Paz en Literatura. Homenaje a Ryszard Kapuscinski. La figura de este autor polaco situado en la encrucijada del periodismo y la literatura, su objetividad informativa, su compromiso con la o las humanidades, sobre todo con la más desposeída, son patentes para Luis Sepúlveda, notable escritor chileno, que comenta en un artículo redactado para el libro Ryszard Kapuscinski Reportero del Siglo: “Lo que más admiraba de sus trabajos era su tomar partido, porque en el periodismo la neutralidad no existe, y a partir de ahí su insistente ética que nunca consideró ‘carne de noticia’ a los protagonistas de todas las guerras civiles, guerras inducidas por el primer mundo”, y añade que “Ryszard Kapuscinski escribió día a día la historia de los de abajo, la historia de la carne de cañón condenada a no tener memoria pues todas las tragedias serían descafeinadas por la historia oficial”.
A diferencia de muchos congresos de escritores, en éste las intervenciones literarias siempre tuvieron un referente histórico social muchas veces implícito que en lugar de menoscabarlas las enriquecían.. Este encuentro se llevó a cabo en el vasto espacio arquitectural y de jardines de la Macroplaza de Monterrey, que combina hoteles con museos y áreas de uso público. Desde un ventanal de la sala del museo en que se desarrollaron algunas sesiones podíamos ver a cientos de parejas que bailaban bajo una gran glorieta al compás de música bailable gentileza de la municipalidad,como todos los jueves en la tarde. La ciudad de Monterrey está convertida ahora en capital mundial de la cultura y el pensamiento ya que es sede de la segunda edición del Forum Universal de las Culturas.
Según Zaira Espinosa—joven escritora becaria y editora responsable de la revista Posdata, que dirige el poeta José Jaime Ruiz—esta es la segunda ciudad más cara del país después de Cancún y en ella vive alguna de la gente más rica del continente. Monterrey es una ciudad pujante de más de 4 millones, el tercer centro urbano de México, me dicen, con una industria floreciente y divida en dos sectores económicos por un río de mermado caudal. Otros presentes en la sobremesa la describen como la “antesala de Estados Unidos”. La pareja me pone al tanto de las políticas culturales del estado de Nuevo León, me dicen que no tienen problemas para gestionar apoyo de la empresa privada para su revista y que ahí se considera a los escritores —me imagino que en todo el país—como trabajadores socialmente necesarios, lo que los hace acreedores a estructuras de becas y financiamientos que me parecen un sueño de una noche de verano, no tan sólo en Canadá, sino en el Chile globalizante globalizado que ensaya desde hace algunos años esquemas de financiamiento a la cultura y la literatura con bastante controversia. Los escritores mexicanos tienen la posibilidad de influir en las decisiones de los organismos como CONARTE y fue gracias a Zaira y al intermedio de un alto dirigente gremial de los escritores de Nuevo León que pude participar en este sustancioso evento, excelentemente organizado y que nos trató por varios días con guante blanco exponiéndonos a cumbres culinarias y etílicas mexicanas, incluyendo un cabrito asado que no había degustado por más de treinta años y que me hizo brotar lágrimas de los ojos.
Quizás sea el componente populista de las instituciones mexicanas brotada de su revolución—que en su momento fue popular—lo que ha evolucionado hacia este otro conflicto latente que acechó este doceavo congreso para mostrar sus garritas de vez en cuando. Esa lucha social aveces soterrada que vive México, ese conflicto en cámara lenta que esperamos se solucione por una revolución institucional y no se acelere o intensifique para dar el salto cualitativo que lo transforme en una de esas guerras que documentó y recreó Kapuscinski. Los mexicanos esperan para 2010 el cambio que la tradición dice arrebata al país cada 100 años. El candidato de la izquierda mexicana sacó en 2006 mayor porcentaje de votos que los que sacó Allende en las elecciones
chilenas de 1970.
La izquierda mexicana, al menos como la percibo, me parece en general post guerra fría y carente del estalinismo filoeuropeo y rígido, del socialismo electoralista del arreglín, el pituto y el cuoteo, que a veces empañaron el proceso chileno. Un vuelco hacia la izquierda en México tendría una enorme influencia en el continente, mucho más que los devaneos neoliberales chilenos o las políticas domésticas e internacionales que en los últimos años ha asumido Canadá, en uno de los períodos más reaccionarios de su historia. Lo que fue tema de conversación con esa bella mujer norteamericana de 80 años, Sayre Sheldon, mientras tomábamos desayuno en un hotel en el que los organizadores nos habían alojado a cuerpo de rey.
Conversamos sobre cómo la imagen de Estados Unidos y Canadá que maneja el público es obsoleta, ya que una organización progresista y antibelicista como Move On en Estados Unidos tiene más de 3,3 millones de miembros—lo que dada la población de Canadá equivaldría a 330.000 y la de Chile a 165 mil, lo que es un sueño. Que las guerras en Irak y Afganistán en Estados Unidos tienen un 25% de apoyo del público, frente al casi 50% en Canadá para la guerra en Afganistán, y que los movimientos antiglobalización y sus teóricos, como Chomsky, viven en Estados Unidos. Pero además tuve la suerte de platicar unas horas en el aeropuerto de Monterrey y luego viajar en avión hasta Atlanta con la traductora al español de Kapuscinski, Ágata Orzeszek, que había cerrado el congreso con su charla “Un par de botas o el sentido de la guerra”, donde mostró una gran penetración en lo más recóndito de la estimativa del periodista polaco, y su humanismo. Y ahora escribo esta nota luego de una noche agitada de sueños con zapatos perdidos y vagos interrogatorios institucionales—¿policiales, aduaneros?


¿De qué exilio me habla?

Publicado en Letras.s5.com, Eco Latino, Escritores.cl y Panorama cultural

Una gran parte de los escritores latinoamericanos en Canadá son producto del exilio. Hace una década, eran la gran mayoría. Pero últimamente parece que hay nuevas plumas y voces, nuevos inmigrantes, estudiantes, el ocasional miembro del cuerpo diplomático.
Pero el tono de esta escritura sigue siendo el mismo, predominan los temas de la relación con el nuevo entorno social y cultural, la solidaridad o el compromiso, la denuncia de la situación en países de la región de origen, la parodia ácida o humorística de esta sociedad de consumo y de la que se dejó. Y la nostalgia, ésa sí que está siempre presente, y ha sido el tema fundamental de la literatura y la vida del transplantado, llámese refugiado político o inmigrante económico. “Canta mendigo errante, cantos de tu niñez, ya que nunca tu patria, volverás a ver “, decía esa canción que entonaban nuestros padres y abuelos.
Cuando recién llegamos aquí el teléfono a larga distancia era caro, un lujo que podía uno permitirse de vez en cuando, el único medio de comunicación era el correo postal, bastante demoroso. Según las circunstancias y preferencias, uno se sacaba fotografías con fondo de nieve, de auto nuevo, de mesa bien avituallada, con rubia del brazo, con toga y birrete de graduado y las mandaba por correo. Los precios del viaje aéreo eran prohibitivos. La carta y la llamada telefónica nunca alcanzaban a darle concreción suficiente a lo que se contaba, faltaban detalles, las noticias del país de uno rara vez llegaban a los periódicos o los canales de televisión de aquí. Así, iba construyendo un país basado en la nostalgia.En esos años escribí el poema Niños y aviones, con el que abuso de su paciencia y a la vez ejemplifico lo anterior:

Los aviones cruzarán el cielo de estas vastas ciudades
y les diremos a los niños
que preguntan con la mano levantada
que van a Chile
Mientras aprenden un castellano con acento
que se habla entre las cuatro paredes de la casa
y se inventa un país con geografía de sueño.


En la última década han cambiado las cosas. O a lo mejor se ha hecho patente algo que venía gestándose, que nos llega a caballo de la así llamada globalización. El mundo está mucho más interconectado. Mucha más gente viaja más menudo y por precios bastante más módicos en relación a tiempos pasados. Surge la bendita tarjeta de llamadas telefónicas, sin uno habla con Chile, por diez dólares uno puede hablar como dos horas, por lo menos unas veinte veces más barato que la llamada internacional común. Una joven poetisa mexicana que vivió en Ottawa hasta hace poco llamaba a su mamá todos los días y no es que ganara un dineral. El internet proporciona una manera fácil de comunicarse con familiares y gente en el país de uno, y en algunos países de América Latina se hace más y más accesible y barata. El año pasado, durante una gira de lecturas en Chile me sorprendió ver que a la salida del terminal de buses interprovinciales de un pueblo del sur, no una oficina de correos, ni de la compañía de teléfonos, sino un café internet, y que la gente local parecía muy a sus anchas con el precio y uso de esa tecnología. Si a esto se le suma la televisión vía satélite, se puede dar el caso de que haya personas provenientes de América Latina que ven habitualmente la televisión de sus países de origen y que leen sus diarios. Antes uno se iba al consulado o la embajada de su país a leer los diarios por lo menos con una semana de atraso y en edición dominical, eso, si el clima político lo permitía. Hay personas, y yo conozco una que no voy a nombrar, que trabajan y hacen las compras en Canadá, pero que lee los diarios de Santiago en Internet y ve solamente televisión chilena. No tiene idea de lo que pasa en Canadá. La gente sigue los campeonatos de fútbol nacionales y regionales, ve a los artistas populares y se abanderiza con las diferentes alternativas políticas de su terruño. El escritor hispano, le guste o no, se sube al carro de esta nueva realidad tecnológica y se reconecta con la literatura y la política de su país, venciendo muchas veces la reticencia de los autores que no se fueron a los exilios, que soportaron en muchos casos dictadura o momentos difíciles, y que ahora, quizás con algo de razón, miran de soslayo a estos aparecidos que muchas veces despiertan memorias desagradables o traen productos literarios difíciles de asimilar e incluso de clasificar. Pero quizás surjan algunos interrogantes, en lo que respecta específicamente a los autores hispanocanadienses. ¿Hasta dónde es posible la reintegración a las diferentes literaturas hispánicas nacionales?—eso dependerá en general de la aceptación de sus colegas y críticos y del espacio que haya disponible para estos autores en el país de origen. En el caso chileno, por ejemplo, para ingresar con libro publicado en forma comercial, lo que todavía tiene más jerarquía que la mera publicación virtual en internet, hay que haber logrado notoriedad afuera, lo que han logrado autores como Ariel Dorfmann, Antonio Skarmeta, Isabel Allende (a la que sin embargo no han concedido en Chile el premio nacional de literatura), Luis Sepúlveda y recientemente Roberto Bolaño. Lo otro, ¿En qué medida esa canalización hacia el país o la región de origen va a dificultar el ya literatura), Luis Sepúlveda y recientemente Roberto Bolaño. Lo otro, ¿En qué medida esa canalización hacia el país o la región de origen va a dificultar el ya difícil y problemático ejercicio literario y la inserción del escritor hispánico en el país anfitrión?.
En algún momento, lo más interesante de la literatura del exilio o inmigrante fue la fusión de culturas y estilos, incluso de lenguaje, como lo que sucedió con los autores mexicanos en Estados Unidos. Quizás eso se va a perder si los autores trabajan exclusivamente en el circuito hispánico posibilitado en gran medida por la nueva tecnología virtual. Por último, quizás dentro de poco, cuando se de la posibilidad de vivir en un mundo en términos de la vida cotidiana concreta y en otro cuando se trate de la vida creativa, política, cultural, en otras palabras ‘espiritual’, el fantasma de la alineación adoptará una nueva máscara. La persona ya no estará alienada respecto a la cultura y el medio que dejó atrás, o sufrirá la alineación común a la vida en la sociedad desarrollada unidimensional (término de Marcusse), sino que además la brotada del hecho de vivir concretamente todos los días en una parte y tener la cabeza en otra. Por otro lado, nunca se podrá realmente vivir en términos materiales en ese mundo virtual. Pero las cosas han cambiado. Quizás la tercera pregunta que habría que hacerle al primer latinoamericano que nos lance a la cara la palabra exilio sería ¿Y de qué exilio me habla?.


Atando cabos
Encuentro de Poetas de la Región XIV (Chile, 2005)

Publicado en Letras.s5.com y Escritores.cl

En los últimos años he tenido la gran suerte de participar en dos eventos que me han llevado de alguna manera a recontactarme con la poesía y los poetas de Chile, y según parece que en algún sentido aún formo parte de los mismos. La primera ocasión me la proporcionó Trazando Chile, que organiza el poeta chileno residente en Canadá, Elías Letelier, y que me llevó a la lectura ante públicos en Santiago, Concepción, Osorno, Lota, Coronel y Puerto Montt, y a la convivencia con la gente y los poetas. La segunda ocasión acaba de terminar en estos días. Se trata del evento Neruda nos reúne, iniciativa de los poetas José María Memet y Raúl Zurita, que pretendía reunir en Chile a 26 poetas chilenos repartidos por el mundo de los que sólo llegó el significativo número de 12.
En estas jornadas los invitados tuvimos la impresionante experiencia de leer en un recital multitudinario y vespertino, teniendo como telón de fondo a la Moneda. Temblando como un azogado, pero afortunadamente sin que me fallara la voz, pude leer mi poema Kale Borroka, que significa Lucha callejera en vasco, y que en 2003 había leído en Roma, en el Foro Internacional de Roma, cuyo lema era que ‘Otro mundo es posible, urgente y necesario’. Porque algunos versos de este poema menciona a

... jóvenes
Que abarcan amplios horizontes
en las tareas del crecimiento
Cuya maduración exige la utopía

Palabra ésta que nos vincula a esa instancia emotiva, ya que leíamos los 12 en la Plaza de la Constitución frente a la mirada broncínea de la estatua de Salvador Allende, y en presencia de la utopía insita en este proyecto, que implica un Chile que recupera sus voces dispersas y que integra las diversas perspectivas de sus poetas a su imagen y proyecto nacionales. Como uno de los participantes indicara, éste era a la vez de alguna manera un encuentro internacional, ya que había gente que reside en ocho países y cuya estadía en los mismos de alguna manera había dejado huella en su poesía. Pero en lo que respecta a la acogida del país nos equivocamos. Quizás si se tratara de una reunión de modelos, deportistas o empresarios chilenos de la región XIV —como se denomina genéricamente a los chilenos residentes en el extranjero— la cosa hubiera sido distinta. Pero por otro lado la gente metida en el asunto de la poesía sí que demostró interés. A las diversas actividades y recepciones de este encuentro se dieron cita poetas como Gonzalo Millán, José Ángel Cuevas, Heddy Navarro, Verónica Zondek, Sergio Badilla, Carmen Berenguer, Hernán Miranda, David Valjalo, Naín Nómez, Juan Cameron y Sergio Mansilla, entre otros. Lo que pasa es que la poesía no es nunca un asunto de mucho interés público, excepto que alcance ribetes institucionales destacados, como un centenario o una muerte de famosos. En Chile otros asuntos convocan la atención: reiterados femicidios —en un crimen ‘americano’: un fulano técnico de algo mata a la señora y los cabros chicos en un arranque de celos—; la catástrofe del sunami a cuyos faldones Chile, con una víctima, se aferra en busca de la identidad ubicua que viene de los medios, lo que llega a provocar histeria colectiva en el sur. El acontecimiento institucional más importante desde la caída de la dictadura de Pinochet se perfila en el horizonte. La candidata presidencial (ojalá Michelle Bachelet) se verá enfrentada no tan sólo a una coalición política o un programa, sino al ubicuo machismo del Caballero chileno que de seguro habrá de encontrar acomodo entre los pliegues de la capa del abanderado del neofascismo chileno. Y que los poetas tomemos el acuerdo de no publicar machistas confesos, no invitarlos a leer ni pagarles trago.
Y entonces no hay que pedirles peras al olmo. Inexplicablemente no hubo acogida para este proyecto en las instancias de financiamiento de la cultura, pero hay que recordar que son organismos nuevos, un poco río revuelto para variopintos pescadores, cuyas prácticas de asignación crearían problemas a los adjudicadores, por ejemplo en Canadá, uno de los países modelo del sistema. Debía haber terciado más el estado, los fondos para iniciativas como ésta podrían venir de la aplicación de impuestos universales progresivos en relación a los ingresos, aranceles decentes a exportaciones e importaciones, contribuciones ‘voluntarias’ de las universidades privadas a un fondo destinado a la educación, parte del dinero del culto que cobra la iglesia católica, etc.
Pero yendo a lo concreto y enriquecedor, nos juntamos aquí desde la Escuela de Santiago (el infrascrito), hasta poetas sureños que viven en las entrañas del Monstruo, pasando por ex rojinegros de Suecia, poetas venidos de la Alemania brumosa, la acogedora México, la inalcanzable París, el Perú vecino e ignoto y la madre patria; pusimos pie en la casa de Nicanor Parra, erecto como un roble poético, emitiendo poesía en cada frase pronunciada y anécdota recordada, rodeado de sus antipoemas instalaciones; leímos en la casa museo de Pablo Neruda en Valparaíso, y culminamos a mi parecer en La Calera, como la actividad más destacada hasta la fecha en un nuevo centro cultural, la ex estación de ferrocarriles del estado, a la vez museo y testimonio de la ebullición juvenil de esa ciudad en transición, donde un grupo local de jóvenes poetas efectuó una destacada performance y una poetisa de veintitrés años y revoloteante como una mariposa nos manifestó sus deseos de leer junto a nosotros, pero ya éramos muchos, aunque hubiera sido interesante escucharla además de verla, así como a esos jóvenes entusiastas pero observadores y parcos, a quienes no parece escapárseles una y que de alguna manera se hicieron presente a lo largo de esta serie de actividades. Y puede que ese interés de leer con nosotros no correspondiera a una lectura junto a poetas con variado nivel de reconocimiento, sino con gente que llega del extranjero, lo que siempre es interesante, sobre todo para los jóvenes, que en realidad parecen un poco aplastados por una institución literaria que abarca a las universidades, pasando por la las editoriales y la crítica, monolítica en la pluralidad de sus diversos grupos de interés, a la que no se llega mediante la disención ni las posiciones alternativas. Parece haber a veces un deseo casi mórbido de reconocimiento de los jóvenes poetas por parte de sus mayores, lo que no está mal pero no hay que echarse a morir tampoco. Por ejemplo lo que yo hago a lo más ha sido controvertido y en general se ha mantenido marginal. Nunca he publicado un libro comercial en una editorial mainstream (y espero que ésta no sea la ocasión de hacerlo), y creo que mi poesía es un poco como tirar piedras en despoblado, tanto en el hemisferio austral como en el boreal.
Pero en fin ahí se eleva entre el smog que cubre Santiago el pájaro de este evento, impulsado por sus alas de papel, entre los coros y lamentaciones
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Cuando nos pasamos a la ciudad del lado
A Elías Letelier

Publicado en Retrato de una nube, Primera antología del cuento hispano canadiense, 2008, Letras.s5.com y Escritores.cl

Mientras estuvimos en París, no tuvimos ningún problema para ubicar las estaciones del Metro, nos bastaba un segundo para orientarnos en el mapa,aunque al comienzo yo andaba un poco preocupado, para variar, por algo dicen que yo soy el poeta chileno más paranoico. Pero otra que paranoico, diría alguien en la Otra Banda (así le decimos los chilenos a la Argentina). Desde que me puse (o me volví a poner) una camiseta con unas pocas rayitas rojas, algunos portales literarios en Chile ya no aceptan mis trabajos. Y en eso iba cavilando, o conversando, con alguna gente que también había estado en el acto, — salíamos del cementerio Père Lachaise a tomar el metro—, cuando nuestro guía decidió que tenía hambre y se dispuso a entrar a un restaurante que se veía bastante bueno, a instancias de un abogado venido justamente de Argentina, que no quería volver a Buenos Aires sin haber probado la comida francesa. Como soy contreras (a veces basta que se diga algo para que yo asuma la posición contraria), dije que para los que veníamos de Canadá no era ninguna novedad la comida francesa y conminé al entusiasta argentino a encontrar riñones en el menú, los que no aparecieron. Después de esa victoria fácil, pero bastante mermados por los que desertaron a comer y sin el guía, seguimos hacia la próxima estación del metro, cuya organización y claridad en la Ciudad Luz son proverbiales.
Conversábamos parados, dos con acento chileno y uno con acento español, tratando de hacernos oír sobre el barullo del metro, los gringos piensan que hablamos a gritos y todos al mismo tiempo. Una muchacha árabe sentada, de traje de mezclilla y ojos dorados, nos miraba socarronamente, con insistencia, y se sonreía sin bajar la vista. Cuando nos bajamos en la estación Jean Jaurès el poeta español o mejor andaluz, como se define él, me dijo “¿te fijaste cómo esa niña tan guapa nos miraba y se reía de nosotros?”. Porque incluso a él, no aclimatado como nosotros al norte boreal, anglo y protestante, eso le había parecido fuera de lo común. Pero a medida que avanzábamos empezamos a percibir algunas diferencias, nos fuimos dando de cuenta de a poco, y al comienzo sin querer creer. La calle se veía más ancha, menos venida a menos, había algunos signos de opulencia y un cambio en la composición étnica y cultural, si bien la presencia árabe, turca griega, sobre todo en los negocios y restaurantes seguía siendo evidente. Y pasamos frente al número que correspondía exactamente al teatro en que se había estado desarrollando el congreso a que habíamos venido, pero había una boutique recién inaugurada, ofreciendo en varios idiomas gangas y llena de arreglos florales que se desbordaban en la vereda.
Pero no había duda. Leímos otra vez el letrero. Era la calle Jean Jaurès. Nos paramos después de avanzar unas cuadras desconcertados, aunque hubiéramos preferido decir “perdidos”, pero cuando uno se pierde en una ciudad poco familiar y luego encuentra la calle y la numeración, uno empieza a reconocer los detalles familiares, uno respira con alivio y a partir de ahí todo anda como sobre ruedas. No en este caso.Deliberamos y decidimos avanzar un poco más, hasta otra estación de metro y ahí nos paramos de nuevo, la racionalidad francesa había delineado un mapa para tontos, y no había duda, estábamos donde estábamos y a esas alturas hasta el optimista poeta español guardaba silencio. Caminamos otro poco, o bastante, debatiendo a ratos la posibilidad de que hubiera otro barrio, otra calle Jean Jaurès, con el teatro rebosante, la gente que salpicaba el frontis en grupitos, fumando. Pero los mapas eran muy claros y la gente en los negocios, hasta uno de los escasos policías, nos negaba rotundamente que hubiera otra calle Jean Jaurès, nos miraba como si estuviéramos locos y decidía que se trataba de otro grupito de turistas perdidos, cuyo nivel de manejo del francés hacía inútil cualquier intento de explicación. Se estaba haciendo tarde y teníamos hambre. Al pasar frente a una boulangerie no pude más y compré un éclair au chocolat. Pude comprobar que la moneda era la misma. Pero no era cosa de meterse a comer en cualquier boliche, ya se estaba oscureciendo y lo mejor sería comer tranquilos, en territorio conocido, cerca del hotel que nos albergaba. Medio en broma le dije en un aparte al otro poeta chileno—el español había juntado coraje y entrado en un café para usar el toilette— que después de todo si aquí también corría el euro, nos podríamos arreglar por ahí los tres en algún hotel barato para pasar la noche, y luego averiguar si aquí había consulados o embajadas de nuestros países, y si existíamos como ciudadanos, si nuestros pasaportes eran válidos, incluso podíamos vivir en alguna institución mientras nos asentábamos; que a lo mejor estábamos en el infierno y esa búsqueda y estar perdidos era la condena; medio en broma medio en serio le sugerí que a lo mejor durante la ceremonia conmemorativa de los mártires revolucionarios turcos y la Comuna de París en el Père Lachaise, unos agentes del Otro Lado nos habían tirado una bomba y estábamos muertos.
Sólo me miró sin contestarme, mientras el poeta español que estaba de vuelta nos iba llevando a ambos de los codos, testarudo el andaluz, nos hacía bajar las gradas de otra estación del metro en otro intento fútil de salir del círculo vicioso de vueltas y revueltas y llegar a la ciudad (de las luces) original.
Y parece que tuvo éxito.



Con Cantaliso y Pepe por las poblaciones de los sesenta

Publicado en Letras.s5.com


Las décadas se acumulan, cambia la apariencia de las ciudades y muchos, como pájaros con maletas nos vinimos o nos vinieron a estas latitudes. Otros latinoamericanos han llegado y siguen llegando en circunstancias parecidas. Pero lo que nos trajo perdura. El interés de escritores, poetas, folcloristas, pintores, etc., por las circunstancias concretas de la vida de la gente sigue siendo inalterable. Es que si algo hermana a los buenos y malos artistas es la empatía. La pura comprensión no siempre nos lleva a preocuparnos de la manera cómo se las están arreglando nuestros semejantes.
Pero una cierta identificación con el otro, el prójimo, es lo que hace que los poetas se lo hayan pasado en las barricadas de los rebeldes y los pobres casi desde que el mundo es mundo. En ellos la empatía se suma al entendimiento. Como el quehacer artístico es ante todo una práctica, cuyo producto es la obra de arte, no es extraño que esta solidaridad con el prójimo se convierta en el artista en labor social, política, incluso revolucionaria o rebelde. Casi siempre que uno se encuentra con un prosista o poeta que manifiesta despreocupación frente a las circunstancias en que viven sus semejantes, va a resultar que es un escritor dominical, o alguien que ejercita la escritura por razones espúreas, para suplir una carencia, o porque tiene una hachita que afilar o sangre en el ojo. Lo que por otro lado puede ser lo que de origen a veces a una gran obra de arte, no hay que ser absolutista.Lo que pasa es que dentro de una semana tengo que leer poemas de Guillén en un evento local, esta vez el Son Número 6 y no el José Ramón Cantaliso “José Ramón Cantaliso,/canta liso, canta liso/José Ramón” , que a veces leíamos a varias voces entonces jóvenes, recién encaramados en la pisadera de los 20, en las poblaciones del Gran Santiago con José Ángel Cuevas (Pepe Jara); Daniel Vilches, Dagoberto Espinosa, los hermanos Valenzuela, Lucho y Tommy, Cayo Evans (que en paz descanse), Jaime Alselmo Silva, que alguna vez se asomó por un tiempo a este enorme y lejano país, Enrique Castillo (Cabecita), Bernardo Araya, Pablo Guíñez, Pablo Humeres y seguramente se nos olvidan algunos. Se trataba del Grupo América que a partir de 1967 y por un par de años a lo sumo llevó no tan sólo la poesía, la nuestra naciente y la de otros, sino también la música a diversas barriadas pobres o miserables de la periferia de Santiago del Nuevo Extremo, que todavía existen y que me dicen que hasta se han multiplicado, pese a la ligera manito de gato de la globalización y de la abundancia de antenas de televisión. Pero si bien en el fondo lo que hacíamos era arte comprometido, no se trataba de escribir de acuerdo a fórmulas ni de panfletos, sino de compartir incluso nuestros poemas más abstrusos con los pobladores y a su vez escuchar sus manifestaciones culturales literarias y musicales. Desde ese entonces personalmente me quedó claro que hay que abandonar todo paternalismo, que no hay sectores privilegiados, que si bien no todo el arte está al alcance de todo el mundo, esa línea divisoria no coincide con la proveniencia de clase.
En esas actividades contábamos ocasionalmente con grupos e intérpretes musicales que en unos pocos años iban a ser famosos, como Quilapayún (no estoy seguro si se llamaban así por ese entonces) y Pato Castillo. Luego de unos años, y bajo el gobierno popular de Allende y durante la campaña presidencial que lo llevó al poder, ese tipo de actividad hacia los sectores así llamados marginales iba a alcanzar dimensiones nacionales.
José Ángel Cuevas dice sobre el Grupo América en un libro de la crítica Soledad Bianchi sobre la poesía de los sesenta en Chile, que: “había unas ganas muy grandes de meterse con las poblaciones, con la sociedad, en la lucha”...luego refiere que “...hacíamos recitales en las poblaciones, recitales grandes. Juntábamos hasta cuatrocientas personas, doscientas, trescientas. También llevábamos gente que explicara problemas del momento, y ahí mismo fueron naciendo poetas, guitarristas, en las mismas poblaciones”.Junto a esto estaba también el elemento bohemio, quizás de una bohemia pobre, vagabunda, pero con los ojos muy en alto. Según Jaime Anselmo Silva, en el mismo libro de entrevistas de la Bianchi, “Era algo bastante vital, hacíamos mucha vida nocturna y éramos personas que no llevábamos un desempeño estudiantil muy próspero, no éramos los mejores alumnos sino que, en ese tiempo, nos dedicábamos a conocer de la vida”. En los Cuadernos del Grupo América, modesta publicación que tuvo una vida efímera, el grupo se presenta: “Más que el académico, en nuestros cinco meses de vida, escogimos el camino de la acción, que fue semilla en el fértil terreno de las poblaciones obreras”. Yo tengo por ahí un ejemplar, que llevaba por subtítulo, ‘revista bimensual’, debiéramos haber dicho bimestral, para ahorrarnos las pullas de los que decían ‘revista bimenstrual’. Los tiempos han cambiado, pero no tanto, aunque “nosotros los de entonces/ya no somos los mismos”, como decía el vate. Pero en una de estas, y muy adentro, a lo mejor seguimos en la parada. El estado de cosas sigue siendo más o menos el mismo. Nos sentamos en estos cafés más nuevos, con más metal y cristal, enfrentando edificios altísimos y de apariencia sólida y a la vez etérea que brotan de la noche a la mañana, a la espera de esos otros jóvenes que a veces creemos ver entreverados en la multitud, esperando poderles pasar una antorcha que ya casi nos está quemando los dedos.




Poetas y poesía
Publicado en patriciagomezpoesia.com y www.letras.s5.com

Empecé a escribir como a los dieciséis años. Es frecuente escuchar que casi todo el mundo ha escrito poemas en algún momento de su vida, en general en la adolescencia o la temprana juventud y bajo las intensas y deliciosas presiones afectivas y metabólicas del primer amor. Eso pasa sobre todo en Chile. Ya en mi primer libro afirmo que “los chilenos somos poetas”. En el último, 23 años más tarde, escribí “Cuántos jóvenes poetas quedaron atrapados en el Canto como en una implacable telaraña. En Chile salen poetas de debajo de las piedras”. Lo que es la pura verdad. De ahí, quisiéramos creer, vienen los altos estándares y la abundancia de la poesía chilena. O venían.
Aunque muchos en los tiempos que corren a lo mejor se quedan sólo con lo de la abundancia. Por otro lado, muchas personas piensan y dicen “todos somos poetas”, porque “todos sentimos” más o menos de la misma manera, salvo la notable minoría de los psicópatas, que como se sabe carecen de empatía humana. Entonces, en el caso de algunos el argumento se estira y tuerce para seguir, “si todos somos poetas, todos tenemos el mismo derecho a expresarnos que los así llamados poetas”. El meollo afectivo, la parte lírica, expresiva, el famoso schtimmung de los alemanes; el estado de ánimo, siguen siendo el centro de la poesía. Claro que para poder cumplir su efecto comunicativo y llegar al otro, que es lo que se espera, y de alguna manera conmoverlo, divertirlo, hacer que se enoje o se ría con uno, etc., se necesita un poco de lo que se suele llamar ‘talento’, la ‘mano’, la predisposición a lo mejor genética para la poesía, la capacidad de ligar objetividades lejanas que sin embargo tienen algo común que el poeta descubre, y hacer que una simbolice a la otra, o la metaforice, para a su vez hacer que este objeto nuevo remita o refiera a otra realidad objetiva o un estado de ánimo.
Pero con la poesía pasa lo mismo por ejemplo, que con el así llamado ‘Occidente’. De origen grecorromano, con variados aportes de los pueblos que destruyeron y adaptaron el Imperio Romano, y del oriente, desarrolla culturas nacionales con vitales estilos de vida manifiestos por ejemplo en lo gastronómico. Quién no conoce la especificidad de la cocina griega, italiana, francesa, portuguesa o española. Entonces uno podría decir que si en todo Norteamérica no se encuentra la baguette crujiente que se puede comprar en cualquier panadería de barrio en París, esta región no pertenece al occidente, pese a las cacareadas proclamas de sus dignatarios. Pero en fin. Con la poesía pasa lo mismo. Hay harta diferencia de opinión. Yo tuve un profesor en mis lejanos días de estudiante de Pedagogía en Castellano en la Universidad de Chile, que decía que la Barcarola de Neruda era esquizofrenia pura. En general, y pese a que la idea común sigue siendo que la poesía es lírica, es decir expresa sentimientos, también existe la épica, que describe, celebra hechos importantes o no, es narrativa, usurpando el papel tradicional de la crónica y la prosa. La poesía puede interpelar, acercándose al teatro, como en los textos de Esquilo, que eran básicamente diálogos en prosa poética. Puede incluso negar a la poesía misma, como hace la antipoesía, que usa la ironía y la parodia para socavar y corroer el sistema, la mentalidad común, jugando con las frases hechas, las consignas, el cliché. Puede ser el camino a la trascendencia religiosa, como en San Juan de la Cruz o Santa Teresa de Ávila. Puede ser el campo de experimentación del inconsciente y a la vez la herramienta que desentierra sus tesoros, entonces tenderá no a comunicar sino a investigar nuevas significaciones adoptando forma y métodos de escribir experimentales. Así pasó con los surrealistas.
Para René Daumal de Le Grand Jeu, la práctica poética nos haría despertar del estado sonambúlico en que vivimos, para obtener conciencia. Pero esa palabra es tan polivalente como ‘poesía’. En un libro bastante reciente sobre Gurdjieff, el autor ejemplifica el proceso del despertar con la experiencia intoxicante de algunos momentos de la infancia, y en general con esos instantes fugaces en que “estamos mucho más aquí, las cosas son más vívidas”... “cuando no habría más que el ahora, el presente eterno”, es decir que para él esas instancias de conciencia son como estar high.
Volviendo a la poesía, se podría decir que no está hecha sólo de las palabras corrientes. Ese elemento se combinaría con uno superior, como en la experiencia de yechidut de los hassidim, en que se reciben interpósitas las palabras de un nivel superior y se entra en comunión con el todo. La poesía de alguna manera transporta, entusiasma, etc. Provoca en el auditor o lector una respuesta, es el tipo de escritura que más conmueve o motiva. Entonces no es raro que entre los poetas se encuentre gente de convicciones e ideales (cómo estamos), incluso entre quienes sostienen o practican la poesía como puro experimento lingüístico, como obra de arte. Generalmente son poetas los autores ejecutados por sus convicciones, como Federico García Lorca, Roque Dalton, que mueren presos como Miguel Hernández, o que desde la prisión se convierten en emblemas de la lucha de sus pueblos, como el poeta turco Nazim Hikmet. También son ellos quienes se convierten en íconos de su país o cultura, de su historia, sobre todo en el mundo castellano, el mundo poético por excelencia, y no podemos sino nombrar otra vez a la Mistral, Neruda, Guillén, Vallejo y Cardenal.
Pareciera que la vocación poética lleva al compromiso en el sentido positivo, casi todos los poetas que conozco sienten y creen con intensidad, de manera recóndita o pública, en variadas utopías sociales y humanas. No es casual que en estos tiempos en que se pone de manifiesto el “terror de la situación”, para citar al viejo Gurdjieff, surjan en el mundo hispano organizaciones tales como Poetas Antiimperialistas de América, que difunde mundialmente desde el internet la obra de poetas progresistas del continente americano, o Poetas del mundo, asociación mundial de poetas que hace suyos ideales de paz y justicia social, cuenta con más 1200 miembros en múltiples países y me ha hecho el honor de hacerme su embajador en Canadá.
La poesía es, para robar palabras de Lautréamont, algo "bello como el encuentro fortuito, sobre una mesa de disección, de una máquina de coser y un paraguas". Hablar de ella permite juntar baguettes, poetas que salen de debajo de las piedras, poetas revolucionarios, y citar a Gurdjieff.




La bolsa
A Paul Fortis

Publicado en Microquijotes, de Juan Armado Epple, 2007 y en www.letras.s5.com


Hace poco me llama un poeta centroamericano (que no queremos nombrar). Quiere que le ayude a organizar el lanzamiento de su libro. Cuéntate una nueva. La gente sabe que puede contar conmigo. Mi trabajo solidario y por la literatura hispánica, sin recompensa alguna, ya se ha hecho proverbial. En otras décadas fue la lucha por la justicia social, como tantos otros que cruzaron espadas con una entidad infinitamente superior a sus fuerzas, de ahí nuestra presencia aquí y en la quebrada del ají. Las noticias que llegan desde mi país ya no me tocan mucho. Son como esas cartas de amor, descoloridas, manoseadas, que uno nunca envió a esa amada desdeñosa de nuestra adolescencia, que quizás ni supo que existíamos. Pero basta de cháchara. Acojo con agrado la tarea de ayudar a un compañero que hace unas décadas bregaba en el ojo del huracán combatiendo a los mismos molinos de viento. Meto en la bolsa scotch, tijeras, hojas en blanco, el permiso para poder servir vino tinto y del otro, un sacacorchos. Para que vean que los latinos no siempre improvisamos. Y ese libro que ando leyendo siempre. Esa bolsa es de cuero repujado. La compré en Chile en la feria artesanal del Santa Lucía, a los pies de ese cerro ahogado por los edificios del centro de Santiago. Es muy chévere, como dicen los venezolanos. Bueno, la llevo colgada del hombro y camino al lanzamiento pensando en lo que voy a decir en la presentación, algo general y a la vez concreto, no muy pedante, sin muchos clichés políticos. En estos tiempos de antiterrorismo paranoico, nunca se sabe quién va a llegar a los recitales. La cosa sale más o menos bien, se sirve vino y en menos de una hora de conversa y de ponerle estoy alegre, digamos, y no sólo yo, los otros latinos, unos gringos que se toman sus tragos. En fin, me regalan una botella de tinto, el único que tomo, me la tenía guardada el poeta, le gustó la presentación que le hice. Se la doy a mi ayudante, un muchacho idealista pero más bien simple que siempre me ayuda en estas circunstancias. Me salto los pormenores de las horas pasadas en un bar para terminar la noche. Al día siguiente me doy cuenta que no tengo la bolsa. Lo único que realmente lamento es mi ejemplar del Quijote, compañero de estas décadas de exilio. Llamo al local donde fue la presentación, al bar donde nos fuimos a tomar, le mando un mensaje electrónico a la persona que me llevó de vuelta a casa. Si alguna vez esa bolsa aparece llena de explosivos, documentos o drogas, en cualquier aeropuerto, en allanamientos, en posesión de terceros, etc., quiero dejar constancia de los acontecimientos. Pero será en vano. Los que quieren apretarme las clavijas, traerme cortito, silenciarme la sin hueso tienen medios menos notorios y más efectivos para asesinar mi imagen.


Inmigración, escritores y otras hierbas

Publicado en Escritores.cl

Ya sea que nuestro origen haya sido el exilio político o la inmigración económica, o cualquier tonalidad entre ambos, los latinos que vivimos aquí somos lo que se denomina newcomers, recién llegados. Ya que venimos de una región con una cultura, historia e idioma diferentes, nuestra inmigración es un fenómeno no tan sólo social sino que cultural e implica diversas maneras de enfrentar la inserción, al final irremediable, en la nueva sociedad y el ajuste de cuentas con el territorio originario. Proceso por el que pasamos todos pero cuyo registro lo hacen nuestros artistas, escritores y periodistas. Hay diversas motivaciones para la inmigración.
Hace poco, en una entrevista para una revista de Montreal, Tinta y Papel, se me preguntaba cuáles eran las principales diferencias y similitudes entre las inmigraciones políticas, religiosas, económicas y de otro tipo. Respondí que la inmigración política me parecía radicalmente diferente a las otras dos porque el inmigrante político lo hacía por circunstancias que sobrepasaban lo puramente personal, ya que se trataba de alguna manera de que el orden vigente en su país hacía imposible la lucha política hacia la realización del sistema por el que abogaba. En otras palabras, hay muchos a quienes les iba bastante bien, que se vieron obligados en determinado momento a salir de sus países porque sus ideas eran contrarias a lo que pensaban o hacían los poderes fácticos de turno, generalmente autoritarios. Nuestra inmigración latinoamericana está llena de historias de carreras tronchadas, de promociones enteras de intelectuales y trabajadores de la cultura que figuran en sus países como generaciones perdidas porque se tuvieron que ir y que ahora recién comienzan a reinsertarse mal o bien en la historia literaria o artística de su tierra natal. Por otro lado está el inmigrante económico puro, que no emigraría si su situación económica individual mejorara, si se le abrieran oportunidades en el país de origen. Pero como las oportunidades dependen de lo que ofrezca o permita el régimen político y económico de que se trate, hay que adscribir una buena parte de la inmigración económica a las mismas razones que provocan la inmigración política. Ambas situaciones suponen un desarraigo voluntario o involuntario y la necesidad de la adaptación.
Ya existen a nivel de Canadá diversas iniciativas que intentan dar una forma, que no un sentido, que lo tiene de sobra, al discurso de la voz hispánica que narra los avatares de nuestra inmigración o exilio. Prueba de ello son por ejemplo el Proyecto Adrianne, que reunió por acuerdo de las bibliotecas nacionales de Canadá y Chile el testimonio literario y vivencial del exilo chileno en Canadá. Existe un proyecto de recopilación de la memoria colectiva del pueblo salvadoreño, que se realiza en Montreal coordinado por el novelista Oscar Tobar. En Toronto se está armando una antología poética trilingüe sobre el exilio del Colectivo Mojito de la Iguana y que coordinan la poetisa Amala Luna y el poeta Paul Carr. Existe una actividad de gran interés sobre exilio y literatura, que planifica Hugo Hazelton, y que tendrá lugar en mayo del próximo año en la Universidad de Concordia. Todos, en tanto extranjeros más o menos avencidados en el nuevo país, tenemos nuestra propia concepción de su ambiente y de su gente. A su vez, somos objeto en mayor o menor medida de una percepción relativamente estereotípica. Se supone que los latinos son expresivos, tienen sangre caliente, no le hacen mucho empeño al trabajo y son indisciplinados. Viven inmersos en el son de sus bailes, especialmente la cumbia, cuando no están mirando fútbol. Por otro lado se mantiene un aura de exotismo, sensualidad y violencia, con un vago toque de la magia del realismo mágico, ya difundido al público en general en una cierta versión simplificada que es fruto de la presencia de García Márquez y de algún modo Isabel Allende, que como bestsellers alcanzan masivamente al público lector 'americano' (y canadiense). Los 100 años de Pablo Neruda, por su impacto mediático y por ende masivo, quizás habrán de matizar en años futuros esta imagen con algún elemento derivado de la difusión del vate.
Lo que nos lleva a la literatura. Las literaturas 'de menor difusión', como eufemísticamente se pueden denominar las literaturas étnicas, y no sólo la latinoamericana, made in Canada, constituyen básicamente un muestrario de las diversas alternativas de la nostalgia y el proceso de aculturación, en una historia con infinitas variantes y dicha con múltiples voces en variados formatos. Las alternativas de la nostalgia del territorio originario, la adaptación al nuevo, la confrontación entre ambos en la mente y el modo de vida del inmigrante o exilado, los avatares identitarios colectivos e individuales, se despliegan en el discurso de los autores latinoamericanos en Canadá como una flor de múltiples pétalos. La nueva sociedad post-industrial, metropolitana, es básicamente objeto de sátira y parodia en la prosa del narrador argentino Pablo Urbanyi. Es el aquí y ahora desde donde se rememora nostálgicamente el ámbito formativo originario, como en la producción del poeta chileno Claudio Durán. La condición en definitiva nomádica de sectores cada vez más amplios, quizás del hombre como tal, se tematiza en la obra poética de Luciano Díaz y Luis Torres, de Chile y del salvadoreño Julio Torres Recinos. Paul Fortis, también salvadoreño, da lugar a la nostalgia en su obra que retrata las alternativas de la lucha popular salvadoreña. La parodia y la ironía de los elementos de la vida cotidiana para el latino inmigrante restallan en la prosa del narrador chileno Ramón Sepúlveda y el peruano Guillermo Rose. Tito Alvarado, chileno, denuncia implacable el estado de cosas en el Sur, Elías Letelier, también chileno, reconstruye desde el Norte las alternativas épicas de la trágica historia americana, que adquiere una dolorosa dimensión personal en la chilena Nieves Fuenzalida. Paolo de Lima, peruano, explora la geografía de las extensiones sureñas mientras el bonaerense Ramón Elía insinúa en su narración premiada en Nuestra palabra (concurso de cuentos en español para todo Ontario), que las alternativas aparentemente distintas del aquí y el allá conllevan a la postre la misma finitud irremediable. La presencia del país perdido pulsa tras el filigrana experimental de la escritura de los poetas santiaguinos Luis Lama y Erik Martínez, se despliega en escuetas tautologías en los poemas de Arturo Lazo y el neocreacionismo de Alfredo Lavergne, ambos chilenos, en el humor existencial y amargo del salvadoreño Salvador Torres, que se preña de reflexión en Jorge Cancino de Chile, que matiza la mirada que se quiere europea y universal de la poetisa argentina Margarita Feliciano y el rescate de la riqueza de las instancias cotidianas de la poesía de Carmen Contreras. La frágil identidad del trasplantado se agota y se lleva al límite en los entornos urbanos de la prosa del narrador chileno Leando Urbina y casi desaparece en una novela escrita por este humilde servidor.



Las peripecias del escritor hispano

Publicado en www.panoramacultural.net y Escritores.cl

No hace mucho conversando con unos amigos y colegas en torno a unas cervezas y a unos nachos y calamares ya casi vestigiales, nos lamentábamos un poco de nuestra calidad de escritores en español en un medio anglófono. Lo que de ninguna manera desmerece ni la cultura ni el nivel de vida canadienses, su ingente apoyo institucional a las artes, su extraordinario sistema de salud pública, la relativa seguridad con que uno transita por las calles de las ciudades, lujuria más y más escasa en estos tiempos que vivimos. Nuestra conversa giraba más bien a lo que nos deparaba el medio como escritores y alguien dijo que si por ejemplo Roberto Bolaño hubiera vivido en Canadá a lo mejor todavía estaría prácticamente inédito. Y quizás no sólo el insigne prosista chileno, al que por otro lado le costó más de una década ser reconocido, pese a vivir en un país de habla hispana. En un congreso internacional de escritores chilenos, la mayoría exilados, que tuvo lugar en La Sorbona, en París, a 10 años del golpe del 73, Bolaño, entonces más dedicado a la poesía que a la prosa y residente en España, se quejaba amargamente diciendo que los españoles se iban en puras promesas.
A lo que me refiero es al hecho de que los escritores hispanos aquí no cuentan con un sistema editorial, con un mercado sólido ni con un público constituido, a menos que hayan puesto una patita en el mundo editorial canadiense, lo que en las diversas regiones y ciudades del país es el resultado de una relación de contigüidad: luego de años de circo se termina por conocer a escritores y editores canadienses y se publica, lo que depende en gran medida de la iniciativa personal del escritor, el manejo de uno de los idiomas oficiales y de que se perciba que la obra tiene cierto interés para el mercado, por ejemplo testimonios de golpes de estado, condición genérica o la proveniencia étnica de los autores, y las peripecias del proceso de inmigración y aculturación al nuevo país, lo que forma prácticamente la literatura completa de algunos grupos étnicos en Canadá. A eso hay que sumar la escasa presencia histórica en la literatura canadiense de las vanguardias y los 'ismos' literarios e ideológicos tan caros sobre todo a la literatura del Cono Sur de América Latina. De ahí que personalmente nunca agarré mucho vuelo en la poesía canadiense con mi poesía medio vanguardista de raigambre surrealista, con elementos políticos y antipoéticos. Lo otro, es que estar en alguna ciudad canadiense no estar en las grandes capitales de la cultura. Si uno manda a España o México un manuscrito desde Ottawa es posible que no tenga la misma aceptación que si viene de Nueva York, París, Londres o Roma.Por otro lado, los departamentos de español de las universidades tienen que cubrir el ingente corpus de la historia literaria española e hispanoamericana, y entonces el poco espacio que le dan a la literatura canadiense en español se hace loable. Las embajadas en su labor cultural se dedican por principio a la difusión de la cultura de sus respectivos países en el medio canadiense, y por lo tanto el apoyo que se le da a la literatura en español made in Canada no puede ser sino esporádico en el mejor de los casos y errático y caprichoso en el peor, dependiendo en ocasiones de lo que pasa en los enrarecidos pasillos de las representaciones diplomáticas, y de la calidad, preparación y preferencias de las personas que ejercen de asesores y consejeros.
Volviendo al medio canadiense, generalmente los autores hispánicos o de otra lengua no oficial, ganan acceso a través de intermediarios, críticos o editores anglo o francófonos, que por sí decirlo apadrinan la publicación o crítica de un autor. Así, las obras publicadas son aquellas que más posibilidad tengan en el mercado de corriente principal, dejando fuera bastante textos específicamente 'latinoamericanos'. De ahí uno de los papeles de las editoriales independientes hispánicas en el país ha sido la de publicar material latino 'raro' en este medio, siempre que se puedan dar el lujo de arriesgar fondos o conseguir financiamiento, lo que también es cada día más raro
En este ambiente de sociedad de consumo multicultural y multiétnica, el mercado elige los elementos comercializables de las culturas: los alimentos, la música yla danza. Los organizadores más responsables y astutos de la comunidad latina organizan eventos en que lo literario recibe parte del derrame del público masivo atraído por la gastronomía y el folclore. Ritmo y Color, en Toronto, junto a comida típica, danzas y artesanía que atrae a miles, tiene sesiones de lectura que si bien reciben a una ínfima fracción del público en general, son bien concurridas. La Celebración Cultural del Idioma Español, también en Toronto, intercala a autores hispano canadienses con autores invitados del extranjero en sus sesiones de lectura y mesas redondas. En fin, hay diferentes estrategias que permiten el acceso al público de los autores hispanos. Lo que falta es la aparición de editoriales sólidas, ya que llevados por una mentalidad de emulación, en lugar de aunar esfuerzos alrededor de editoriales ya existentes, otras personas generan también editoriales, lo que por supuesto puede derivar de preferencias literarias o de diferencias de país de origen y objetivos. Pero soñemos. Sería interesante ver el surgimiento de una especie de consorcio editorial que agrupara a las editoriales hispánicas en tareas de financiamiento y comercialización de obras de autores hispanos. Que crecen como la mala hierba. Al concurso de cuentos Nuestra Palabra, convocado tan sólo para la provincia de Ontario, llegaron 76 cuentos, y hubo un nivel de calidad muy alto que como parte del jurado no me esperaba. Hubo algunos cuentos que me dejaron con la boca abierta.


El proyecto Adrianne: Identidad nacional y rescate de la historia

Publicado en escritores.cl

Entre las diversas iniciativas de rescate e incorporación de la experiencia del exilio/diáspora chilenos, no es de extrañar que haya sido en Canadá, el extremo más boreal del planeta que cuenta con comunidades chilenas, el lugar donde tuvo lugar este proyecto crucial, no tan sólo por sus logros concretos, sino por su intención y lo que representa como intento de reintegrar las voces dispersas al seno de una cultura nacional y recuperar parte de la memoria colectiva de un país.En el mundo contemporáneo, el desplazamiento creciente de comunidades humanas es un hecho universal. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, ACNU, daba a fines de 1999 la cifra de 22,3 millones de personas bajo su incumbencia, eso sin contar con las cifras mucho mayores de la inmigración masiva. Por otro lado, se advierte un movimiento opuesto y quizás contradictorio a las tendencias de la globalización, en tanto “continuación del control colonial e imperial, que crea redes de leyes y políticas que siguen integrando el mundo a través de mercados, comercio, corporaciones transnacionales y a través de tecnologías de la información y la comunicación”. (Declaración del foro de las ONG de la Comisión Mundial contra el Racismo). Se trata del impulso hacia la particularización, movimiento de reacción, que frente a la homogeneidad que conlleva la globalización, consiste en la afirmación y rescate de la identidad colectiva, cultural, étnica o nacional de las colectividades frente a la imposición de patrones universales económicos, sociales, políticos y culturales. A todo esto habría que agregar, para entregar el marco general de este proyecto, la porosidad fronteriza mundial y el aumento migratorio y de desplazamiento que caracteriza nuestra época, tenga las causas que tenga, ya sea que se lo considere positivo o negativo. El proyecto Adrianne, que duró dos años, consistió en la recopilación de material literario y documental del exilio chileno y su envío a Chile, y se enmarca en una problemática de rescate y afirmación de la identidad nacional y de redescubrimiento histórico y completación de la imagen nacional.
En el caso de Chile, el exilio/inmigración posterior 73 echó las bases para la existencia y muchas veces el arraigo de comunidades chilenas en muchas regiones del mundo, y en muchos casos de una literatura y cultura chilenas trasplantadas, que adoptan diversas formas y que gozan de un estatus incierto y anfibológico. El proyecto de que se trata lleva, o llevó, porque acaba de cerrarse, el nombre de la actual Gobernadora General de Canadá, Adrienne Clarkson, y se podría decir que se inició el 9 de mayo de 2001 durante el curso de una visita a Chile que ella realizó, y que en sus palabras, tenía la intención de “otorgar una faz humana a las relaciones de Canadá con las Américas. Mi visita a Chile se centrará en reunir a artistas, escritores y académicos de Canadá y Chile”. Durante la sesión de apertura de las Mesas de conversación entre intelectuales y escritores canadienses, que acompañaban a la gobernadora, y algunas de sus contrapartes chilenas, la visitante se planteó varias interrogantes, como por ejemplo lo que sería importante para definir la identidad nacional en Chile y Canadá; cuál sería el rol de la cultura en el desarrollo de nuestras respectivas identidades; cómo el fenómeno del exilio conecta a ambos países de una manera profunda; cómo la visión del propio país y cultura desde el exterior afecta al escritor y el artista; cuál es el impacto del artista que retorna sobre la cultura nacional y cuál es el impacto del artista que permanece afuera. Manifestó que “en los años recientes, Chile había perdido, debido al exilio, a muchos de sus talentosos escritores, artistas y académicos”, dijo que “Los países que habían recibido a estos artistas, escritores y académicos se habían beneficiado enormemente como resultado. Canadá fue uno de estos países. Durante los años 70, un número considerable de chilenos emigró o se refugió en Canadá.Algunos han permanecido para enriquecer nuestra cultura y expresión, y muchos otros han retornado a Chile”.
La acogida en Chile de este proyecto se da en terreno ya abonado: existe el concepto de la catorceava región, que formarían los chilenos en el exterior y a manera de ejemplos de iniciativas se pueden citar la ONG Reencuentro, con un mandato precisamente de reencuentro entre los chilenos ‘del interior’ y los de la diáspora y sus descendientes, el proyecto de Chile poesía y la antología virtual de escritores chilenos en el exterior del Portal de literatura chilena en el internet, Escritores.cl. Desde sus inicios, este proyecto tuvo dos objetivos que se entrelazan, uno directo y manifiesto, concretizado en el acuerdo entre las bibliotecas nacionales de Chile y Canadá para la recopilación, preparación y envío a la Biblioteca Nacional de Chile, por parte de la Biblioteca Nacional de Canadá, de obras literarias producidas en treinta años de exilio chileno en Canadá. El otro objetivo, no declarado como tal pero subyacente a las actividades del proyecto y el proyecto mismo, era el de destacar el aporte cultural chileno a Canadá y provocar una reflexión sobre el mismo, y por tanto sobre el carácter de la cultura e identidad canadienses, que profita de este tipo de aportes surgidos de sus comunidades provenientes de todo el mundo, ya que este país es y se autodefine como multicultural y multiétnico, y se está convirtiendo en plurilinguístico, contando con el gran centro urbano más multicultural del mundo: Toronto.El proyecto, en el curso de implementación, parece haber sufrido algunas reorientaciones. La gobernadora se refirió, en su discurso de inicio de las Mesas de conversación, a los escritores chilenos “con conexiones con Canadá. Claudio Durán, Jorge Etcheverry, Erik Martínez, Gonzalo Millán, Naín Nómez y José Leandro Urbina”, que eran los autores exilados iniciales, agrupados en torno a Cordillera y publicados antes del exilio. De esas consideraciones se deriva y se concretiza el proyecto como tal, firmado el 6 de junio de 2002, que implementaría la recopilación de obras literarias producidas en Canadá por chilenos exilados.
Luego el proyecto amplió su radio de acción hacia una recolección más amplia de material de cine, pintura, teatro, documentales, videos, revistas, tesis doctorales, música, CD roms, artículos periodísticos, manuscritos de autores noveles o de testimonios personales, obras en curso, etc., lo que si bien desdibujó el perfil netamente literario del proyecto, lo enriqueció enormemente para convertirlo en una muestra de los diferentes tipos y niveles del discurso del exilio chileno en Canadá, desde, por ejemplo las reflexiones en forma de diario del exilado o inmigrante, hasta la película de ficción, el libro publicado en inglés o francés en el circuito de la corriente principal anglófona o francófona, las obras de autores canadienses traducidas por autores y traductores chilenos, o que versan sobre Chile, textos aparecidos en revistas extranjeras, guiones y libretos de programas radiales o de televisión, ponencias académicas, estudios sociológicos, etc.
Existe conciencia de la relevancia de este proyecto en la comunidad chilena y en los sectores canadienses interesados. También despertó el interés de la institucionalidad chilena, personificada por el actual ministro de Educación, Sergio Bitar, quien se hizo presente para la ceremonia de cierre del proyecto, el 30 de octubre recién pasado en Ottawa, donde la gobernadora general expresó que “Contar con el Ministro de Educación de Chile en Ottawa para este evento muestra la importancia que tiene este vínculo cultural para el pueblo de Chile”, y agregó que “Poder celebrar este hito con el Ministro Bitar, que fue el miembro más joven del gabinete del Presidente Salvador Allende al momento del golpe y que vivió él mismo exilado por muchos años, le otorga a este evento una profundidad muy significativa”. Por su parte el ministro Vitar se refirió a iniciativas similares en curso con Alemania y Francia.
Es indiscutible que este proyecto no es ni puede ser completo: entre el cierre oficial del proyecto y la ceremonia de clausura ya había nuevas publicaciones o artículos impresos, o virtuales, notas aparecidas en Canadá o en otros lados, libros, artículos periodísticos, etc. Por ejemplo, se pudo incluir a última hora, para la exposición en la residencia oficial de la Gobernadora, a la revista América de la Asociación de Profesionales y Artistas Chilenos de Montreal (PROTACH), con la que se marcaron los 30 años transcurridos desde el golpe y la muerte de Allende, la publicación recordatorio de El Dorado, en Ottawa, con el mismo objetivo, esfuerzo conjunto de Split/Quotation y Verbum Veritas, que incluyo textos de Gabriela Etcheverry, Luis Lama, Yolanda Duque Vidal, Luciano Díaz, Camila Reimers, Carmen Contreras, Erik Martínez, Ramón Sepúlveda, Arturo Lazo y el firmante de esta nota. O la antología Anaconda, de poetas del continente americano, compilada por Elías Letelier, publicada por la editorial Poetas Antiimperialistas de América y traducida al italiano por Elisabetta Lasagna. Dada la dimensión de la comunidad chilena en Canadá, su productividad y presencia en tantos aspectos de la vida canadiense, del nivel producción de sus intelectuales, escritores, artistas plásticos, cineastas, músicos, periodistas, trabajadores comunitarios, etc. no se pudo recopilar todo el material. El historiador chileno quebequense Fernando del Pozo cuenta con un archivo privado de la comunidad chilena en Montreal, por estos lados (Ottawa) hay gente que tiene otros materiales, y está surgiendo la inquietud de hacer que este proyecto sea el núcleo de una recopilación, actualización, clasificación y preservación permanente de las diferentes manifestaciones textuales y discursivas de la comunidad chilena en Canadá.
Por otro lado, la encargada del proyecto, la funcionaria de la Biblioteca Nacional de Canadá. Nicole Caissy, después de su trabajo de estos dos años, sigue dispuesta a proporcionar información sobre este proyecto, que ya es objeto de una tesis de maestría en comunicaciones en la Universidad de York y que al cierre representaba a más de 90 autores y más de 400 documentos, que esperamos sean el material básico de investigaciones destinadas a incorporar a este elemento de la cultura chilena al mosaico o calidoscopio siempre cambiante de la imagen de Chile, y al rico tapiz de la sociedad y cultura multiculturales canadienses. Es decir, ojalá que este material sea utilizado y no termine en Santiago arrumbado en un sótano de la biblioteca, acumulando polvo y telarañas.



De iglesias y estriptiseras

Publicado en Cañasanta y Azularte

En alguna parte creo haber leído que en Estados Unidos hay tantas iglesias como estriptises. Ahora que me acuerdo lo vi en un programa de televisión humorístico y bastante crítico que se llama The Daily Show. Esto lo traigo a colación porque en mi temprana madurez y en algunos períodos críticos de mi vida frecuenté esos locales, a lo que ya no asisto sino a veces para ingerir mis cada vez menos frecuentes desayunos americanos, con huevos, jamón, tostadas empapadas en mantequilla (es de esperar) papas fritas y salchicha, tocino o jamón fritos. Ahora me estoy cuidando un poco del colesterol que es en mi caso una de las cartas marcadas de esta mano que cada individuo juega con las diversas posibilidades de su muerte. Además de que, como es sabido, los desayunos y almuerzos (lunches) son tan baratos como apetitosos en esos lugares, hecho no conocido por el público en general, sobre todo en uno que se llama Sirenas y está en pleno centro, donde de tarde en tarde me como un lunch con una de las niñas que trabajan allí, o mejor dicho esperan su turno, porque a esa hora todavía es muy temprano, a quien le pago su almuerzo y luego salimos a fumar un cigarro en la vereda.
Y lo que pasa es que el otro día Guagua L’Amore, --nom de guerre de esta niña, estriptisera ítalo canadiense latinoamericana, de ojos verdes y un metro setenta y dos--, me comentaba de la desaparición de uno de los personajes más comunes en ese ambiente. Un alto porcentaje de las niñas que trabajan en este medio son drogadictas y por ende ejercen la prostitución à côté como decimos los franchutes, se ven explotadas, torturadas, por lo menos amenazadas y bajo el control de dos especies de varones frente a los cuales la sociedad hace la vista gorda, los traficantes o repartidores de drogas y los cafiches. Los primeros están aquí para quedarse, ya que la plata que producen las drogas es parte considerable de la economía, y ellos, citando a un poeta amigo “hacen circular el circulante”, y entonces se ganan la admiración o el beneplácito de esta sociedad dizque cristiana, pero que considera al gángster y al delincuente en general como un héroe, siempre que gane harta plata, desde Al Capone, pasando por las bandas de motociclistas, El padrino y la serie televisiva de los Soprano.
Bueno, pero me estoy yendo por las ramas, por los cerros de Úbeda, como dicen los peninsulares. A lo que iba, esa niña me contaba que se había enterado por las otras chicas del ambiente, que muchas estaban reemplazando al tradicional cafiche, o chulo, como les dicen los españoles, los que se estaban quedando sin trabajo. Las niñas se conseguían su buena computadora, amononaban una pieza, instaban su equipo y su maquinita fotográfica digital, hacían una pequeña investigación en el web y en un par de semanas estaban ofreciendo sus servicios virtuales, claro que por menos plata, de digamos unos ciento cincuenta o doscientos dólares bajaban a dos o a tres, pero sin salir de la casa, sin tener que pagar comisión, sin contacto físico y a veces con centenares de clientes ‘en línea’ por semana. Y entonces hablamos de cómo los cafiches del futuro iban a tener que tener por lo menos un título de ingeniero de programación y el prototipo del pimp que endiosa la cultura y música Hip-Hop iba a ser en cambio un tipo blanco, de anteojos, flacucho y de terno, y esa imagen, llevada de la mano por la dinámica de la cultura popular, iba a entrar al paraíso de los arquetipos sexy contemporáneos. Pero las profesionales del amor ya más entraditas en años y, ojalá, con algunos medios, echarían de menos a sus antiguos torvos protectores y viajarían de vez en cuando a los países latinos, que más o menos igual o peor que ahora, en virtud de llevar la peor parte en ese proceso que economistas y sociólogos conocen como ‘Dependencia’, iban todavía a proporcionarles por medio de sus machos el maltrato y explotación directa añorados, fieles al popular dicho que todavía se escucha en las siniestras calles de un país latinoamericano que no quiero nombrar y que reza: “quien te quiere te aporrea”.




Reflexiones en el nuevo milenio

No son muchas las oportunidades que se le brindan a la humanidad que la fuercen a mirarse a sí misma, a examinarse, y , desdoblándose y convirtiéndose en objeto de sí misma, ganar conocimiento y la imagen de sí. Y esto es el milenio. Esta fecha tan universalmente convencional nos da a todos esta oportunidad, y porqué no habríamos nosotros de aprovecharla, aunque sea de manera modesta. No es accidente el que nos refiriéramos a un fenómeno de desdoblamiento cuando hablábamos arriba del proceso de autoconocimiento y reflexión, que separa al ser humano y lo divide en dos, objetivándolo ante el sí mismo, convertido en una conciencia o un para sí, fenómeno que en este milenio es uno de los elementos centrales: la conjunción o juntura, o quizás el quiebre entre ambos, que opone a una entidad y a la conciencia y las confronta como espectador y espectáculo desde una distancia mediadora, mediante la que al fin puede existir para sí y reconocerse. Si algo esencial puede caracterizar al milenio que termina, además de la tecnologización, utilización y noosferización siempre crecientes, y ahora en proporción geométrica, es este desdoblamiento que enriquece y empobrece, que permite la así llamada objetividad y nos exila de la inmersión en la pulsación de lo vital y su embriaguez, abriendo paso a la universalidad, al definir al ser humano como conciencia, y por ende a las categorías morales, al desterrar a la entidad sensitiva y volitiva desde su vivencia como centro del universo, haciéndola conciencia desgraciada, por un lado hacia su condición ‘yecta’ como ente entre los entes, cosa entre las cosas, sujeta a las leyes físicas y por extensión que rigen a las demás cosas y a las leyes morales que me rigen junto a las demás personas, o prójimos dotados de conciencia, en el plano de la moral, o dicho de otro modo, de la re-ligión, que junta a las conciencias participantes en una inevitable comunidad observada/observante..
El desdoblamiento de conciencia y su aplicación o derivado observacional/cuantitativo/científico, constituye la viga maestra del milenio, con sus cumbres moderna y modernista, cartesiana y sartreana, católica y marxista, y en torno a los dos ejes producto del proceso de mediación: el hombre como ente universal que es su conciencia, que lo identifica con el prójimo, con idénticos derechos y deberes, fruto de la presencia y el proceso de la conciencia, y el mundo natural, manipulable y mensurable, surgido como concepción con la edad moderna, protestante, capitalista y burguesa,que en realidad tiene sus primeros brotes en los primeros siglos del presente milenio en los nacientes burgos, y que habrá de desarrollarse hasta la objetivación y cuantificación de la naturaleza, incluyendo a la “res extensa”, nuestro cuerpo material, en el seno del mundo natural, y abriendo la puerta a la moral individual del comercio directo con Dios, fuertemente teñida de predestinación y conducente sobre todo en el Occidente anglosajón al concepto básicamente contractual de la privacidad, que sustrae al ciudadano de su responsabilidad frente a la comunidad y la institución, pero que junto a la posibilidad del beneficio material y la ganancia individuales, conlleva el germen de la independencia y la rebeldía positivas frente a los excesos de la institucionalidad.
Es claro que, nos guste o nó a los que quizás no somos cuidadanos del mismo con todos sus derechos, o no nos sentimos como tales, este milenio ha sido el milenio del Occidente, y que representa además la conquista y desaparición de las poblaciones/concepciones de mundo/modos de vida e intercambio no occidentales. A la vuelta del siglo se recorta en el fondo de la historia una comunidad internacional regida por la tecnología e institucionalidad occidental universalizadas, la así llamada Comunidad Internacional, o Comunidad Mundial, que constituye el centro rector del Orden Global, regido en última instancia por las sociedades post-industriales anglosajonas, y cuyos edictos básicos en la política internacional son puestos en vigor tanto por la fuerza de las armas como por las decisiones de las instituciones financieras y económicas internacionales que controlan.
En buenas cuentas, nos enfrentamos a un fenómeno de uniformidad/universalidad sin igual y en plena expansión, cuyas ventajas objetivas no se pueden negar fácilmente, porque son eso, objetivas, y esa objetividad se solidifica cada día más al irse convirtiendo los modos y normas que acompañan a esa objetividad ventajosa, en universales y aparecer más como las únicas posibles, y que ponen a los regímenes políticos o religiosos por así decir ‘disidentes’ bajo una luz desventajosa, o peor aún, indiscutiblemente negativa. Pero este proceso no integra sino a ciertas elites occidentalizadas a las ventajas materiales e institucionales, y en el mundo contemporáneo, los regímenes vestigiales del bando o campo derrotado en la Guerra Fría, ex miembros de la así llamada Cortina de hierro, parecieran estarse aguantando e introduciendo a regañadientes las así llamadas ‘reformas’ que ‘integrarían’ paulatinamente a este reino de los poseedores a estos delincuentes redimidos. Pero el nuevo sistema se percibe como ambiguo y la así llamada ‘liberalización’, a manera de ejemplo, conlleva tradicionalmente en los países que adoptan la economía de mercado una ola de crimen que parece incontrolable. Y que quizás sea connatural y sistémica al capitalismo desarrollado. No es extraña la proximidad entre el pionero empresarial y el delincuente en la cultura norteamericana, ni el que la mentalidad popular cree mitos en torno a ciertos delincuentes, hombres de empresa extremos, convirtiéndolos en materia de culto popular y noticia, ya no ligados a una presunta revolución social: se ha pasado de Robin Hood a las bandas de motociclista y Al Capone, a Dallas coexistiendo con El Padrino. Algunos cubanos comentaban en 1995 en La Habana, que, entre unos niveles de existencia material demasiado mínimos, pero garantizados, y una mayor abundancia y diversidad con un componente criminal seguramente aumentado, había poco donde elegir, y como uno expresó no parecía haber opciones históricas “entre los comisarios y los narcotraficantes”. Los otros estados, que no forman parte en general del grupo de los “G”, siempre parecen estar en vías hacia el desarrollo y en proceso de reacomodo, incluso después de medio siglo de existencia postcolonial, y ya no ofrecen alternativas ni terceras vías y el romanticismo de las luchas de liberación nacional a dado paso a una cruel realidad. Pero se sabe implícita o explícitamente que el nuevo modelo con sus niveles de vida económica e institucional no puede ser universal, y que su implantación sería en todo caso llevada adelante en el resto del mundo bajo la bandera del provecho material en sentido de ganancia, y que no habrá barreras que detengan la explotación acelerada y final de los recursos naturales originales en un movimiento casi orweliano, en que el discurso cultural occidental es ambientalista y en que la práctica en este momento lleva la explotación al extremo de que los conglomerados patentan recursos naturales vírgenes en el así llamado Tercer Mundo.
Pero por otro lado, los últimos desarrollos culturales parecieran desmentir esta universalidad/uniformidad: es el momento de la fragmentación o recomposición de nacionalidades y culturas, de sexos y etnias, que abandonan las pretensiones universalistas del modernismo y afirman su derecho puro y simple a ser, a ‘expresarse’, abandonando incluso el recurso a los cánones del arte anterior, y acogiendo, por ejemplo en el plano de la literatura, a sectores diferenciales que no han tardado en crear mercados y que buscan su reflejo en nuevos productos alejados de la forma modernista y su concepción cartesiana/sartreana subyacente del ser humano.




Pintura

Publicado en Letralia y El alba volante

Para mí la pintura, el dibujo, las artes plásticas son el camino que no seguí. En la encrucijada de mis dieciséis años vi pasar a una niña alta, pelo negro, perfil acentuado, blanquísima. No me vio. Pero en las horas que siguieron le hice un poema con rima. Traté de hacerle una témpera. La imagen distó del original y de lo que tenía en la cabeza. Cuarenta años después tomé clases para pulir mi técnica y poder reproducir lo ‘real’, dizque, (ahí me aprieta el zapato). La pintora trató de que centrara la atención en lo visto, pero seguí haciendo lo que tenía en la cabeza. Pintaba redonda la parte inferior de una botella porque sé que tiene base curva, aunque en realidad todos la ven derecha, recta. Me dijo “vas a tener que pasar diez años educando la mirada”. Lo que a mi edad es mucho tiempo. “La fotografía liquidó a lo real en la pintura”, le dije. Cerré la puerta al irme. Su olor me persiguió y me sigue en sueños. Confieso que me gustan los impresionistas, que deforman al objeto por el lado de la luz. Me detengo a la vera de las instalaciones, del arte conceptual, que se agota en una sola idea, más al ritmo actual de mis neuronas. Pero siempre tengo a la pintura como el señorón latino mantiene amantes escondidas que visita a veces. Hago afiches para eventos, portadas de libros, dibujos varios, ‘monos’, como decimos. Trato de vez en cuando diversos materiales y formas, con cuidado, sin pretensión profesional. Porque esta otra terminaría por obsesionarnos. A nuestra edad ya no sabríamos satisfacerla.




Reflexión dominguera

Publicado en Canuvian

Domingo en la mañana. Por la ventana del cottage pude ver un helicóptero fumigador que desprendía su glorioso crespón de humo blanco contra el prístino azul. Me trajo a la memoria el embeleso de los aviones acrobáticos de mi niñez, dibujando líneas y figuras contra el cielo, contra la cordillera. Pero no. Los tiempos han cambiado: el virus del Nilo se infiltra en nuestro habitat, y quienes ya no tomábamos el sol por miedo al cáncer cutáneo, no podremos ni siquiera salir afuera por los mosquitos, sino cubiertos de la cabeza a los pies, mirando entre mallas como otras tantas ninfas talibanas. Desde la tele me llegaba la voz del pastor pentecostal afirmando una vez más la semejanza del hombre (y la mujer) al creador. Pero si hubiera cambiado al canal número 42, el Discovery, otro comentarista me hubiera dicho que el hombre no era la creación de un Dios infinitamente todopoderoso, pero análogo, sino la culminación de un proceso evolutivo que también, ¡Oh sorpresa!, nos colocaba en al pináculo de lo existente, por lo variado de nuestros ambientes y por ocupar todos los medio ambientes posibles. Pero al mirar por la ventana vi gaviotas y cuervos, las aves más versátiles y adaptables. Ya los veía revolotear en pos de mi basura y la de mis vecinos a orillas del lago. Si los pájaros pudieran hacer una escala de los seres, evolutiva, creacionista u otra, pondrían en primer plano a los seres que vuelan, es decir ellos mismos, calificando al resto en forma descendente hasta llegar a los humildes habitantes de las superficies, o más allá aún, a los abyectos gusanos. Nuestro bregar como especie, la modificación del medio ambiente, el desarrollo de la cultura y el trabajo se verían así reducidos a la nada. Si alguna vez fuésemos sujeto de la investigación de alguna cultura interplanetaria, seríamos considerados como el habitáculo viviente de las verdaderas formas dominantes de la vida en el planeta, es decir, las bacterias y los virus, que no han tenido que desarrollar una cultura y ni siquiera un cuerpo multicelular. Con estos pensamientos cerré la ventana y apagué el televisor. Miré el reloj para ver las horas que me separaban de la siesta





Rumbo al Sur

Publicado en La cita trunca y en Cronipoemas


En auto
Por la carretera que se estira
sorprendentemente moderna
después de tantos años
Eso es muy abstracto
Digamos mejor
Después de acabos de mundo,
trasmutaciones
Elías que anuncia
sin despegar las manos del volante
“Fíjate, aquí empieza a cambiar el paisaje”
mientras seguimos a toda velocidad
con la pobre Rosa en el asiento de atrás
Con el credo en la boca

Y así luego de haber negociado la salida de Santiago
Desde una de las más acreditadas esquinas del barrio Alto
Providencia con Los Leones
Y haber atravesado
Tocando apenas
ese cinturón gris
En el mejor de los casos
Que pese a todo se sigue notando
Alrededor de la cintura de esa ciudad espejo

Porque el Leutén me dijo
Que en San Ramón
Por ejemplo
Vive un cuarto de Santiago
Es decir millón y medio de personas
No hay trabajo
Nadie paga impuestos
La gente vive de milagro
Encerrada en la pobreza como en un fortaleza impenetrable
Porque pobres eran el padre y el abuelo
Pobres serán sus mujeres e hijas
Si las tienen

Y así
después de este paréntesis
Para decir
No vimos la pobreza al salir de Santiago
Como esa mujer anciana y vestigial
De ropa indistinta
Que va por los barriales
con un perro
Hay neblina
O un niño

O un niño perro
Como en ese poema del Quique

Y como una flecha hacia el Sur
El que habla
Santiaguino por tradición y doctrina
Elías
Nacido en Santiago
Sureño de vocación
Que maneja
Los ojos negros fijos hacia delante
Esperando ver aparecer al Sur
Detrás de cualquier curva de la carretera
aunque es un decir
casi no hay curvas
porque vamos al Sur
Como una flecha

La carretera
bordeada de cercas metálicas
Que se lo manda guardar a las boreales
Distraída y fumando
--Alguien dice--
punteada
por pasos a nivel
marcada a intervalos regulares
por teléfonos de emergencia
Y peajes
A la salida y entrada de las ciudades





Volando bajo

Publicado en La guirnalda polar y Panorama cultural

Bueno. La cosa había terminado. Se trataba de un encuentro de doce poetas de la así llamada Región XIV, para los que no lo saben una manera de denominar a los chilenos que viven en el exterior, una categoría en pañales con muchas cosas por aclarar. Por ejemplo, yo soy ciudadano canadiense. Cosa que hay que reconocer, no se convirtió en arma para los críticos de este evento. En Chile toda iniciativa es criticable, sobre todo si se la puede atribuir a una persona en particular. Quizás se hubieran encontrado con gente nacionalizada en una media docena de países, y no hubiera faltado el xenófobo que cabalgando en las bajas pasiones colectivas, siempre rentables en épocas de imperio de los medios de comunicación de masas, hubiera exclamado con impostada indignación ¿Y dónde están los chilenos en el encuentro de poetas de la Región XIV?. Pero todavía no se ha llegado tan lejos. Se efectuó el encuentro bajo el pararrayos de su organizador, a quien se le negaron los fondos mediante artimañas y nepotismo, a quien cuyos enemigos en los corrillos y grupos de interés acusaron de traficante de drogas y de influencia. El Gobierno no entregó apoyo directo, se mantuvo distante, enfrascado en tratados y relaciones comerciales con Europa, Asia y el consabido monstruo, en las elecciones presidenciales por venir, y deseoso de mantener una imagen de imparcialidad frente al público y ciertos organismos de financiamiento de las artes que ha ido secretando y que están revistiendo un carácter mítico y semidivino, en ese país de instituciones y guildas arrasadas por el mercado y el crédito. Los funcionarios hicieron gestos, hubo discursos, un ministro pagó una opípara cena. En los próximos años, oleadas sucesivas de poetas y escritores catorceavos cosecharán como la parca un fruto de público, prensa y financiamiento gracias a nosotros doce, que pagamos el piso.
Pero allí nos despedimos y nos dirigimos cada cual a su aeropuerto, como a un destino incierto. Antes de volar me pongo en paz conmigo mismo, pienso en quien se verá más afectada ante mi súbita volatilización. Hago un balance de mis deberes y haberes en caso de que Dios exista, aunque no soy creyente. El saldo no es negativo. En general he tratado bien a mis mujeres, varias de las cuales me han dejado. Siempre me he ido casi con lo puesto y sin embargo sólo tengo recuerdos positivos de estas experiencias. Si el avión se cae o estalla en el aire, Dios me dice que en realidad mi expediente es bastante bueno, más veces se han aprovechado de mí que a la inversa, he pasado por la vida sin grandes odios, sólo unos pocos a nivel ideológico o estético, lo que no es personal y casi no cuenta, siempre he sido pésimo para los negocios, en cuanto a promoverme, hace unos años un amigo que no voy a mencionar me decía que yo había destruido palacios, refiriéndose a mis actitudes casi insultantes hacia gente importante que de cuando en cuando se había mostrado manifiestamente inclinada a ayudarme. La divinidad dice que en cierta medida como que me he pasado la vida promoviendo y facilitándole las cosas a los demás, muchas veces a personas que no se lo merecían y que en general se me ha pagado con ingratitud, con crítica encubierta. Pero me dice que he cometido un pecado imperdonable, que anula un poco los méritos anteriores; yo no creo en él “No crees en mí”, me dice, y se apunta el pecho. Me manda temporalmente al purgatorio, donde tengo que escribir una Oda a Dios, cuyo producto final Él mismo aprobará. Pese a que su creación pudiera indicar lo contrario, se dice que tiene un gusto muy exigente.
Pero allí vamos, un poco fuera de foco, la noche anterior dormimos con pastilla y eso siempre nos descentra un poco. En este largo vuelo nocturno todos duermen, menos yo, pero en algunos casos es seguro que los ojos cerrados ocultan un pavor inconfesable. En ese estado la percepción y los procesos mentales se agudizan, se derrota el sueño a costa de un ingente proceso de concentración, al leer Bodas de sangre de Lorca deploro el cliché, el refocilarse del autor en ese mundo en que se destacan a través de la bella imagen y el eufónico lenguaje las facetas más horrendas de una cultura reaccionaria y machista que todavía se vende con la pomada de lo telúrico por ejemplo, o lo popular, de mujeres encerradas en sus casas, destinadas a la procreación, de hijos robustos que trabajan físicamente en los campos, que procrean y si pueden matan, que en caso de infidelidad se la cobran a cuchillo. Pero en fin por el enorme aeropuerto de Atlanta circulan los jóvenes de las barriadas, mucho latino, negro en uniformes imperiales, que a lo mejor se aprestan para partir a unos de los frentes en esta nueva guerra mundial desigual y combinada. Al fin tocamos tierra en Ottawa, a mí y a un centroamericano nos pasan a que nos revisen las maletas, seguro por nuestro aspecto que luego se verá corroborado por el apellido, sacar todo, explicar porqué se estuvo fuera, ser conminado a producir alguna documentación que pruebe que soy traductor, como humildemente pongo en la tarjeta de desembarco. No tengo nada, para probar muestro un libro en español, afiches del evento, mientras el policía se nota más y más irritado, aunque en estas latitudes eso se manifiesta quizás por una cierta brusquedad, una mínima tensión de los rasgos. Si estuvo un mes afuera ¿Cómo es que llevó tan poca ropa?, me dice, lo que no es efectivo, ya que con el que llevaba puesto tenía cuatro pantalones, cinco camisas y dos poleras. Me hace vaciarme los bolsillos, ¿Y cómo puede viajar con tan poco dinero?. Y le tengo que explicar que ahora con mi tarjeta puedo sacar plata en Santiago en pesos chilenos, en Estados Unidos en dólares americanos, que ya nadie anda con cheques viajeros, no le voy a decir que a veces sí, otra gente, para cambiar dólares o euros en el mercado negro, de lo que fui testigo. Pero todos sabemos que las nuevas reglas del juego se justifican con el espectro del terrorismo. En una de éstas me han visto en la página de los poetas antiimperialistas y se les ocurre merced a una mala traducción que uno está incitando a la rebelión. Pero ahora me dice que no levante tanto la voz, pero es que todavía vengo aturdido por el descenso, con los oídos tapados, mientras maniobro torpemente con los cierres de la maleta y me dice como despedida que cómo tengo tanto problema con mi propia maleta, this is starting to get personal. Welcome home. Pero ahora le toca el turno al salvadoreño.


Ni bueno ni malo, todo lo contrario

"Usté no es ná, ni chicha ni limoná", decía parte del estribillo de una canción interpretada por el compositor e intérprete chileno Víctor Jara, asesinado en el estadio nacional de Santiago de Chile durante los primeros días del golpe de 1973. Difundida en los días más álgidos de ese período, en la letra se incitaba al tibio radioescucha a definirse, a tomar partido, a no quedarse en el medio. Las banderas nacionales suelen ostentar franjas de colores contrastantes, muchas veces opuestos, para representar simbólicamente la geografía o los valores que definen a las naciones. Los occidentales que adoptan el taoísmo tienden a entender bastante bien los ingredientes opuestos que componen todo lo que existe, el Yin y el Yang, pero tienen problemas para hacerse una idea del Tao, la entidad universal que abarcaría a ambos extremos. Es decir que es más fácil entender la tesis y la antítesis que el hipotético punto medio que es la síntesis, en que ambas se encuentran, y que teóricamente sería el más fructífero.No nos vamos a meter sino al pasar con afirmaciones muy manidas, como el carácter binario del pensamiento occidental, o que percibimos la realidad a través de opuestos, lo que se opondría a una supuesta visión sintética, abarcadora, del Oriente, que le estaría dando al individuo la posibilidad de anular esa oposición que existe entre su subjetividad y el ‘cosmos’, y entonces podría fundirse en una supuesta unidad con todo lo que existe. Eso ya lo han explotado hasta el cansancio un sinnúmero de sectas o cultos desde que la señora Blavastky lanzó la teosofía e inventó a Krisnamurti a comienzos del siglo pasado. Por el contrario, me parece que en asuntos que son bastante básicos no hay mayor diferencia entre las diversas culturas. Cuando uno toma un libro o ve una película, o escucha el discurso de una figura política o religiosa, uno siempre está aquí, digamos en el lado de acá, y esas otras cosas o personas están allá. De manera variable uno, que es el espectador, asume que eso que está adelante tiene valor, ya se trate de un video clip de la Shakira o de Bin Laden, el sermón de un cura, una repetición de Three is Company por televisión o un Streaptease. El DJ Tiësto tiene a los jóvenes saltando enardecidos y Castro consigue lo mismo en Cuba, lo que no va como crítica, sino como alabanza a un líder atrincherado por 50 años en una utopía amenazada por el poder fáctico más grande de la historia, y que sin embargo todavía puede enardecer con sus discursos a las masas de su país. Ahí lo básico es que yo, y los otros que están a mi lado, estamos aquí, y eso que estamos viendo está allá, lo que es obvio pero tiene bastantes consecuencias, —lo que hace las cosas bastante interesantes, diría cualquier hincha que sopesa la alternativa de mirar el partido solo, por televisión o con sus amigos en el bar latino—. Si bien en mis sueños diurnos yo soy el que estoy metiendo el gol, no puedo evitar darme cuenta de la distancia que hay entre yo y ese héroe, la insalvable lejanía que a la vez que lo realza a él en ese espectáculo que se desarrolla al frente mío, me hace a mí sentirme bastante mal aquí abajo, en este otro lado, y es entonces que pedimos otra vuelta y medio nos damos cuenta, si miramos hacia los lados, que los otros también tienen una cara un poco melancólica. Yéndonos hacia otro lado, la niña que mira la entrevista que le hacen a esa artista flaquita de cuyo nombre no me acuerdo, y que ve a otras parecidas en el cine o en las revistas para adolescentes, se va a empezar a sentir angustiada, sobre todo si tiene unos quilitos de más y entonces a lo mejor se va a poner anoréxica.
Y tenemos esta oposición, la que nos separa del paraíso donde yo y esa chiquilla podríamos estar, ya que podríamos ser el crack futbolístico o la modelo, ya que de alguna manera somos nosotros los que estamos ahí. Lo mismo vale para quienes se supone que aborrecen la representación de la figura humana poY tenemos esta oposición, la que nos separa del paraíso donde yo y esa chiquilla podríamos estar, ya que podríamos ser el crack futbolístico o la modelo, ya que de alguna manera somos nosotros los que estamos ahí. Lo mismo vale para quienes se supone que aborrecen la representación de la figura humana por razones religiosas. Si no fuera así, nadie estaría haciendo videos de bomberos suicidas. Y además en este asunto no hay diferencia entre la representación de una obra de Shakespeare, la lectura de los evangelios o de las tiras cómicas de los Ninja Turtles, o del manifiesto comunista. Todo depende de la edad, nivel cultural y creencias de la gente. Se trata de los espectadores (o lectores) por un lado y del espectáculo por el otro, lo que incluye a la representación lingüística. Y también del hecho de que de alguna manera yo estoy allá, en ese espectáculo. O de que se habla o escribe sobre mí y mi mundo—cómo es, o debería ser, lo que habría que hacer para mejorarlo, cómo voy yo en esto, etc.. Yo, que miro o leo, aparezco allí, encarnado en ese futbolista, ese vaquero de western italiano (un amigo en Chile me bautizó como el Clint Eastwood de la poesía chilena). Existe una identificación parcial. O mejor, ese alter ego nuestro nos hace un guiño desde la pantalla o las páginas de la novela. Los dirigentes políticos saben el valor de la escenografía, de proporcionar una figura pública con que todos de alguna manera podamos identificarnos, por lo menos en estos tiempos por así decir democráticos. Y existe también esa legalidad universal que nos habla desde las páginas de El Libro, ya sea La Biblia, El manifiesto Comunista, La Crítica de la Razón Pura, o un tratado de mecánica cuántica.Pero en ésta como en otras dicotomías se abre el abismo del fracaso. Los excesos utópicos puristas, lo que se llama integralismo, hacen volar civiles inocentes en muchas ciudades del mundo o despliegan armadas invencibles en nombre de un régimen de gobierno y mercado que se quiere universal y excluyente. Todavía agitan nuestras pesadillas colectivas el holocausto, el genocidio de Rwanda, el bombardeo de Dresden, Hiroshima y Nagasaki, el reino del Khmer Rouge. Quizás la solución se encuentre en un camino medio, o como decía Gurdjieff, “la vía del hombre astuto”. La niña no se deja morir de hambre, sino que come más ensalada y hace ejercicio. El Presidente Allende definió la presencia de ese principio de realidad en su intento de gobierno socialista, que debía ser a la chilena, con empanadas y vino tinto. El gris tiene una enorme variedad de matices si se lo compara con la homogeneidad e impenetrabilidad del blanco y el negro, aunque para nosotros quizás sea más fácil, y quizás de alguna manera definitorio, el blanquinegrismo de la crónica policial y de las películas que oponen a esos bellos jóvenes deportistas, pero que de alguna manera representan a los mismos tipos humanos que uno ve en la calle o en el espejo, con otros malos igualmente estereotípicos, en ese mundo de opuestos de fácil comprensión y mucha adrenalina que nos proporciona ese ámbito al que estamos acostumbrados a llamar cultura.


Apuntes sobre multiculturalidad y multiculturalismo

Publicado en Panorama cultural



La multiculturalidad es una realidad social que por tanto tiene que adoptar un marco institucional y legal que le de cabida. Hay algunos países cuya situación migratoria y económica y realidad demográfica los hace proclives a convertirse en una sociedad multicultural. Otra cosa, este proceso está ligado a la mayor porosidad de las fronteras nacionales, al aumento del volumen de los seres humanos que se movilizan desde sus países, a veces en forma masiva, por razones políticas, económicas, religiosas, genéricas y, podemos predecir, ambientales. Estos desplazamientos masivos son un aspecto de la así llamada globalización, que achica al mundo en términos de información y viaje, lo hace económicamente homogéneo al imponer la economía de libre mercado, crea centros de relativa prosperidad, pero a la vez hunde vastos sectores en la miseria económica, o los hace objeto de los conflictos que el sistema genera o agudiza mediante su forzada expansión. ¿Qué harán los millones de trabajadores textiles en Bangla Desh al ser abolidos los aranceles que protegían la industria textil nacional y se conviertan en mano de obra superflua?. Seguramente que habrá una migración masiva hacia países vecinos.
Donde existe la multiculturalidad, con suerte se encarna en una legislación, directrices, programas y organismos, el multiculturalismo, pero es básicamente el hecho social de la diversidad lingüística, étnica y cultural. Por ejemplo, la presencia de conglomerados humanos peruanos y orientales en Chile, que siguen la dirección de la aguja imantada de lo que perciben como un mini milagro regional, platea problemas a una sociedad y una institucionalidad no acostumbradas a la recepción habitual de grupos de extranjeros y que por tanto no han desarrollado aún una política multicultural. Hace unos años, la gente que vivía en un edificio de departamentos de la calle Carmen Silva en el barrio alto de Santiago, hizo circular una petición de firmas para echar a una familia hindú, por el olor de la comida. La hija de esta familia, bastante acomodada, cesó de estudiar en La Maisonnette, colegio francés de la elite económica donde se la molestaba bastante, y después se encontraba de lo más bien en un liceo fiscal. En algunos baños turcos se prohibía expresamente la entrada a coreanos y los peruanos son objeto de discriminación, abuso y burla. Claro que lo más seguro es que se trate de actitudes esporádicas. Por otro lado en Suecia, país en que quizás el multiculturalismo institucional sea el más desarrollado, una joven intérprete de origen chileno que iba a representar al país en un evento de relieve internacional, fue atacada salvajemente por neonazis suecos.
Es decir que una cosa es la voluntad de las elites políticas y culturales y otra la actitud de ciertos grupos de la población originaria o asimilada que cree ver una amenaza en inmigrantes y exilados que no tan sólo a veces realizan trabajos que ellos no están dispuestos a desempeñar, sino que a veces provienen de las elites políticas o culturales de sus países o bien se enriquecen en algunos años gracias a su durísimo trabajo en empresas familiares. Entonces habrá una tendencia de parte de la opinión pública a fijarse en los elementos negativos, que podrán ser las diversas mafias de origen étnico llegadas al país, que en todo caso siempre son una ínfima parte de los grupos inmigrantes y étnicos otros que la población de corriente principal, que generalmente hace aportes estadísticos más generosos a la delincuencia . También está el atávico temor, desconfianza, cosificación y demonización del extraño, del extranjero, que quizás sólo pueda eliminarse de las sociedades después de una prolongada convivencia ‘multicultural’ y un intenso proceso educativo de décadas, que sólo puede llevar a cabo un estado centralizado, equitativista, intervencionista, pluralista y laico. Las literaturas así llamadas ‘étnicas’, entre ellas la latinoamericana, tienen un largo historial en Canadá, The Canadian Enciclopedia afirmaba a comienzos de los ochenta, que “la reciente literatura étnica de Canadá incluye también el trabajo de autores sudamericanos, la más sustancial contribución siendo la de autores chilenos”, pasando a decir que con excepción de Ludwig Zéller, se trataba de autores refugiados políticos, “entre ellos Jorge Etcheverry, Erik Martínez y Naín Nómez, miembros de la agrupación vanguadista conocida en Chile como la “Escuela de Santiago”". Se afirmaba que “Su sofisticada poesía, que aprovecha las tradiciones europeas y chilenas del surrealismo, es a la vez política y personal”, y que “si bien se preocupan de Chile”...“también tematizan la experiencia canadiense, como hacen Gonzalo Millán, Manuel Aránguiz, Claudio Durán, Ramón Sepúlveda y José Leandro Urbina”, y que “ la voz sudamericana también incluye el trabajo del escritor argentino pablo Urbanyi, que vino a Canadá en 1977”. Algunos de los autores chilenos ya no viven en Canadá, pero los restantes siguen configurando gran parte de la literatura chilena en el país. La multiculturalidad de Canadá, hecho social, cultural y lingüístico, permite de algún modo iniciativas de inicio del tercer milenio, como la publicación en Ottawa, en 2002, de Anaconda, una antología de poetas del continente americano en solidaridad con los presos políticos españoles en Francia, compilada por el poeta chileno Elías Letelier, que reúne, en versión italiana a poetas de Canadá (anglo y francófonos), Cuba, Perú, Argentina, Chile (en Canadá, Chile), México, Venezuela, Estados Unidos, Colombia y El Salvador, manifestando así la doble vertiente literaria y política que ha caracterizado a la literatura chilena en Canadá desde su incepción. Otro proyecto, esta vez basado en Toronto, la ciudad más multicultural del mundo, combina el hecho político del exilio y la latinidad. Es un proyecto del colectivo ‘Mojito de Iguana’ que pronto verá la luz: “ Es decidor respecto a la identidad canadiense, que ninguno de los diez poetas en este colectivo hayamos nacido en Canadá”, expresa Paul Carr en la introducción de esta antología bilingüe de próxima aparición.
Pero multiculturalidad no significa ni integración a ultranza ni equivalencia de oportunidades. En una tendencia natural, sectores del país (y hablo de Canadá) defenderán la preeminencia de los idiomas oficiales y fundacionales, inglés y francés, así de los pueblos fundacionales, los ingleses, los franceses y las primeras naciones, aunque las condiciones de estos últimos señalan una falta fundamental de equidad. No hay—aunque los hubo momentáneamente—programas de financiamiento específicos para literaturas en idiomas que no sean los anteriores. La institución literaria de corriente principal seguirá mirando un poco de lado a esas otras literaturas que ven florecer como hongos a los pies de una estatua ecuestre, aunque algunos de esos escritores estén integrados a la literatura de sus países de origen, muchas veces merecedora de premios Nóbel. Pero esos son pelos de la cola frente a un vasto sentimiento e impulso hacia la confraternización y el conocimiento de lo distinto que ostenta gran parte del pueblo canadiense y sus elites, representados en sus escritores. Como pueden testimoniar quienes conocen la obra y la persona de tantos escritores canadienses con que nos hemos encontrado y compartido en diversas circunstancias, publicaciones, empresas culturales, solidarias o políticas, lecturas, eventos, talleres y series de lectura como el Dorado.


El horror austral

Publicado en la revista Mapalé y en Harry Magazine

El otro día me llamó la única funcionaria de la embajada de mi país con la que todavía tengo relaciones cordiales. Me preguntó si quería llenar un formulario para un catastro de todos los chilenos que viven en el exterior. Le aclaré que ahora yo tenía pasaporte canadiense y no tenía para qué llenar ese formulario, pero se lo agradecí de todas maneras. Ella le mandó saludos a mi esposa, aunque casi no la conoce. Pero en realidad no estamos casados, somos más bien convivientes (common law). Como venimos de matrimonios anteriores fracasados no creemos mucho en esa institución. Pero ni la señorita del censo ni los otros funcionarios van a saber nunca la verdadera razón que tengo para no llenar ese formulario. Me estoy acercando a pasos agigantados a la sexta década de una vida que muchos podrían considerar interesante y productiva, pero que yo no encuentro demasiado excitante.
Sé que hay muchos que me creen difícil y poco flexible. Allá ellos. A pesar de lo que pudiera parecer, no soy una persona muy sedentaria. Viajo bastante. Así he podido satisfacer mi ansia de conocimiento y mi vocación de escritor asistiendo a encuentros académicos y literarios en otros países, a veces con mi compañera y a veces solo, aunque mi plata me cuesta. No cuento, como muchos de mis colegas, con el apoyo económico de universidades o instituciones estatales. Pero no me quejo. Así fue que se me presentó la oportunidad de viajar a mi país natal, esta vez no como el simple visitante nostálgico que regresa a hacer el catastro de familiares y amigos, a superponer el viejo negativo que guarda en la memoria sobre la múltiple y variable fisonomía de la capital, de la que huí hace más de un cuarto de siglo debido a los sangrientos sucesos de todos conocidos. Esta vez se trataba de un recorrido literario, sobre todo poético, al menos de una parte del país, que se extiende a lo largo del sur del continente americano como la hoja de un corvo, ese tipo de puñal, bayoneta o cuchillo que hizo famosos a los soldados chilenos en una guerra fratricida dos décadas antes del siglo veinte. El viaje iba ser incómodo pero lleno de una riqueza caleidoscópica, ya que el país se suceden la geografía y el clima de casi todas las regiones del mundo, en ese corredor angosto festoneado por dos cordilleras, encerrado por el desierto y la meseta por el norte y el continente helado por el sur. Viajábamos en automóvil, aprovechando la modernísima carretera longitudinal, un proyecto polémico del gobierno actual, que si bien aprecian el turista, el transportista y el hombre de negocios, no pasa lo mismo entre los particulares, por el alto precio del peaje, ni entre los ambientalistas, que sostienen que el aumento del tráfico va a tener un efecto sumamente negativo sobre la fauna y flora de las diversas regiones. En eso estoy de acuerdo, aunque por distintas razones: por ningún motivo se debe permitir que la carretera atraviese el canal de Chacao y se prolongue en la isla de Chiloé. Va a crecer el tráfico, se van a acumular miles de personas extra, se van a edificar hoteles, restaurantes, casinos para sustento y recreación de miles de turistas. Se van a atravesar ciertos límites hasta ahora más o menos estables por la sabiduría y cautela de la gente local, que sabe ser hospitalaria cuando se da la ocasión, pero también hermética y distante. Algunas iniciativas llevadas a cabo en nombre del progreso pueden tener efectos catastróficos. Hay peligros que no por mantenerse discretamente al margen del conocimiento público son menos reales de lo que quisiéramos.
Asimismo, y coincidiendo otra vez con el partido verde de la zona, estoy haciendo circular por el internet una lista de firmas para oponerse a la pesca industrial en profundidad que realizan con impunidad los pesqueros japoneses. Pienso además que sería bueno que algún partido político de la región hiciera una campaña contra la pesca submarina, argumentando que contribuye a la extinción de especies ya de por sí escasas, como el choro zapato, el loco, el erizo, el piure, aunque no sea esto lo que me preocupa. Lo que caracteriza a estos tiempos postmodernos es este tipo de alianzas en que diversas partes interesadas logran distintos beneficios apoyando agendas comunes. Para bien o para mal, Chile es un país que se define en gran parte por su carácter marítimo.
Esa gira poética superó con mucho mis expectativas. El intercambio personal y literario con escritores jóvenes, (al menos más que yo), con gente que vive y crea en el país, fue para mí una fuente de inspiración, conocimiento, reflexión, y porqué no decirlo, sana alegría. Incluso se dio la ocasión para un poco de bohemia que, para mi sorpresa, me las arreglé para soportar de lo más bien aunque yo era el más viejo del grupo. Debo confesar que a medida que nos adentrábamos hacia el sur, me parecía entrar en un territorio desconocido. La carretera se extendía extemporánea, su presencia no turbaba en lo más mínimo esa vitalidad tranquila y oculta, vegetal, casi hosca, siempre igual a sí misma, silenciosa o que da la sensación de serlo. Ahí tuve la revelación del porqué de esa parquedad que siempre ha caracterizado a los poetas sureños, y que tanto sorprende al poeta santiaguino, asediado como está por la confusión de discursos heterogéneos y de todo tipo de ruidos que a la larga logran inmiscuirse en su poesía. Debo confesar que en mi infancia ya había estado en el sur, en unas borrosas vacaciones con mis padres, y que fui alguna vez en tren a la austral ciudad de Valdivia con una delegación estudiantil y poética de la Facultad en que estudiaba en santiago, que se convirtió en delegación etílica. Del tren nos fuimos directo a recitar con una agrupación poética de la ciudad, de ahí a una casa y de ahí recuerdo que me llevaron ya bastante tomado a otra casa donde me habían alojado. Cuando me desperté era como la una de la tarde, hora de volver a Santiago, ya todos estaban listos para ir a tomar el tren, un poco irritados, ya que me estaban esperando sólo a mí. Además había faltado a la cita que después del recital me había dado para esa mañana una niña muy buenamoza, que me dijo que mi poesía la había conmovido, que la hacía recordar el mar. Todavía la recuerdo: alta, con unos ojos bastante curiosos, muy grandes, un poco salientes, una piel como con tintes de un dorado verdoso, detalles que siendo curiosos la hacían más atractiva, como suele suceder con ciertas mujeres que parecen equilibrarse trabajosamente entre la fealdad y una rara belleza. Fuera de esa oportunidad perdida no era mucho lo que recordaba de esa ciudad.
Así nos íbamos adentrando en la región, haciendo recitales de ciudad en ciudad, siempre con pocas horas de sueño. Se sucedían las trasnochadas, las libaciones, la comida, los cigarrillos, la conversa, dormir un poco, la vuelta al auto, a la carretera, a dormitar a ratos (por suerte yo no manejo), a maravillarse por el paisaje. En las calles de Lota pude saborear unos sándwiches de marisco en pan amasado. Una mañana me desperté temprano, casi al alba, excitado por el olor del mar y salí a la calle, caminé hacia la playa y pude ver a lo lejos una figuras que jugaban en el agua, imprecisas, chapoteando, unas siluetas que parecían vestidas como para bucear, con patas de rana, trajes verde oscuro que jugaban con una mujer que se debatía en una lucha fingida, profiriendo gritos que simulaban terror, que los otros coreaban haciendo mofa. Las gaviotas graznaban sobre mi cabeza, que me dolía con los últimos vestigios de la remolienda de la noche anterior. Pisé sobre una botella vacía, que casi me hizo perder pie. La calle a mis espaldas estaba llena de colillas de cigarrillos, botellas quebradas, incluso había un sostén de mujer. El olor a pescado lo impregnaba todo, con sus reminiscencias eróticas. Cuando volví al hotel a desayunar ya no había huella de los alborotadores en la playa.
Pero la cosa no terminó ahí. Una poetisa y narradora de Talcahuano que decían que era lesbiana pero que yo creía que más bien tenía malas pulgas, se notaba pálida, llorosa, la silla en su mesa que ocupada todas las mañanas su compañera de cuarto, una niña poetisa de la zona, estaba vacía. Evitó hablar conmigo toda la mañana, aunque nos llevábamos bastante bien y conversábamos bastante. Más tarde, cuando nos tocó leer juntos en un liceo, antes de almuerzo, le hice notar que a su amiga ausente la habían sacado del programa, así como si tal cosa. Ella tenía los ojos llorosos pero no me contestó, cuando le dije que cómo, que eso no podía ser, que dónde andaba su amiga. Me dijo que no armara lío y que lo mejor es que me quedara callado. Y parecía que ésa era la orden del día, ya que por lo menos los otros escritores de la zona que andaban con nosotros, y nuestros anfitriones se quedaban callados y cambiaban de tema cada vez que yo trataba de preguntar. A la hora de comida era claro que la niña no había aparecido. Cuando se lo comenté a uno de mis compañeros de viaje me dijo “Se debe haber ido de vuelta a Concepción. Peleas de maracas”. Entonces tomé el tren a Santiago y tan pronto como pude, el avión a Canadá.


Cosmos y buenos propósitos

Publicado en El alba volante y La cita trunca

Pese a no ser cristiano, es decir, a tratar de no ser cristiano, a veces me tienta la fácil idea de una creación y un creador, con sus ventajas de un universo ordenado e inteligible, más o menos como se ve o como lo describen, incluso ahora aceptando que las leyes científicas también serían parte del diseño del creador. Y no es para menos. Situado en esta perspectiva me puedo dedicar los últimos años que me quedan a ser un poco más considerado que de costumbre con mis semejantes, rezar, ir regularmente a la iglesia, hacer alguna labor social, lo que no sería un cambio muy grande, ya que de alguna manera por algo así, aunque con otra magnitud, vinimos a dar con nuestros huesos a estas latitudes. Porque en el esquema católico, que para mí sería el único posible por haber crecido en una familia de esa iglesia, no basta la relación personal con Dios, ni los rezos, ni la mortificación, dieta, o ayuno, si no entra a jugar la dimensión del prójimo, es decir la así llamada ‘comunidad’. De ahí que en la iglesia católica hayan surgido poderosos movimientos sociales y que en las listas de ejecutados de las diversas dictaduras latinoamericanas siempre figuren sacerdotes, en algún momento se haya formulado una Doctrina Social de la Iglesia y brotaran en el pasado intentos utópicos desde la Orden del Temple a las misiones en Uruguay. Pero no nos alejemos del tema. No me es posible asumir que lo que se ve es tal como es ciento por ciento, que es lo básico para una religión que no sea hindú, que por el contrario sostiene que lo que uno ve es ilusión, Maya. Eso me viene seguramente de haber estudiado o enseñado filosofía en mi lejano país en un pasado ya remoto. Por el contrario, hay ocasiones en que me sumo en una especie de marasmo intelectual en que si bien las cosas concretas a mi alrededor no desaparecen, sino por el contrario se hacen sentir casi diría con más intensidad, se me tienden a hacer problemáticas, al menos en su apariencia y consistencia habituales. Imagínense que se acepta la noción, que parece no tener nada del otro mundo, que el espacio y el tiempo son divisibles al infinito. Hay millonésimas de segundo y millonésimas de centímetro, medidas que se aplican para medir por ejemplo a los virus, que no pueden ser más concretos y existentes, hay que acordarse del VIH. Entonces cada vez que uno da un paso atraviesa un infinito. Teóricamente para atravesar un infinito se necesita un tiempo infinito. Cuando pasa un segundo pasa un infinito, y sin embargo eso es lo más común del mundo. Claro que parece que con la Teoría de la Relatividad todo se curva sobre sí mismo, como un caracol, hasta el tiempo y el espacio, pero lo que pasa es que dar un paso no es ni micro ni macro cósmico, donde es más fácil aceptar que pasa este tipo de cosas. Pero me estoy poniendo muy nervioso. Necesito un cigarro.


El último poeta nacional

Habría que preguntarse si Pablo Neruda fue el último poeta nacional de Chile, si es posible que una voz poética pueda tematizar al país en sus diversos aspectos, y si el proyecto histórico del país puede producir otro poeta nacional. La otra poeta chilena que lo fue, es indiscutiblemente Gabriela Mistral. Vicente Huidobro, cuya producción poética abre caminos en la poesía en tanto escritura, es sobre todo una figura innovadora, restringida más bien a lo que podríamos denominar las élites, sin que su poesía pase a ser universal dentro de Chile. La aceptación en el país de Pablo de Rocka fue relativamente limitada. Su obra, a veces monumental, fue caótica y, me atrevo a decirlo, desigual. Por otro lado, las figuras sucesivas y a veces coincidentes de la Mistral y Neruda ya habían ocupado un segmento central del espacio poético y la conciencia nacional. La figura de Nicanor Parra, es indudablemente la que más se aprestaría a ponerse el cetro de poeta nacional. Es la máxima figura poética de Chile, su estatura latinoamericana e hispánica en general lo pone incluso a la cabeza de Ernesto Cardenal y sería un digno merecedor del Premio Nóbel. Contra él conspira el hecho de que un poeta nacional tendría que tener una dimensión épica, es impensable que el gran antipoeta sea el poeta nacional de un país tan serio como el nuestro. Los otros poetas nacionales sin discusión en América Latina son Nicolás Guillén, en Cuba, Roque Dalton, en El Salvador y Ernesto Cardenal en Nicaragua, quizás Otto René Castillo en Guatemala. Aún careciendo de la dimensión decididamente universal de Neruda, los tres primeros son figuras continentales. Se hace evidente en la obra y biografía de estas figuras—Guillén, Neruda, Dalton, Cardenal y Castillo—la asunción de un proceso que puede llamarse revolucionario que, en el caso de Dalton, Castillo y Cardenal, se ve acompañado de una militancia armada. El compromiso se lo plantea Neruda cuando se pregunta y se responde en sus memorias: “¿Puede la poesía servir a nuestros semejantes? ¿Puede acompañar las luchas de los hombres? Ya había caminado bastante por el terreno de lo irracional y de lo negativo. Debía detenerme y buscar el camino del humanismo, desterrado de la literatura contemporánea, pero enraizado profundamente a las aspiraciones del ser humano. Comencé a trabajar en mi Canto general”. Neruda es nuestro poeta nacional porque parece dar cabida a los diversos ámbitos temáticos y escriturales, desde lo lírico y popular de los Veinte poemas hasta lo épico del proyecto social histórico del Canto general, a la vez que elabora una ontología poética del país, como en Arte de pájaros o Las piedras de Chile. Respecto a la escritura, parte de su obra es popular y sinónimo de accesibilidad para el público en general, y otra parte incorpora a la poesía nacional elementos del vanguardismo, patentes sobre todo en la primera Residencia en la tierra. En eso nos recuerda a otro poeta nacional hispánico, Federico García Lorca, con su abanico temático que abarca a España y con su escritura que va del romance tradicional de Romancero gitano al vanguardismo experimental del Diván de Tamarit. Lorca también se adscribió a un proyecto histórico nacional de realización humana equitativa. Pareciera que ese componente fuera una constante en los poetas nacionales hispánicos. Y en esta vena podríamos también mencionar al poeta argentino Juan Gelman. Así, en nuestro ámbito cultural, el compromiso con un proyecto histórico y la representación de los diversos aspectos discursivos y ontológicos del país e incluso del continente, aparecen como los componentes más evidentes del poeta nacional. En la actualidad, Neruda no tiene heredero. El país parece envuelto en una dinámica inversa respecto al proyecto que se abrió camino en la poesía de Neruda. Luego de la poesía de los sesenta y los primeros setenta del siglo pasado, la experimentación y la vanguardia abandonan a la poesía chilena. La necesidad histórica y los imperativos sociales y culturales hacen que la voz poética se desdoble en poesía femenina, indígena, de las provincias y urbana, gay, del interior y el exterior. Pero todos celebran a Neruda; los adherentes a su proyecto histórico nacional y continental con derecho pleno; las instituciones del país que representó como diplomático y premio Nóbel, con el derecho que dan el poder y las instituciones; el académico y el escritor del mundo lo saludan como un hito de la cultura humana; las comunidades chilenas del mundo como parte de su historia. En estas tierras boreales, desde sus trincheras opuestas, las representaciones diplomáticas y los poetas chilenos residentes entierran por un momento el hacha de la guerra y se suman a las comunidades, no tan sólo chilenas, que celebran a nuestro último poeta nacional.


El poeta es un pequeño Dios

Publicado en Poesimistas, Azularte, La cita trunca, Libros gratis y Letralia

Eso no es mío, es de Huidobro. Yo soy ateo, por lo menos ahora. Pero no se puede negar que hay una pizca de verdad en el lema del insigne vate. En cada generación de mi familia se han presentado casos de esquizofrenia, empezando con mi abuelo, que en paz descanse, y hasta ahora terminando con una prima mía que sin embargo no tenido problemas en casarse, tener dos hijas preciosas y estar ahora viviendo en Europa. Cuando chico, yo dormía muy mal, tenía pesadillas muy seguido, despertaba gritando. A veces me pasaba que me ponía a conversar con gente que me venía a ver en la noche y se sentaba en la cama, como el seminarista o las dos niñas gemelas, que a veces abrían la puerta del velador y se metían las dos juntitas, una al lado de la otra. Para mí eso era de lo más normal, luego me he dado cuenta que no es tanto. Mi madre me dosificó por varios años bromuro de calcio bajo una forma que se vendía bajo el rótulo de Calcibronat. Cuando le tocó a mi tía, estuvo internada y en ese entonces le aplicaron electroshock. Pero a lo que vamos. Tengo bastante familiaridad con las enfermedades mentales, varios amigos y amigas mías se cuentan entre la gente aquejada que conozco, fuera de mis parientes. En general, son gente muy creativa e intuitiva, y cuando se dan cuenta de que tienen que hacerse un poco los tontos para que no los jodan mucho, son bastante tratables y una permanente fuente de inspiración.
Pero ninguno como Arturo Méndez, que profesa en la literalidad de Huidobro y que cree a pies juntillas que en sus sueños está creando un universo en el que iniciará otra vida una vez que termine con esta. Pero es muy discreto con esta convicción. Hasta donde yo sé, soy una de las pocas personas que saben este asunto. Incluso a mí me parece a veces que me está tomando el pelo. La cosa es más o menos así, en los sueños de los poetas y los creadores, no de todos, en algunos sueños prácticamente todos los elementos aparecen realzados, espacios más grandes, arquitecturas más vertiginosas y colores más vivos. Él soñó esa vez que dice que se le paró el corazón por la diabetes que era un recién nacido y que a su lado yacía un cuerpo ingente de mujer, se trataba del inicio de su nueva vida. Pero no se murió y despertó. Dice que algunos de los lugares, la misma Batôn Rouge donde vive en Luisiana, adoptan una nueva magnificencia, la flora y la fauna pueden ser monstruosas y de una materialidad agobiante. Tiene la impresión de que a veces puede volar, o que se levanta del suelo, levitando. Yo le digo que todos volamos en sueños, que yo mismo hace décadas soñaba ser una especie de ave de presa que se abalanzaba sobre mujeres jóvenes que paseaban por las calles y los campos, despreocupadas, que el vuelo tiene un significado sexual muy claro en el psicoanálisis y que experimentara para que viera que si se corría una paja no iba a volar en sueños, a lo mejor ni siquiera iba a soñar, es decir que iba a caer como piedra en el sueño de los justos. Pedimos más café, es muy temprano para empezar a tomar, aunque a mí ya me esté empezando la tembladera.



Los escritores y el internet

Publicado en Pliegos de opinión y Ceranda digital

El Internet ha traído la posibilidad de la comunicación instantánea, casi irrestricta y sin límites espaciales. Esta ubicuidad es un regalo y una responsabilidad que son fruto de la tecnología virtual, y eso lo saben muy bien quienes desde hace bastante tiempo se vienen aprovechando de este medio. El degenerado que se trasmuta para asumir otra personalidad y conquistar a la preadolescente en un salón de chat encarna de alguna manera a Zeus, que cubría grandes distancias y asumía diversas formas para seducir a sus presas.
¿Y porqué no lo podrían hacer los escritores?. De hecho, su capacidad para llegar a todas partes del mundo se ha multiplicado. Sus posibilidades para dotarse de esta ubicuidad han aumentado enormemente e implican el acceso potencial a cualquier individuo o máquina receptora en el mundo. Esto ha tenido consecuencias muy concretas. Ha vuelto de algún modo el ‘compromiso’ del escritor. Ahora es habitual que frente a cualquier evento político importante en cualquier lugar, salgan listas de escritores que asumen variadas posiciones, trátese de las guerras en el Medio Oriente, la prisión de disidentes en Cuba, el atajo de inmigrantes africanos en Melilla, el conflicto árabe israelí, la condición de los disidentes políticos en las cárceles de Turquía, etc.
No es casualidad que varios poetas y escritores latinoamericanos hayan pasado al rango de cuasi líderes de causas progresistas y revolucionarias y a desempeñar el papel de activistas culturales. Pareciera que en el tipo de eficacia que este nuevo medio conlleva, la configuración de la información y sus canales que impone, están acercando a las figuras del escritor y del líder político, ambas encarnaciones culturales del héroe. Podemos citar por ejemplo a Ariel Dorfman y a Luis Sepúlveda, que paralelamente a sus apariciones en los medios impresos difunden declaraciones y posiciones por vía virtual. En Canadá está poetas.com y sus publicaciones virtuales y en papel, que ha impulsado campañas y eventos literarios de solidaridad internacional con participación de poetas latinoamericanos. Además el escritor, como usuario preferencial del internet, ha logrado una fluidez de formato. El texto enviado electrónicamente puede resultar en un producto impreso en otro continente. Su voz y su imagen pueden ser reproducidas y pueden atravesar fronteras. Frente a la demanda de información y a las múltiples opciones de expresarla, el escritor adopta múltiples formas de comunicación, la crónica, la nota, el testimonio breve, el llamado, la nota editorial, el comentario, llegando a adquirir otra personalidad. El periodista se hace poeta al dar a un artículo un toque impresionista, y el poeta se hace periodista al tener que dar su opinión inmediata y explícita frente a una situación determinada que exige apremio y no deja tiempo para la ‘inspiración’.
Y contra lo que se esperaba en el ámbito de los medios, y gracias a la tecnología del internet, no parece haberse producido el ocaso de la palabra en favor del auge de la imagen. La palabra redescubierta se liga implícitamente en la mentalidad colectiva al palabreador por antonomasia, al escritor y aún más, a los poetas. Es que la imagen que se impone a nivel del espectador y es propagada por los medios de comunicación y el cine, carece de productividad desde el extremo de la recepción. El manejo de la imagen no está al alcance de todos; exige al menos el dominio de la fotografía, o el de las artes gráficas, técnicas especializadas, además del acceso a un medio caro, escaso y tecnológicamente sofisticado, cámaras de televisión, etc.. Así, su uso se restringe a una ínfima minoría de los comunicadores potenciales, no importa cuán democráticos sean los parámetros en que se usa el medio. La palabra es universal y se adquiere en el medio de manera refleja. Desde el punto de vista de la participación, la introducción del internet es como si de pronto fuera posible instalar en cada casa un canal de televisión comunitaria, con la salvedad de que ahora se tiene alcance global.
No es extraño que, junto a las voluminosas novelas fruto de los computadores, cuando casi se pronosticaba el fin de la literatura, se produzca una explosión de la expresión personal y el registro. El individuo pasivo situado en el extremo receptor de la pantalla se convierte en el sujeto. El signo de los tiempos se desplaza de la pantalla chica de la televisión a la del computador. Esa entrada masiva de la masa/comunidad receptora se hace a través de la palabra, y de la palabra escrita. El espectador se convierte, sino en protagonista, al menos en un agente potencial, aunque sea mínimo, del acontecer. Ya no hay secreto de estado, masacre o desaparición que no sea husmeada por este nuevo sabueso y diseminada a la luz pública, con la posibilidad de alterar los acontecimientos mediante la ubicuidad y alcance propios del nuevo medio y su carácter instantáneo. El Internet es tan democrático que incluso mediante la ingeniería del virus le es posible lograr lo que ofensivas armadas no hubieran logrado en otros tiempos, desactivar temporalmente los centros del poder imperial económico y militar, ya que el universalismo del medio no permite que los poderes que se aíslan detrás de barreras insalvables en el mundo concreto permanezcan incólumes si quieren ser usuarios de la nueva tecnología.
Volviendo a los escritores, si bien la institucionalidad literaria mantiene también en este nuevo espacio su poder, ya hay otras instancias paralelas, organizadas en torno a otros ejes, y que muchas veces son contradictorios o heterogéneos respecto a los ejes y jerarquías existentes al interior de las fronteras políticas o geográficas, o a lo largo de las redes comerciales de circulación y consumo de bienes. El orden establecido de la institución literaria dentro de un país (selección, crítica, difusión, comercialización, academia), cuyo radio de acción es básicamente el del mercado nacional, aparecerá distorsionado en las iniciativas virtuales, cuya geografía presentará nuevas áreas, por ejemplo de escritores en las diásporas, y/o discursos políticamente rebeldes, contestatarios, marginales, o de fuera del canon. Esto es importante para la literatura ‘intersticial’, ‘de menor difusión’, ‘subordinada’, como podría calificarse la literatura hispánica en Canadá, así como las literaturas del mosaico canadiense que no son las hegemónicas anglo/francófona. La virtualidad es una parte importante del tejido de información y producción textual que conecta al emergente, fluido y frágil mercado alternativo de la literatura hispanocanadiense. Los eventos y la producción de los esos escritores ya no tiene necesariamente que ser sancionada crítica, editorial y lingüísticamente por las culturas hegemónicas anglocanadiense y francoamericana. La vinculación regional con Latinoamérica, y con sus propios países inserta a los autores residentes en Canadá en un panorama cultural propio, muchas veces contestatario y quizás marginal respecto a las literaturas nacionales de la corriente principal. La accesibilidad, sofisticación y costo de la nueva tecnología ha dado una ventaja bien aprovechada a los escritores latinos de origen exilado e inmigrante frente a la institucionalidad literaria nacional. Por supuesto que lo descrito corresponde a una hebra en vasto el tejido del internet, cuyo diseño principal aún lo constituye la expresión, anhelos, soledad y alienación de las masas globales. Pero existe una potencialidad inédita de difusión e intercomunicación de los escritores a un costo bajísimo, la posibilidad de influir en los acontecimientos dilatando con el nombre una lista que puede circular alrededor del mundo.
Pero la industria se movilizará junto a los países para legislar, controlar, censurar y aprovechar el internet, pero es discutible que logren un control parecido al que ejercitan sobre los demás medios de mayor rentabilidad. También es verdad que este nuevo medio no anula la alienación, pero se trata de una alienación distinta, que cuenta con un ‘nicho’, de posibilidad irrestricta de expresión y comunicación verbal. En una era como ésta, --un interregno en que los poderes fácticos afinan sus herramientas de explotación y control--, surge un medio de comunicación e intercomunicación en principio universal, democrático, de alcance global y basado en la palabra. En esta situación, quizás el especialista de la palabra sea uno de los que más tiene que ganar.




Vascos, extraterrestres y cerveza

Publicado en la Red de ciencia ficción

Frecuentar los mismos cafés y bares, tomarse unos tragos y dejar que algunos interlocutores ocasionales, repartan la nueva. Pasará un tiempo y si uno se las arregla para ocupar más o menos la misma mesa, los mismos días de la semana, a las mismas horas, empezarán a rondar primero y a acercarse después, gente con las mismas inquietudes, o parecidas. Uno los ve, por ejemplo sentados en una mesa vecina y les sonríe de manera invitadora. Algunos puede que sean locos de atar, gente perdida en increíbles obsesiones, pero llegarán otros a quienes el restringido espacio de la academia, la investigación oficial, más o menos lo mismo, o los medios, no le han acordado el espacio que (según ellos), se merecen. La paranoia generalizada del control del internet del Hermano Grande, sobre todo desde 9/11 no hacen posible recurrir a este medio de comunicación. Uno no sabe si el interlocutor que profesa haber tenido experiencias similares es un agente de los poderes fácticos, como se dice ahora. Entonces, la Radio Bemba, como dicen en la República Dominicana, se revela, aún en estos tiempos de las TIC (tecnologías de información y comunicaciones) como bastante fructífera.
Es así que una persona cuyo sexo, origen ético, estatus social y laboral, sexo, lengua no voy a mencionar por razones obvias terminó apersonándose a mi mesa de habitué en un café cuya ubicación y nombre tampoco voy a mencionar. Se refirió a mi nombre, a si yo sabía que era de origen vasco, que significaba esto y lo otro. Le dije que sí, le referí que no hacía mucho alguien me había mandado un correo electrónico, presumiblemente desde España, inquiriendo si mis libros estaban a la venta en el viejo continente, que en todo caso pensaba visitar Québec City, Toronto, esa cosmopolita ciudad europea enclavada en el corazón del Canadá rústico y redneck, Montreal, que ya conocía y que ocupaba un lugar predilecto en su corazón, y que esperaba entonces conseguir algunos libros míos en las librerías. Cuando las ranas críen pelo, había pensado yo para mis adentros, parodiando a Gurdjieff. Había terminado preguntándome si yo sabía si mi nombre en vasco significaba esto y esto otro. Pero no nos alejemos del tema. La persona frente a mí echaba miradas nerviosas a su alrededor, totalmente infundadas, ya que yo había estado ahí tomando, comiendo nachos y hablando con otros contertulios que no viene al caso mencionar, que se habían ido, era casi hora de cerrar y la única otra gente eran las niñas camareras, algunas medio puestonas, cuyas risas y charla y ocasionales talles, extremidades y ademanes ponían un vago trasfondo a nuestra conversa. Hoy no estaban de turno esas dos mujeres jóvenes, bajas, de edad y etnia imprecisables, que en general se las arreglaban para rondar mi mesa en forma quizás demasiado casual, cosa a la que ya me he referido.
Y me dijo que había visto una y otra vez el video de la disección del extraterrestre de Roswell, que había sacado una copia y que la veía por lo menos una vez por semana, que ese cuerpo pequeño, sólido, bien formado era indiscutiblemente femenino y que si lo que le habían contado de mi supuesta teoría era lo que suponía, estaba de acuerdo conmigo ciento por ciento. Y que entendía mi referida reluctancia a acercarme a las autoridades competentes, olvídate, me dijo. Con un master en antropología andaba manejando taxis. Pero así son las cosas. Por otro lado, lo que me tenía que comunicar sí que era importante, lo afectaba también a él, como de seguro me afectaría a mí. Si bien se decía por ahí que los vascos existían donde mismo desde el paleolítico, unos nueve mil años antes de Cristo, según algunos, con muy poca evidencia concreta, sólo había registros del idioma vasco desde fines de la Edad Media. No había ni vestigios arquitectónicos, ni fósiles, ni nada, sólo un lenguaje absolutamente extraño, sin relación establecida en serio con ningún otro idioma, pese a los ridículos esfuerzos por establecer por ejemplo parentescos con el georgiano, o una teoría de que era el idioma que en algún momento hablaban los íberos de toda España y así por el estilo. Es decir, que aparte de todo eso lo que contaba era que habían aparecido de repente, a fines de la Edad Media, claro que ciertos intereses inmencionables habían tratado de fundamentar un pasado anterior, me entiende, para echarle tierra al asunto. Las visitantes eran nuevitas, eso no era nada, ya había una raza de origen extraterrestre vivita y coleando, qué Código Da Vinci ni qué ocho cuartos, Close Encounters y toda esa vaina, en el mundo había extraterrestres establecidos hacía como mil años, quizás con qué fines. Me preguntó si yo había tenido alguna vez la sospecha de que no era como el resto de la gente, si, como él, me embargaba a veces la sensación de ser distinto, de que una barrera invisible me separaba de mis contemporáneos, mi familia, mis amigos, de que pensaba de otra manera, de estar llamado a otras cosas, qué sé yo, a él eso le pasaba siempre. Tenía pesadillas, sueños raros. Claro, pensé, sobre todo cuando se había huasqueado con la plata de otros. Entonces fue que pedí la cuenta.


De poetas y trincheras

Publicado en la revista Añañuca, el Museo Ernesto Ché Guevara y La cita trunca


Se dice que Platón habría expulsado de su república a los poetas. Cualesquiera que hayan sido sus motivos, eso demuestra que ya desde entonces los poetas eran como una pulga en la oreja, jodían, molestaban, y en una de éstas hasta tenían, o se creía que tenían, algún efecto. Sin embargo es curioso que uno de los lugares comunes más socorridos contra la poesía sea el de su inutilidad, ¿Para qué sirve la poesía?, es una pregunta corriente. Ser poeta puede ser sinónimo de inútil, desubicado, loco, y en algunas ocasiones vivo. En este último caso tenemos a ese poeta madurón, suiticón y embaucador con eso de la poesía de señoras de buen pasar aburridas en sus casas, personaje que Don Miguel de Unamuno nos presenta en su novela corta Nada menos que todo un hombre’de 1931. En general los detractores de la poesía y por ende de los poetas, vienen de variados campos. En Así hablaba Zaratustra, Federico Nietzsche pone en boca del narrador que “los poetas desean hasta cosas que las viejas se cuentan en la noche”. Claro que el ilustre filósofo, además de federico o por eso mismo era bastante misógino, ya que en otra parte de ese libro el mismo profeta poeta peripatético que es el personaje central del libro dice “Si vas con las mujeres no olvides el látigo”. Y ese tipo de cosas es más o menos corriente. Es decir, que en general entre los enemigos de la poesía y de los poetas se suele encontrar gente con opiniones bastante desagradables, esto definido de una manera muy sencilla: si esas ideas tuvieran vigencia universal sería el acabose, o al menos vastos sectores padecerían harto sufrimiento y daño, bastante más de lo que ahora existe, que no es nada de despreciable. Por lo general el poeta termina por situarse en el bando de los ‘buenos’ en el conflicto de que se trate, por lo menos en los tiempos contemporáneos. Es muy conocida la posición que adoptaron Federico García Lorca y Pablo Neruda en la guerra civil española, y cómo esto le ocasionó la muerte al poeta español. Hay muchos e ilustres nombres de poetas hispánicos entre las innumerables víctimas que llenan los cementerios de lo que con justeza podemos llamar la ‘causa popular’. Basta mencionar a Miguel Hernández, Javier Heraud, Otto René Castillo, Roque Dalton, de trágico fin ante pelotones de fusilamiento, asesinatos o estadías en las cárceles. A estos se puede agregar al joven activista cultural y poeta James Oscco, muerto no hace mucho por escuadras de la muerta en el Perú. Tampoco se restringe este sino al mundo hispánico. Hace un par de años un joven estudiante turco fue arrestado por leer un poema de Nazim Hikmet, el famoso poeta comunista turco muerto en el exilio en 1963.
Si bien es cierto que artistas y periodistas, en general quienes se dedican a representar la realidad por trabajo o vocación, siempre son algo peligrosos para el así llamado ‘sistema’, si no se avienen a entrar en arreglos con los ‘poderes fácticos’, los poetas ocupan en esto un lugar privilegiado. Si bien no representan las cosas con el detalle convincente y detallado de la prosa o la fidelidad a la realidad que sería parte del mandato de los periodistas, el poeta acarrea desde la antigüedad un halo profético, mediúmico, chamánico, ligado quizás al carácter básica y quizás definitivamente oral de la poesía y su innegable componente lírico. El poeta recita, expone, pero junto con eso está su expresión personal, sentimental, su posicionamiento acentuado frente a lo que se trate. Por ejemplo, Gunther Grass es un gran novelista contemporáneo, pero conozco personas nada de estúpidas que no pudieron seguir leyendo algunas de sus novelas y yo voy a tener que confesar que me pasa algo parecido con Marcel Proust. Pero un poeta famoso no se puede dar el lujo de ser latoso. Es casi un estereotipo imaginar o representarse a poetas con una causa que se dirigen a las masas. Los primeros tiempos de la revolución rusa son inconcebibles sin Vladimir Mayakovsky y Sergei Yesenin, ni sus últimas décadas sin Evgenii Evtushenko. El experimento socialista democrático chileno que culmina en el gobierno de Allende es impensable sin Pablo Neruda, ni el intento sandinista en Nicaragua sin Ernesto Cardenal. La incepción y consolidación de la revolución cubana se vieron acompañadas de la voz de Nicolás Guillén. Actualmente Roberto Fernández Retamar, Juan Pablo Fernández y Nancy Morejón son sus embajadores poéticos y culturales. Quizás una de las cosas que el proceso bolivariano en Venezuela esté necesitando sea un vate nacional que lo cante para el mundo.
Pero no quiere decir que sólo la así llamada izquierda sea un campo fértil para que brote la poesía. Quizás sea mayoritario, ya que las causas por así decir ‘positivas’ tienden a aglutinar a los poetas. Pero siempre ha habido excepciones. El poeta anticastrista Armando Valladares recorre el mundo denunciando al régimen cubano actual. A Ezra Pound lo pusieron en una jaula en los últimos días de la segunda guerra mundial por sus alegadas tendencias fascistoides. El himno de batalla de los nazis, el Horst Wessel, fue escrito por un poeta. Y no hay tampoco un monopolio de lo que los lectores ingenuos denominan ‘calidad’, --el conjunto de predilecciones institucionalizadas en un momento dado--. Entre los poetas de la izquierda a veces se producen himnos conmovedores y otras panfletos latosísimos. Si me hubiera tocado pasar junto a la jaula de Pound a lo mejor le tiro su piedrecita huacha, aunque es uno de mis poetas favoritos y uno de los padres de la poesía contemporánea, cuya huella se deja sentir en muchos grandes poetas de la izquierda. Pero a lo que íbamos al principio. En la actualidad hay una gran movilización entre los poetas por causas como el medio ambiente, la paz mundial y la justicia y equidad sociales. Un organismo de este carácter, que cuenta con más de 2.000 poetas miembros en el mundo y cuya sede central está en Chile, me hizo el honor de nombrarme embajador suyo en Canadá. Se llama Poetas del Mundo y recibe adhesiones de poetas en http://www.poetasdelmundo.com/contacto.asp.




La democracia da pa too

Lo primero que hago tan pronto como me levanto es mirar el correo electrónico, las noticias en el Internet. De vuelta en el hemisferio norte y dejándome bien que mal habituar a los espacios naturales y arquitectónicos, a los conglomerados humanos y psíquicos, me encuentro con dos mensajes que me habían mandado pensando que estaba allá abajo en Chile: una entrevista y lectura por radio, no sabían que ya me había venido y Baskonia Americana deseaba entrevistarme para, “un ciclo de documentales orientado a recuperar contactos entre gente de origen vasco que hoy vive en América”, con difusión en América y España. Mientras aquí me subsumo en el febrero del hielo, la desolación y el suicidio, los etarras ponen una bombita en Madrid, antes avisan caballerosamente por teléfono. Todo el cuerpo legislativo de las vascongadas pide cogobierno con España y la reintegración a la vida política pública de Herri Batasuna (unidad popular en cristiano), una especie de Sinn Feinn de los vascos. El parlamento español como un solo hombre rechaza esas demandas desaforadas, yo me estoy tomando un café aquí mismo en Gatineau, Québec, al otro lado del río que separa la parte anglófona de la francófona de esta capital hechiza de modo de abarcar a ambos pueblos e idiomas fundadores, el inglés y el francés. La camarera se me acerca y me pregunta si quiero algo más, en francés, claro--aquí la gente cree por la pinta que yo hablo francés--seña de que tengo que pedir otro café o irme, aunque hay hartas mesas vacías. Si los quebecos hubieran ganado el plebiscito de hace unos años, todo sería más o menos igual, aparte de algunas modificaciones en el ámbito cultural y lingüístico por el lado quebequense; la eliminación progresiva del requisito del francés como ‘el otro’ idioma oficial en el resto del país y quizás algunos trámites un poquito engorrosos para atravesar la nueva frontera. Por ejemplo yo sería un extranjero de visita desde el ‘otro lado’, de Canadá, y a lo mejor tendría que mostrar pasaporte cada vez que atravesara el río.
Canadá es un ejemplo de democracia, con un referéndum a la espalda, en que los quebequenses pudieron decidir si formaban su propio país. ¿En España?--Olvídate. Pero si nos vamos a las democracias de la Europa milenaria, nos encontramos por ejemplo con que en España se eligió un gobierno socialista, y que la labor más importante de los laboristas que gobiernan en Inglaterra pareciera ser la de participar en las guerras dictadas desde esa otra gran democracia, esa que acaba de reelegir a Bush. No sería raro que cuando, pongamos por caso, la Casa Blanca decida meter mano en Colombia, Venezuela, quién te dice en Uruguay, o hasta en la mismísima Cuba, y los inefables universitarios y secundarios salgan a la calle, a lo mejor uno se acerca más que los otros a los soldados y grita “Yanqui go home”, y un soldado morochito puede que le responda “pero mira chico que soy cubano”. No hay que olvidar que Bus salió con una saludable votación negra y latina, grupos muy bien representados en su gobierno.
Y este otro punto que estamos tocando le sirve a bastante gente por ahí para escribir libros bastante conocidos y darse la vuelta al mundo de congreso en congreso, con esto de que a veces la gente encaja en varios casilleros que ellos llaman ‘identitiarios’. Por ejemplo hay un poema mío que siempre traigo a colación, a veces a propósito de escopeta, Kale Borroka, que en vasco significa más o menos lucha callejera, forma de lucha preferida por la juventud independentista y progresista euzkara, donde hablo de cabros jóvenes protestando en la calle, colocando e incendiando barricadas, tirando piedras, cócteles molotov, echando miguelitos, un invento chileno, pero en diversas ciudades, épocas y circunstancias. Ése poema figuraba en un sitio vasco, en compañía ilustre con algo de Roque Dalton. El poder de la contextualización es un tema innegable no tan sólo en la cultura. En Toronto leí ese poema en una lectura, y otro participante, el escritor español Antonio Soler juzgó que se trataba de un poema de promoción de la ETA, por el puro título. Yo no di explicaciones porque justamente pensaba en esto, cómo basta una frase, además del apellido del emisor para rodear a un texto de toda una geografía de sentidos y conexiones antes ocultos. Pero uno puede ser chileno, ‘de corazón’, y también ciudadano canadiense y beneficiario de uno de los sistemas que van quedando en el mundo que incluyen a la seguridad social como componente básico y derecho inalienable de sus ciudadanos, aunque las fuerzas del oscurantismo mercantilistas organizadas y lidereadas desde el Monstruo ahí mismo, abajito capaz que ganen aquí la próxima elección. O quizás no, simplemente puede que el partido gobernante mismo se pegue su corridita doppleriana hacia la derecha. Total, el proceso más prístino de integración al mercado neoliberal global en un país latinoamericano lo timonea un socialista elegido por el pueblo, y por lo demás y salvando las distancias, Hitler fue elegido por voto popular, Mussolini entró a Roma llevado en andas por las masas italianas, y el apoyo de masas siempre caracterizó a los regímenes fascistas—lo que los separa de algunas dictaduras latinoamericanas a que se les querido poner esa etiqueta. Por otro lado el término ‘socialista’ es muy amplio y no siempre garantía de lo que se llama ‘conciencia política’. Nunca se me va a olvidar ese compañero socialista chileno que dijo comentando con mucho orgullo sobre una de las recientes hazañas del régimen en materia de acuerdos económicos, “acabamos de firmar un acuerdo con Estados Unidos”. Y volviendo al principio. Es seguro que si se les preguntas a muchos socialistas españoles porqué no adoptar el modelo canadiense y efectuar un referéndum en el país vasco, seguramente muchos te van a decir pues no coño, porque no se puede tío, y hasta ahí va a llegar la discusión.






En la cancha se ven los gallos

Publicado en La cita trunca y Azularte, citado en Canadá ¿estado binacional o multicultural, de Oscar Lucero Moya


La policía le dio como caja a los cabros chilenos de la selección. Este suceso puede parecer muy local, muy circunstancial. Pero la reacción de la comunidad chilena en Canadá, y de mucha gente en Chile se enmarca en un contexto que, aunque le duela a los hinchas, va más allá del fútbol, del deporte y del mero nacionalismo, o patriotismo, que según dice un personaje Borges en su cuento “la forma de la espada”, es “la menos perspicaz de las pasiones”. El primer ministro conservador de Canadá acaba de andar por América Latina y visitó Chile, donde trató de dejar en claro las diferencias entre Estados Unidos y Canadá, con bastante buen ojo, ya que a Canadá le interesa meterle mano al patio trasero del imperialismo mientras Big Daddy está ocupado en Irak y Afganistán y quién te dice a lo mejor en Irán, en Somalia, Líbano y en una de estas hasta en Palestina. En general Canadá ha sido siempre respetada en Chile, básicamente por no ser Estados Unidos, lo que significa que estuvo fuera de la gestación del golpe de estado de Pinochet, de la capacitación de oficiales chilenos en academias yanquis y de la asesoría de los aparatos de inteligencia estadounidenses a las fuerzas armadas. Canadá no participó en la campaña del terror que sentó las bases del golpe de 1973 y después del mismo abrió sus puertas a muchos refugiados e inmigrantes chilenos que desempeñaron una importante labor de solidaridad y denuncia y pudieron insertarse laboral, económica, institucional y culturalmente en su nuevo país.
Esto último tiene que ver en gran parte con la histórica posición tercerista de Canadá en política internacional, que la llevó a aceptar refugiados e inmigrantes indeseables para los EEUU y con las políticas multiculturales, que propendieron a integrarlos, y que si bien no erradicaron el racismo ni la discriminación básica de los países desarrollados o en vías de desarrollo que aceptan inmigrantes, los morigeraron e hicieron altamente ineficaces. Desde entonces las políticas de multiculturalismo han ido retrocediendo en forma paralela a la derechización del país, acelerada desde el 9/11 neoyorquino. El voto popular ha llevado al poder a un partido conservador bastante ultra, comprometido con la política exterior estadounidense y con sus guerras, en la medida en que lo permiten sus fuerzas armadas relativamente pequeñas y el franco rechazo de esas empresas bélicas por parte de la mayoría de la población. Cuando Harper va a Chile, va como mandatario conservador. Para muchos todavía los conservadores son sinónimo en Chile del apoyo y colaboración de la derecha a la dictadura. Los partidos políticos casi en pleno rechazaron el envío de tropas a Irak y muchos chilenos con preocupaciones políticas son perfectamente conscientes del nuevo papel que Canadá ha asumido en estos últimos años en la política internacional junto al gobierno más halcón en la historia de Estados Unidos. Esos mismos sectores chilenos políticamente conscientes, el resto no se preocupa por nada, son los que protestan por las intervenciones de compañías canadiense en el país, notablemente el caso de Pascua Lama.
¿Qué tiene eso que ver con la ola de protestas por la paliza que le propinó la policía de Toronto a los cabros de la selección?. Hay sectores en Chile que antes no hubieran reaccionado tan intensamente frente a un traspié de este país niño bueno enclavado en América del Norte, pero que ahora ya no tienen problemas para pedir incluso el boicot de los productos canadienses. Y hablando del plano local, es decir Canadá, hemos venido viendo por bastante tiempo cómo se atacan las políticas multiculturales y de dónde vienen esos ataques, y cómo de hecho disminuyen o retroceden sus realizaciones. Este proceso es paralelo a la paranoia posterior al nineleven con sus certificados de seguridad, el incremento de la vigilancia a la disidencia y de la censura, la confección de listas de no vuelo muchas basadas en estereotipos etnoculturales, el aumento general del control y una atmósfera belicista mediana que al pasar a los sectores menos educados se convierte en patrioterismo, nacionalismo y xenofobia. En resumen, un conglomerado de jóvenes bulliciosos no homogéneamente blancos son vistos como amenazantes por los red necks de la policía que proceden a apalearlos. Lo que nos preocupa como chilenos residentes en Canadá es la situación general y a dónde puede llevar a medida que los elementos descritos antes van perdiendo sofisticación al dejar las cúpulas institucionales y llegar a la calle, transformándose en racismo y discriminación abiertos. De ahí la variedad e intensidad de nuestra protesta. Como comunidades chilenas residentes tenemos mucho que perder.



Los poetas y la comunidad

Publicado en Azularte y La cita trunca

Hace algunos días y en tanto poeta (básicamente), se me hizo objeto de dos distinciones de parte de la comunidad. O de dos sectores de la misma. En una pareja de eventos separados por unos días, recibí una placa recordatoria en el quinceavo aniversario del Eco Latino, el periódico en español de Ottawa, y luego, a la semana siguiente, se efectuó en los archivos de la Biblioteca Nacional de la ciudad un evento en que poetas, narradores y críticos latinoamericanos leyeron trabajos sobre mi dispersa y desordenada obra (característica que no se le ha escapado al ojo avizor de Fernando Veas, que en su presentación dijo de manera más elegante que se trataba de una obra inacabada, siempre en progreso). Eco Latino es una publicación que desde su nacimiento ha ido cubriendo la vida y el desarrollo de la comunidad hispánica en la ciudad. En la placa que me concedió se señalaba que era For his valuable contribution to the Hispanic Canadian Literary Community. No estoy muy seguro de la cantidad de latinos que viven en Ottawa, pero sí de que han ido aumentando desde mediados de los años setenta, en que me vine (o me vinieron) a establecer aquí. Lo que por lo menos para mí es importante, es que a la vez que se integran, bastante más bien que mal, a la vida cívica y cultural de la ciudad, hacen un aporte no tan sólo económico, sino cultural, que va desde la gastronomía y el baile hasta su impacto en el trabajo comunitario y la labor voluntaria, en asociaciones, sindicatos y en su vida laboral y profesional. Uno de los aspectos destacados de la comunidad hispanohablante es su literatura, de cuyo desarrollo en estos años he podido ser testigo y que en la actualidad consta de varias instancias que ayudan a mostrar y a canalizar la creciente producción de los escritores hispanógrafos tanto nuevos como más antiguos. Una es la serie de lecturas del Taller Cultural El Dorado, que cumple diez años este mes o el que viene y del que soy cofundador; la más nueva es la Red Cultural Hispánica, que divulga, coordina y organiza eventos en toda la vasta gama cultural; está Alter Vox, revista de aparición esporádica, dedicada actualmente a la publicación de las actas de los congresos Boreal, cuya cuarta edición en noviembre de este año en la sede de extensión de la UNAM en Gatineau, se dedicará en parte a la memoria de Gonzalo Millán, poeta chileno recientemente fallecido que estuvo exilado en Canadá, donde escribió su obra principal. También hay que señalar la presencia de la revista Mapalé, que intenta ser un puente entre la cultura y vida latinoamericanas en todas sus dimensiones y el vasto público anglófono nacional, y que siempre da un espacio a la literatura en castellano producida en el país y a su crítica.
Pero podemos decir que nuestra participación en la comunidad ya viene desde mis días de juventud e inicio poético en las aulas del Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, en sus jardines y en las calles de la ciudad, ya que a mediados de los sesenta la vida estudiantil también se volcaba en las innumerables intervenciones políticas que nos deparaba la coyuntura cotidiana en esa década de fermento. Se hacía vida de café (y de bar), se experimentaba con el lenguaje y la expresión, se iba a las poblaciones marginales con la gente del Grupo América, a llevar diversas manifestaciones artísticas y a compartirlas con la producción de los pobladores, en tiempos en que un poco a contrapelo, una gran lata desplegaba sus alas sobre la poesía chilena (a excepción de alguna gente del Grupo América, la Tribu No y la Escuela de Santiago) que tendría que esperar varios años más, hasta el surgimiento de la neo vanguardia de Raúl Zurita, para ponerse los pantalones (y las polleras) y enderezar ese entuerto. Pero para entonces ya nos habíamos venido.
Hace un tiempo, el profesor y poeta Luis Torres se refería así a la presencia de la comunidad, no en mi actuar personal, sino en lo que escribo: “Algunos de los rasgos de esta reformulación de la idea de comunidad son evidentes en A vuelo de pájaro cuando el poeta escribe, por ejemplo, sobre sujetos marginados: el rebelde, el extranjero, el profeta, los mendigos y alucinados del poema "La coronación", los inmigrantes que le hacen decir a la voz poética: "Y quizás ha valido la pena/ venir a dar aquí..." (42). Una de las bases de este encuentro en el espacio de los textos es la solidaridad, palabra cuyos sentidos deben ser rescatados para la propuesta de una ética de las comunidades de la imaginación y de la memoria”. Se puede agregar que el origen de crónica y registro histórico que ha tenido la poesía desde sus inicios hace que sea esencial su relación con la comunidad, más que en el caso de los otros géneros literarios, tanto así que uno casi podría preguntarse si existe siquiera la posibilidad de poetas descomunizados. Pero fuera de la relación entre la comunidad y el poeta, también existe la comunidad de poetas En un momento tan álgido como el que atravesamos, surcado de guerras por recursos naturales e influencia política y económica, pero que dejan aparecer a veces el rostro pavoroso de los conflictos religiosos del pasado, de edades que ya creíamos bien bajo tierra, surgen las cofradías de poetas, llámese Poetas Antiimperialistas de América, Taller Cultural Sur o Poetas del Mundo, que se plantean explícitamente con diverso grado de radicalización, que basta, que ya está bueno, que hay que hacer algo, que como poetas tenemos la responsabilidad de mantener la habitabilidad del mundo, limar en la medida de lo posible sus abismales desigualdades de ingreso y modos de vida, muchas veces dictadas exclusivamente por el lugar en que a uno le toca nacer. Que hay que darle una oportunidad a la paz, como dijeron los Beatles


Aún tenemos patria ciudadanos. Ateos del mundo uníos

Publicado en Azularte, La cita trunca y Poetas del Mundo

Aunque estamos en una etapa de retroceso amedrentado del ateísmo, y por esto entiendo una versión simple de la no creencia en dioses, al menos en la ridícula versión antropomórfica a la mano y corriente, con su secuela del hombre como creación favorita, réplica del Dios en pequeño y cosas por el estilo. Y con su retahíla de regulaciones a veces ridículas sobre la abstención de cierto tipo de alimentos, la restricción del sacerdocio a un sexo, el control genético a través de la mujer, la condena al comunismo, no tan rara como pareciera, etc. No queremos negar al papel moral de la religión para el primate humano, imposibilitado por lo general de empatizar con su semejante, o prójimo, que para abstenerse de ocasionarle el dolor, la explotación y la muerte debe recurrir a la mediación religiosa, en un burdo proceso psicológico que iría más o menos así: este fulano o esta fulana que tengo al frente mío es también creación de Dios, y posee un alma, entonces no lo/a puedo (asesinar, violar, torturar, esclavizar, etc.). Ésa una versión más o menos sofisticada y presenta el mejor de los casos.
Basta con quitar al otro los atributos de divinidad, por ejemplo el alma, y entonces cambia la cosa. En su manifestación más burda, ese otro, si no profesa mi religión o no practica mis prohibiciones, se convierte en ‘infiel’, entonces en una de éstas, y dependiendo del trato que mi capilla le da a los infieles, le quito la calidad humana y al matadero se ha dicho. En una versión más pavloviana, se trata de domesticar al animal humano de la siguiente manera, y de eso está llena la Biblia, en su antiguo testamento. Simplificando al máximo, “la letra con sangre entra”, así se puede recurrir entonces a la tortura y la hoguera para cambiar las convicciones y forzar una autocrítica del hereje. Aunque a veces no hay escapatoria: si la bruja flota, es culpable y si se hunde es inocente. Una variante de esto es la asociación psicológica. Para fijar un principio moral en la nebulosa mente de las multitudes, Cristo trató de acentuar su calidad humana, de ‘Hijo del Hombre’, y luego se dejó someter a sacrificio, recalcando que sufría por todos los hombres, y que a la inversa, al ocasionar daño a un ser humano, los supuestos creyentes le estarían efectuando daño a él. Pero parece que no se oyó padre. O sea que ni siquiera sirven los reflejos condicionados.
Yo no niego que la intención de muchas religiones sea buena, después de todo ¿Qué hay de malo con tratar de obtener la inmortalidad, la salvación eterna?. Más allá de la proliferación de reglas y rituales muchas veces ridículos, en las religiones suele haber un germen de moral universal, que en los hechos nunca va a alcanzar a todos los seres humanos, ni tendrá la simple dimensión del imperativo categórico de abstenerse de hacer al prójimo lo que no se quiere que le hagan a uno. Pero a los escritores, a los productores de sentido, a quienes enhebran el hilado del mundo alternativo de las representaciones mediante las cuales conocemos y damos sentido a la realidad, hay que exigirles una moral universal, humanista, no discriminatoria en términos de raza, género, cultura o clase, y que desconfíen de las instituciones y sistemas religiosos y filosóficos que hacen parte de su credo la teoría y práctica de la discriminación y descalificación de algún Otro




Resaca de Coquimbo

Publicado en Azularte y La cita trunca
No podía ser de otra manera. El Norte de Chile decide adquirir una fisonomía independiente (casi) y se orienta hacia el grueso de los Andes cordilleranos de los que recibe gran parte de su suelo y atmósfera cultural. Lo que la visión de la prosa; enumerativa, explicativa, despegada y objetiva, no puede captar, porque todavía no está enteramente ahí, lo balbucea la poesía, generándose en ese territorio que combina la expresión del sujeto, la sensación del entorno y los gérmenes y líneas de fuerza de lo que se gesta. Capitaneado y concebido por el poeta Arturo Volantines, quizás el mayor activista cultural (y no nos molesta usar el término) del Norte chileno viene a sumar este encuentro definitorio a sus ensayos, artículos y antologías sobre la poesía del Norte Chico. Bajo uno de los cielos más puros del mundo, entre la costa y las estribaciones de la Cordillera se dieron cita 100 autores de cuatro países cordilleranos, Argentina, Bolivia, Chile y Perú, que mediante ponencias, mesas redondas y sobre todo poesía fueron hilvanando una imagen ambiental, humana, histórica y prospectiva de la región. Veteranos de la en su tiempo vilipendiada Escuela de Santiago, o redactores de Tebaida, la importante revista de los sesenta, se mezclaban con jóvenes poetas bolivianos editores de revistas alternativas, que parecen adoptar con gran soltura de cuerpo la terminología en inglés e incluso la forma de las publicaciones que originan su movimiento en los países anglófonos desarrollados. Había poetas de Santiago, de otras regiones, se dejaba sentir una vaga preponderancia de lo telúrico, un difuso indigenismo, una atmósfera progresista, asomaba el experimentalismo y la osadía temática y expresiva aterrizada en boca de los jóvenes chilenos de la zona, valga citar a Benjamín y a Soñador. Se dejaba sentir la atracción de las nuevas situaciones políticas hacia el Norte, pareciendo acentuar la distancia con la Máquina de Moler Carne, el Santiago que pulsa y crece, envolviendo con sus tentáculos al resto del país, centro principal de la globalización, asiento de instituciones, conglomerados económicos y partidos políticos que estando en la derecha o en centro impulsan la economía abierta y en la izquierda la administran, o que miraban hacia otro lado cuando el crédito y la publicidad subyugaron a las masas esclavizándolas de por vida al consumo mitificado y vuelto esencial.



Resaca de Coquimbo II

Publicado en Azularte y La cita trunca

Marcelo Novoa, al presentar en la feria del libro de Santiago su reciente antología de ciencia ficción chilena, dijo que quizás el criollismo en su momento había aplastado a la literatura chilena, dejando poco especio en el imaginario nacional para el desarrollo de la literatura fantástica. Y eso en un país mágico, dice Novoa. Y no está ni así de perdido. En el puerto de Coquimbo, en el así llamado Norte Chico del país, en realidad antesala del desierto, asistí recientemente a un congreso sobre la poesía andina. En esa ciudad se enfrentan desde la cima de dos sendos cerros enfrentados la Cruz de Milenio en uno, una altísima estructura de concreto, y una enorme mezquita en otro, se dice que gestionadas por un controvertido alcalde a los poderes fácticos del Vaticano y de un país árabe de cuyo nombre no quiero acordarme. Esto en una región en la que según un personero de la Iglesia Católica que vi por televisión, no hay más que siete musulmanes en una población que alcanza a las 600 000 almas. Qué Macondo ni qué niño muerto. Por otro lado, los límpidos cielos del Norte Chico, donde se asienta el observatorio El Tololo, son frecuentemente visitados por OVNIS, hecho que James Krator, secretario de la Sociedad de Escritores de Chile de la Región de Coquimbo no tendría entusiasmo en desmentir. Yo mismo yendo en bus de Santiago Coquimbo mirando por la ventana el despliegue gradual de un paisaje que no había visto desde hacía quince años, vi una vasta figura alada que sobrevolaba el vehículo a esa hora crepuscular. La mayoría de los otros pasajeros dormía, o tenían las cortinas corridas. Una vez llegado a mi destino final, y despabilándome en el hotel que nos habían asignado en Coquimbo a los congresales, comenté haber visto un cóndor que sobrevolaba el bus, y un poeta de la zona me comentó “raro, muy raro. Que yo sepa, nunca se han visto cóndores tan cerca de la costa. Incluso no me parece ni nunca he escuchado que se hayan visto cóndores en la costa en ninguna región de esta larga y angosta faja”. Bueno, entonces decidí no mencionar más el asunto.
Volviendo a la presentación de ese libro compilado por el académico y poeta porteño (de Vaparaíso) Novoa, recuerdo haber tomado la palabra para indicar que por ejemplo en Argentina figuras de la estatura de Jorge Luis Borges, Bioy Casares y el mismo Sábato de alguna manera, cultivaban con afición lo que podría llamarse literatura fantástica, que por cuatro años en los cincuenta se editó la revista Más Allá, que presentaba en versión española lo más granado de la ciencia ficción mundial, sobre todo anglosajona. Que alguien ofrecía en Internet desde España la colección completa en 500 euros. Bueno. Terminado el congreso en Coquimbo me dirigí a la vecina ciudad de La Serena, que es el Remo de ese Rómulo, el Ying de ese Yang, el rival y complemento que totaliza la cultura y el modo de vida de la región, supervisada por las alturas de Monte Grande, cuyo abismante paisaje andino no fue capaz sin embargo de paralogizar a la Gabriela en un éxtasis explicable, enmudeciéndola para siempre en una maravilla carente de palabras. Sino todo lo contrario.
Llego a Serena después de un corto trayecto en bus, domingo en la mañana, paseo por calles que mezclan el moderno entramado de la globalización con su plástico y aspecto provisional con la infra pétrea de aire casi colonial de los adoquines y fuentes, estatuas, las iglesias, la Catedral. En la Plaza de Armas soy abordado por un ser casi de mi estatura, (metro setenta y siete u ocho), de miembros largos, andar cadencioso entre un revolotear de muchas faldas, tez miel, ojos color miel que brillan en el bronce del rostro, bajo el cobre del pelo. Me pide dinero para verme la suerte. Como tengo que volar en unas semanas de vuelta a este hemisferio, soy un fumador social y parece que tengo la presión un poquito alta le digo “NO”, pero le paso unas monedas. Pero me tiene que decirme algo, sinó es mala suerte, yo estoy sentado en la grada de la Catedral, se instala a mi lado y el viento que le mueve el pelo me hace llegar tenuemente el aroma de su cuerpo. Se llama Susana, llegó de España hace unos días a ver a su familia, yo fui bueno con ella y me dice que me cuide las piernas (a veces me molesta una rodilla), que por ahí tengo unas platas a que no tengo acceso. Se acerca un policía a decirme que si hablo con esa gente lo hago a mi propio riesgo, que tengo que saberlo. Me imagino que detrás de un árbol o en un portal quizás se acurruque un gitano flaco y celoso, con cuchilla. Veo como a una cuadra a Julio que se acerca a buscarme con su hijo. Pienso otra vez en James Krator, en lo equivocado que está cuando mira para arriba en busca de extraterrestres. La especie de ese ser a mi lado ya no es humana, ni tampoco un ángel aunque le anda cerca. Me pregunta de dónde vengo, “de Canadá” le digo. Me pide que la recomiende a ella a mis amigos que pasen por La Serena. Y eso hago.



Fundamentación de la persecuta

Publicado en Letras Sueltas

En enero del año pasado estábamos alrededor de una mesa de café en Santiago con Carlos Geywitz y Sergio Infante, poetas chilenos radicados en Suecia. Ya se había hecho un recital frente a La Moneda, teniendo a un costado la estatua de Allende. Se trataba del encuentro organizado por Chile Poesía que reunió a catorce poetas chilenos dispersos por el mundo. Se conversaba de los tiempos nuevos y de los viejos, la situación mundial y las perspectivas de cambio en Chile y en mundo, no tan inalcanzable, parecía, como en años anteriores, al menos en Latinoamérica. Que no en chilito, con su animosa, dinámica adopción de la globalización neoliberal, como una tía solterona pero que siempre quiso casarse al recibir en la casa una niñita de la hermana por unos días. Los nuevos nazis chilenos han dejado el alemán por el inglés, un grupo se llama los Hammerhead. Los de izquierda no lo hacen mal. Un punk de izquierda es un redskin. Ahora me preguntarán qué hacen los nazis en un país noventa por ciento mestizo, al menos fuera de Faldivia, de donde es Geywitz. Pero es otro asunto. Por un momento, miré aprehensivamente los autos estacionados, la vereda veraniega por donde pasaban transeúntes embadurnados de bloqueador para evitar el cáncer cutáneo, sofocados por los 30 grados y más de un enero radiante de efecto de invernadero. Y me bajó el julepe, a lo mejor porque estábamos hablando de los tiempos de militancia política, de los exilios, y pregunté, o más bien me pregunté en voz alta si no sería arriesgado eso de tipos ex militantes que vienen de continentes con democracias cada vez más controladas al país desde donde alguna vez los fueron, aunque fuera con la chapa de un encuentro de poesía, ahora que la globalización también era la conexión de los servicios de seguridad y la tendencia cada vez más acentuada a irse corriendo de la prevención y extirpación del terrorismo a la supresión de la disidencia al nuevo orden mundial, cualquiera que fuera, quizás aquí mismo en la capital de su niñito regalón. Además de que es sabido que los poetas son sospechosos. Pero entonces Carlos me miró de reojo y dijo “A éste le bajó la persecuta”. Ese término creo que fue acuñado en los sesenta, es la paranoia, o paranodia como la sobrepronunciaba un amigo aquí, el delirio de persecución, andar viendo fachos por todas partes, guatones de la PP (policía política) en cada tipo gordo, de terno, con anteojos oscuros, escuchar ruidos raros como música de fondo de las llamadas telefónicas, pensar que la minita que te dio bola y con la que uno iba a juntarse tenía motivos ulteriores y no muy santos. Pero en los tiempos que corren y hablando objetivamente hay mucha más razón para la persecuta. Ya no existe el así llamado Campo Socialista, un conglomerado de estados burocráticos, naciones improductivas, bastante fomes en términos de opciones en la vida cotidiana, si los compara con algunas ciudades europeas o latinoamericanas. Pero que garantizaban a todos los ciudadanos la supervivencia, la educación y la salud, cosa que ya los convierte en para utópicos en estos tiempos del sálvese quien pueda que parece regir las instancias de la economía a nivel mundial, las formas de gobierno—esa cosa que llaman ‘democracia’ en el Hemisferio Norte y que quieren expandir en el resto del mundo para beneficio de sus productos y precios. Entonces, y sin mencionar la vigilancia que los estados y oficinas de seguridad ejercen en las comunicaciones, la gente con ideas por así decir “revolucionarias”, además de estar en una minoría bastante absoluta—aunque se trata de una elite, está de espaldas contra la pared, enfrentada a un sistema de creencias sociales y principios y organismos institucionales que casi desde el consenso irrestricto y global amenazan su mera existencia.Los costosos descalabros de la expansión del sistema que se lleva a cabo en el Medio Oriente bajo la égida del neocristianismo anglosajón y desarrollado, la respuesta del extremismo islamo árabe en esta guerra que quieren hacer pasar como conflicto entre civilizaciones, sensibilizan los aparatos de seguridad, el homogéneo discurso de los medios y la inconsciente opinión pública contra lo diferente, extraño, disidente, acentuando la vigilancia sobre los partidarios del cambio social. Los éxitos parciales en el cambio de rumbo en la nueva Latinoamérica de Chávez, Morales y Obrador acentúan la tendencia a la caza de brujas. Los presupuestos destinados a la seguridad, la inteligencia y el antiterrorismo se inflan desmesuradamente creando legiones de empleados que husmean en pos delitos reales o imaginarios de los cuales depende en última instancia su salario. Todo esto se percibe en la calle, crea una atmósfera, se deja sentir en la vida cotidiana, por lo menos lo sentimos aquellos de entre nosotros que estamos atentos. Que no bajamos la guardia. Sitios web, cuentas de correo electrónico, comunicaciones telefónicas, etc. son indiscutiblemente sometidos al más acucioso escrutinio. Las opiniones y afirmaciones ayer descartadas como carentes de importancia e inofensivas hoy lo pueden llevar a uno a la cárcel. En resumen, hay que andar pisando huevos.
—Chanta la moto. Te está bajando la Persecuta.



La roncagliolización de Roncagliolo

Publicado en La cita trunca, Azularte y Apostles Review


Venirse a Canadá es para muchos como una bomba de fragmentación que hace estallar los diversos componentes de nuestras identidades, tan laboriosamente armadas por siglos de genética y de sociedades más o menos uniformes etnolinguísticamente hablando. Eso le pasa a veces a uno al sumergirse en este medio cosmopolita (un poco) y multicultural y multilinguístico, pese a los esfuerzos denodados de políticas oficiales que quieren enmarcar la vida cotidiana y cultural en los dos idiomas oficiales, inglés y francés. Pero el invento se rebalsa, se sale por todos lados. A medias inmersos en la nueva sociedad y aún con un pesado bagaje de su vida anterior, el tambaleo y dispersión de su antigua y sólida identidad aqueja a muchos recién llegados (o no tan recientes. El director de esta página descubrió sus raíces vascas en un viaje a Donostia—vulgo San Sebastián, y escribió un poema sobre las protestas callejeras de los jóvenes vascos (creo), Kale Borroka, bastante reproducido y que le valió ser considerado como poeta vasco por ahí en una página: http://www.txistuytambolin.com/txt2/pages/bost.html).
Entonces no es raro que el Chepo Roncagliolo, bastante criollo los primeros treinta años de su vida hubiera empezado a preguntarse y a hurgar su ancestro italiano, además de cachiporrearse de su parentesco (lejano) con el famoso autor peruano Santiago Roncagliolo, el ganador más joven del Premio Alfaguara de Novela. Cosa esta última que no debiera sorprendernos. En estas latitudes algunos recurren a todo lo que pueda agrandar su valor en este mercado laboral y social más o menos indiferente. El Ronca, como le dicen sus amigos, los que no le dicen Chepo, que va por José, empezó a interesarse por sus ancestros italianos y así es como llegó al bar de la calle Preston (en Ottawa, Canadá) en el pleno corazón del barrio italiano y que gracias a la moderada presencia de clientes uso como oficina. El otro día llegó con un poeta italiano y se sentaron a mi mesa, el Ronca muy interesado e inquisitivo sobre aspectos de la vida de Garibaldi, de si la república del Saló que instaló Musolinni en los últimos años de la guerra y bajo la égida de los alemanes tenía en realidad elementos socialistas, y terminó por mostrarle un breve antipoema al poeta, que algún momento había dicho en una sesión de El Dorado, que funciona en otro local por aquí cerca, que Ottawa no sería lo mismo sin la presencia de los poetas chilenos*.
El segundo y menos frecuentado de los alias de Roncagliolo, el Ronca, se debe a su voz baja, de fumador, que hace que la gente que lo empieza a conocer se pregunte si anda con tos, y si se trata de alguna nueva variedad del virus de la influenza. Guagua da vuelta disimuladamente la cabeza para un lado cuando habla con el y la Nana sin ningún disimulo se tapa la boca con un pañuelito de seda blanco. Eso del juego con los apellidos es bastante corriente en Chile. Por ejemplo, en mi ya lejana juventud tenía un amigo de apellido Cuevas, que luego pasó (perdonándome la vulgaridad) a raja, de ahí se transmutó nuevamente en Jara, apellido bastante frecuente en todo el mundo hispánico, para terminar en el afectuoso y amical Jarita, en ese pueblo tan adicto a los diminutivos. E inmediatamente se me vinieron a la cabeza una serie de posibilidades para esa búsqueda de sus ancestros tan legítima en un ambiente como éste en que las identidades tienen un poco que fabricarse, amononarse, entre la estandarización de la sociedad neoliberal con un gobierno tan reaccionario que te la voglio dire, poco amigo del cambio y de los extranjeros, y el desarraigo natural de uno en estas circunstancias. A buen roncagliolizador pocas palabras, roncagliolízate, buen roncagliolizador, la roncagliolización es la madre de todos los vicios, y otras cosas por el estilo. Pero lo último que supe es que José Roncagliolo está trabajando como voluntario en la organización de la settimana italiana.

*El antipoema de Roncagliolo, que él califica como antipoema intercultural bilingüe, trata justamente de este mismo tema, y paso a reproducirlo pese a su sexismo y mal gusto, dentro de límite de no más de tres obscenidades por artículo que he impuesto el director

Settimana italiana

La birra
e la porchetta
e la donna
con las tremendas tetas




El nacimiento de una editorial

Publicado en Panorama cultural

A riesgo de ser autorreferente, acusación que se me ha hecho una que otra vez, debo aclarar que el mismo hecho de que esté escribiendo esta nota se debe a que durante estos años (o décadas), aparte de escribir, también me las he dado de editor, lo que por supuesto está conexo con la escritura, pero también con el lado comercial de la literatura, es decir el financiamiento, la distribución, la presentación de los libros, la publicidad, el trato con los autores, etc.. Un poco como el forro del guante, el reverso de la medalla, la ropa interior con varios días de uso bajo el flamante traje sastre. Uno de los libros más problemáticos ha sido la antología Boreal, antología de poetas latinoamericanos en Canadá, coeditada con la editorial, todavía más chica, Altar Vox. En Toronto se me acusó (o se nos acusó) de dejar afuera a los poetas cubanos que vivían en Canadá, pero había dos en la antología. En un congreso de poesía hispánica en Carolina del Norte, uno de los presentes afirmó, bastante infundadamente, que uno de los autores antologados le había plagiado un poema. Siguió una dura carta de los editores del libro de la sociedad de escritores del país de la persona en cuestión, a la que respondí diciendo que si un editor tuviera que responsabilizarse de asegurar la ausencia de plagio en cada libro que publica, tendría que cotejar los textos de cada autor publicado con todo lo que se ha escrito nunca, para ver si hay copia o coincidencia sospechosa. Una tarea digna de un cuento de Borges, y creo que este argumento fue lo que dejó callado al escritor-funcionario del país de que se trata (cuyo nombre omitimos).
Pero yendo a mi editorial, nació como Split-Quotation, y para saber el porqué del nombre hay que remontarse a los legendarios sesenta, y además a Santiago, Chile. Fuera de la efervescencia política y cultural, hubo un florecimiento de lo que podría llamarse la espiritualidad alternativa. Estaba por ejemplo el Poder Joven, pantalla de SILO, con su atractiva mezcla de búsqueda de la superconsciencia y de una organización política similar a las nacientes agrupaciones de la izquierda revolucionaria, básicamente formadas por jóvenes. Este grupo creció como la mala hierba entre los círculos estudiantiles y venía importado desde la otra banda (Argentina). También tratan de sentar raíces, viniendo desde Mendoza, los Caballeros de la Orden del Fuego, por lo menos con una cripta (nombre del grupo de trabajo), que fracasó miserablemente y fue disuelta por el gurú, porque los integrantes querían usar el posible desarrollo y poderes a obtener en la secta para fines ajenos a los de la Orden, en mi caso en la política revolucionaria. Es que no era raro en esos tiempos efervescentes que coexistieran intereses diferentes y aparentemente contradictorios en los mismos sujetos. Después de todo la revolución se planteaba la creación del Hombre Nuevo y en las ideologías de desarrollo personal, sobre todo las brotadas de las enseñanzas de Gurdjieff, se hablaba inequívocamente de lo mismo, pero con otras características Y además en Chile, en mi penúltimo viaje, me tocó viajar en una gira de recitales con un poeta joven comunista que era experto en ver la suerte con el tarot.
El modo de elección del nombre de la editorial, que hicimos con Paulette Turcotte, excelente pintora y poetisa que era entonces mi compañera, técnicamente se llama bibliomancia. Claro que era medio en broma. Y volviendo a finales de los sesenta, pasó que dos amigos de la Facultad comenzaron a hacer una suerte de práctica bastante peculiar y me invitaron a participar. Se hacía lo que llamaban ‘trabajo con libros’, en que al azar y con los ojos cerrados se abría un libro y luego se ponía el dedo en una línea. Recuerdo que una vez apareció la palabra ‘orbe’. Al invertir la palabra dio ‘robe’. Uno de mis amigos exclamó entonces que el universo era un robo, el otro que alguien se había robado el universo. Lo interesante es que una conclusión así no está muy lejos de algunas elucubraciones gnósticas, que proponen a un Dios remoto y casi impotente frente a un universo usurpado por el demonio. A veces, al encender la radio, había coincidencias entre lo que se transmitía y lo que se estaba hablando o se había visto en el trabajo con libros. Cosas más extrañas sucedían cuando se salía a hacer una especie de trabajo en el terreno. Por ejemplo tres personas se situaban frente a nosotros y en la misma posición en la vereda opuesta a la que nos encontrábamos. Al pagar a una camarera, nos daba de vuelta dinero en exceso. Presenciábamos un choque de automóviles y luego cuando le estoy contando este incidente a un amigo en su casa, hay otro choque frente a su puerta. Mi amigo se asusta y me pide que no le hable nunca nada más de este asunto. Los dos originadores de estas prácticas pasaron breves temporadas internados. En el caso de uno de ellos había empezado a ver extraterrestres de tres formas diferentes, que dibujó para mí, y se ponía temeroso en presencia de todo tipo de cables. Lo más curioso es que pensaba que los extraterrestres estaban aliados con las mujeres. El otro inventó al poco tiempo un método para ganar en la ruleta que practicó con éxito.
Bueno, el nombre que salió al hacer el ejercicio de bibliomancia con Paulette, casi veinte años después y en las antípodas, fue Split-Quotation, que en inglés es una cita que la persona que se está expresando divide en dos. La primera parte de esta cita trunca debe comenzar con mayúscula, y se debe terminar con una coma, y la segunda parte debe comenzar con minúscula. Ambas partes deben ir entre comillas. Hay una definición más de diccionario, ligada con las cotizaciones de la bolsa, pero no es pertinente. Si por casualidad los lectores llegan a ver un libro de la editorial, podrán ver que en su logo, creación de Paulette, figuran dos animales unidos por el tronco que miran uno hacia la izquierda y otro hacia la derecha. Un caballo y un gallo, respectivos signos de Paulette y mío en el calendario chino, en que los años están bajo la égida de un animal, con determinadas características y destino, que se supone afectarían a los pobres humanos nacidos en el año en cuestión. Lo único que me falta agregar es que la traducción hechiza de Split-Quotation en español sería La cita trunca, que comencé a usar para los libros y publicaciones en español. La cita trunca es también el título de una publicación literaria y de ideas en el web, que tiene ya más o menos un mes y medio, y que, si les interesa, pueden ver en www.etcheverry.info. Y con esto me despido, no sin invitarlos a la librería Girol, en Ottawa, donde podrán encontrar algunos libros publicados por esta pequeña editorial, que es menos, pero también mucho más que una empresa comercial.



Una estadía en el infierno

Me parece que así se traduce Une saision en enfer de Rimbaud, pero no se trata del infierno ése a que estamos acostumbrados, sino de un estado de desarreglo de todos los sentidos que era la puerta al otro yo en que aspiraba a convertirse ese poeta. Tenemos la versión del Dante, que organiza casi burocráticamente los diferentes niveles de condenados al fuego eterno. Hieronymus Bosh reúne monstruosidades casi orgánicas, demonios de variada forma con todo tipo de hornos e instrumentos, condenados sometidos a variadas torturas, así como rozagantes condenadas, que exhiben sus partes putendas.
El infierno es la contrapartida del paraíso, el mundo en que habitamos es un territorio que está a la misma distancia del cielo y del infierno, es decir que se puede subir o bajar, depende de cómo uno se porte, ya que en general el Paraíso se llama también el Cielo y está arriba, y el infierno abajo. A veces su entrada puede ser una cueva, o una puerta guardada por un perro, el Can Cerbero de la mitología griega. Entonces, el ser humano está sujeto a las solicitaciones celestiales e infernales. Alguna vez se lo representa como un carruaje con dos caballos que lo tiran en las direcciones opuestas del bien y el mal. Así como la realidad en que habita, el ser humano oscila al borde del abismo, al que peligra caer si se identifica con sus impulsos animales, las bajas pasiones, los apetitos de la carne, etc., es decir gran parte de lo que nos hace los animales orgánicos que en realidad somos. El otro aspecto es el espiritual, racional si se quiere, altruista, en otras palabras: el alma. Pero para no convertirnos en peleles, surge la noción teológica del libre albedrío. En realidad, si las cosas andan mal y terminamos en la parrilla, es porque nosotros lo elegimos.
Curiosamente, uno de los pensadores ateos más importantes del siglo pasado, Jean Paul Sartre, postulaba que la conciencia tiene la capacidad de distanciarse en cada situación en que uno se encuentra, no importa lo difícil o complicada, para elegir un curso de acción. Siendo a la postre una conciencia que refleja la realidad y está más allá de ella, sucumbir a los determinantes físicos ambientales o corporales sería ser inauténtico. El infierno es materia de elección. Si yo elijo el infierno, por este acto de autenticidad se me transforma en el cielo. Y si me voy al cielo obligado, desde ese punto de vista sería un infierno. Pero hay otras versiones del infierno. Borges dice en un cuento que una cosa que se nos impone obsesivamente y se convierte en el centro de nuestra existencia, sería un infierno. El narrador de esa historia afirma que todo lo que existe tiene esa capacidad potencial. Lo que la noción del infierno indica, aparte de nuestro miedo a la muerte y de la presencia del castigo por el mal que se hace, es la existencia del sufrimiento, la carencia, el dolor, la falta de plenitud, que están ligados a la conciencia, que nos hace conocer que algún día nos vamos a morir, cosa que a lo mejor no aflige a los animales que vivirían en un presente eterno. Y como la literatura es un registro de lo que pasa, de eso que se llama la historia, y un testimonio de cómo se siento eso a nivel de los afectados, es decir de nosotros, el infierno en todas sus manifestaciones, concebidas y vividas, así como los diversos cielos y paraísos que se le oponen, aparecen en las páginas de los libros reales o virtuales.
Además de que basta con ver la tele o leer el diario para justificar el concepto del infierno en la tierra, frente a lo que han surgido diversas escatologías que son escapes compensatorios, imagínense que hay gente que cree que hay legiones de ángeles guardianes que los cuidan, o que esa tarea le corresponde a los extraterrestres. Por otro lado, si se fuera a adoptar un enfoque racional, habría que concordar con lo que dice mi compañera, que es un poco pesimista: no hay necesidad de inventar el infierno porque es redundante, basta con la vida. Los gnósticos pensaban que el mundo era creación del demonio, o que Dios le había encargado ese trabajo a un eón, una especie de ángel funcionario, que a su vez había delegado a otro, y así innumerables veces, en una jerarquía descendente. Así ellos se explicaban lo que consideraban una paradoja: el predominio indiscutible del mal en un universo creado por un ser tan bueno como todopoderoso.
Me quedo con que el infierno es personal, y sin menoscabar los innumerables y horrendos infiernos que se multiplican día a día en incontables vidas, y que algunas personas que conozco de cerca han sufrido en carne propia, mi modesta experiencia en el infierno fueron los dos años que pasé bajo la dictadura en Chile antes de arrancarme a Canadá. Recuerdo entre muchas otras cosas a ese amigo que vuelto de España al cabo de unos años y justo después del golpe, me comentaba “imagínate, todos los huevones muertos”, refiriéndose a nuestros compañeros, al fulano que comentó, cuando varios hacíamos cola frente a una casilla en el Pedagógico para cobrar nuestro último cheque, “todavía quedan muchos de estos huevones, podrían matar otros pocos”. Ver a un tipo que está esperando la micro en el paradero de buses que queda frente a mi casa, verlo otra vez cuando voy llegando al Pedagógico,-- donde de manera kafkiana nos dejaron matricularnos para terminar nuestras carreras, pero con credencial con foto e instrucciones de no circular mucho--, y verlo otra vez el mismo día en la tarde en la Biblioteca Nacional. Escuchar a niñas pijes muy bonitas y serias conversar en el mismo Pedagógico: “hoy día he visto a gente de mi lista haciendo todo tipo de cosas”. O está el tipo que antes del golpe era del personal de servicio, que se me acerca un día muy terneado y me dice “a usted lo reconozco. Usted era de los que andaban metidos en cuestiones, pero pórtese bien y no le va a pasar nada”. Ver a esa amiga y compañera que también se rematricula y que casualmente, mirando para todos lados y haciendo como que se ríe me cuenta que la tuvieron presa, la torturaron y la violaron. Lo peor fue saber que al poco tiempo la habían vuelto a detener. Pero lo más inquietante era saber que en cualquier momento del día y de la noche ellos se podían apersonar a la casa de uno, tomarlo de un brazo y subirlo a un automóvil y listo, no se podía hacer nada. Eso estaba siempre presente y había que seguir viviendo y comportándose normalmente como si no pasara nada.




Nueva York en la mira

Me dijeron que no mandara más cosas políticas, que si no me iban a echar de la lista. Es básicamente una lista virtual de poesía. Lo supe por Rabio bemba. Primera noticia que tengo. Hace mucho que mis maestros me enseñaron que la poesía era cuestión de sentimientos. En mi juventud fui muy porfiado. Luego he ido sentando cabeza. La prosa es contar algo que pasa, con principio y fin. Esas palabras de mis mentores de entonces se me abalanzaron en picada, a ver si podían esta vez atravesar la dureza de piedra de mi cerebro. Vengo de un pueblo y una familia muy testarudos. Entonces me fui a un café al que voy siempre, que tiene una terraza y me senté con una cerveza que se entibiaba, estamos en verano, a la espera del paso de un sentimiento para echarle mano. Estuve unas horas casi inmóvil, no hubo caso. Había leído que llevado por su concupiscencia electoral el Curandero Canuto Jefe del Gigante del Norte decretaba un peligro terrorista de nivel rojo. Había enviado a sus guardias, tipos fuertes y callados que hacen hervir la sangre de las niñas en edad de merecer, según un mito inventado hace siglos en el Norte. Y que obedecen, no dudan, y llevan eso al acerbo genético.Y he aquí que se desplegaban pétreos guardando el centro ontológico mismo del mundo contemporáneo, en trajes manchados de amarillo y verde, erizados de cañones, cuidando el ombligo mismo por así decir de la globalización, Wall Street, el altar de esos calvinistas esquizofrénicos de ojos azules embebidos en un ensimismamiento sin ego ni conciencia, hecho de menudos rituales, no tomar café ni alcohol, persignarse, rezar antes de comer. Que tratan de domesticar al mono mientras decretan el aprovechamiento y la comercialización del mundo y sus semejantes, orando en un idioma que carece de la palabra prójimo. Que tienen las patas para hablar de religión, tener libros sagrados.“Una nación en peligro”, reza el titular de ese periódico que seguramente ellos financian, mientras crece el cerco que protege la New York Stock Exchange, la Bolsa de Nueva York para los ignorantes, y el alcalde de la Manzana Podrida (donde sin embargo se pasa muy bien), que es un tal Michael Bloomberg, toca la campanilla en la mencionada localidad, el Patakis visita el edificio del Citygroup, con la iñora y las cabritas Bus. Y eso es más o menos lo que veo en la televisión de pantalla gigante del café y entonces se me van al diablo las ganas de escribir (¿poesía).



Guagua y el Apocalipsis

Publicado en LetrasKiltras

Las noticias nos asaltan por todas partes en esta era de las comunicaciones y a veces los efectos de esta marea informativa se pueden calificar de catastróficos. En una de las contadas ocasiones en que he ido a presenciar las presentaciones o actuaciones de Guagua L’Amore, mi amiga—creo que puedo considerarla así—estriptisera. Y digo contadas, porque produce un poco de cosa verla empelotarse en el escenario, siendo amiga, porque después cuando nos pongamos a conversar nos vamos sentir un poco incómodos, además de que detesto de todo corazón a la fauna que maneja y frecuenta esos lugares. En la última ocasión ella me pareció no estar del todo presente en lo que hacía cuando se iba sacando una por una sus prendas negras, su color único y preferido para todo tipo de ropa, tanto exterior, como interior y de trabajo. No porque yo haya tenido conocimiento funcional de este detalle, sino porque me lo confesó una vez conversando. Parecía distraída, y yo iba de su expresión un tanto ausente al trazado de esos delicados tatuajes sobre su piel blanco mate, que alguna vez me contó provenían de dibujos de un conocido poeta y artista plástico de origen latino que había visto en una revista y le habían gustado, pero que le había costado bastante hacer reproducir, ya que los inscriptores de tatuajes son en general gente con muy poco talento y que se basa en modelos repetidos y burdísimos. Es decir, que yo al percibir esos detalles me estaba yendo por las ramas, haciendo que esa experiencia fundamentalmente erótica se convirtiera en una estética. O a lo mejor es simplemente que con el paso del tiempo nos cambia el foco de interés aunque seamos reacios a reconocerlo.
Pero el caso es que se la veía un poco tensa y luego de su actuación e insensible a las ovaciones que provocaba, se puso su impermeable, también negro, y se sentó a mi mesa solitaria de viejo sapo. Pero incluso cuando empezó a tomar sorbitos de su cerveza seguía con una expresión francamente preocupada. Al fin no me pude aguantar y cansado de los monosílabos afirmativo negativos con que paraba mis intentos de meterle conversa, le pregunté derechamente qué le pasaba. “Mira”, me dijo “¿Te acuerdas de esa vez que los gringos bombardearon a esas familias en Afganistán y tú andabas emputecido y por que no te llevé de apunte me dijiste que a la juventud de ahora ya no le interesaba nada que no los afectara directamente, que no estaban informados de lo que pasa en el mundo, que no leían ni el diario, usaban el internet para hablar tonteras o masturbarse, y después yo te dije que iba a empezar a leer el diario y a ver por lo menos los noticieros en la televisión y que iba a ver en el Internet ese sitio que recomendaste Democracy Now? (tomó aliento). Bueno, eso es lo que he estado haciendo las últimas semanas y ahora no puedo dejar de pensar en todas esas calamidades, la aniquilación de países completos por la avaricia de los ricos y poderosos, que instalan y apoyan a gobiernos corruptos o genocidas ultrarreligiosos, en esos millones de gente muriéndose de hambre en África, los millones de personas en la China o la India que trabajan casi como esclavos desde niños, todos esos niños que cultivan para sacarle los órganos, los miles de mujeres y niñas vendidas como esclavas sexuales que mandan de un país a otro sin ningún problema, el planeta que ve desaparecer especies todos los días, el avance de los desiertos, el aumento de la temperatura y la polución. Gracias, eres un gran amigo. Ahora casi nunca me puedo sacar esas cosas de la cabeza. Y me parece clarito que el mundo está jugando los descuentos, me queda claro que en cosa de unos años buenas noches los pastores”. Yo le dije que chantara la moto. Que no se subiera por el chorro, dos dichos chilenos, uno harto viejo y uno nuevito, que antes pasaban cosas bastante espantosas pero que la gente no sabía, no le llegaba la información o le llegaba muy atrasada, así por ejemplo los yanquis habían bombardeado Camboya hasta debajo de la lengua, con incontables bajas civiles, los israelitas se habían refocilado en las masacres de Zabra y Chatila, o por otro lado el gobierno chino habían matado a miles de estudiantes en Tianamen Square. Pero ahora con el internet se sabía al tiro, incluso en Colombia ya no pueden ni siquiera echarse a unos cuantos líderes sindicales sin que se sepa en todo el mundo. Le dije que aunque ella no lo creyera, ahora los tipos estaban más controlados, ya que por ejemplo los fulanos de los aviones tienen que contenerse aunque les pique el dedo en el gatillo para mandarle una bomba a esos tipos que van pasando allá abajo en camello, por si las moscas. Pero estaba de acuerdo en que no el planeta, pero sí el mundo de nosotros, los humanos, la gente, estaba en las últimas. Pero que yo no creía que me iba a tocar a mí presenciarlo, a mi avanzada edad, pero a lo mejor a ella sí—lo que no hizo nada para mejorarle el ánimo. En realidad, ella había vivido su epifanía, que quiere decir experiencia memorable, que en su caso particular había sido apocalíptica, ya que no hay que olvidar que la palabra apocalipsis viene del griego y significa revelación. Si la revelación es de puros desastres y calamidades onda Fin de Mundo no es culpa de los griegos, sino de San Juan. Y a la postre de nosotros.




Mensaje de Cristo con ocasión de la navidad

Publicado en AzulArte y El alba volante


La tradición cristiana de la Pascua despliega sus alas y cubre gran parte del hemisferio Occidental con la enorme sombra de sus alas que proyecta buenos deseos, sentimientos de ternura, compasión incluso digamos humanismo, y que brota de las míticas circunstancias de mi nacimiento. Algo hemos logrado, parece. Esta mi figura crucificada se ha convertido en uno de los hitos del amaestramiento del Animal Humano. No por nada me cansé de decirles que cada vez que hicieran el mal a alguien me iban a estar dando otro trago de vinagre a mí, me iban a estar añadiendo otra espina en la corona, me iban a estar hundiendo un poquito más los clavos en las palmas de las manos. A mi padre no le gustó mucho el asunto de mi venida al mundo, pero reconocía la necesidad de mandarme para acá a que arreglara un poco el negocio. Y era la única manera de: 1.- obligarlos a amarme; 2.- hacerlos que me identificaran con todos los otros seres humanos y así eliminar o mitigar el abuso o la crueldad (caso ideal que no creo llegue a producirse nunca, aunque me tenga que quedar aquí colgado por toda la eternidad). Los fulanos prefieren quedarse enredados en el simbolismo, beber mi sangre, comer mi carne, pero ahí se quedan, a la hora de los quiubos no tienen problema para andar metiéndole mano a las señoras de los amigos, a los cabros chicos, para tratar de aprovecharse de los demás, contándoles cuentos para quitarles sus cositas, a veces en nombre mío, sobre todo cuando tienen plata y manija. En un momento me acuerdo que dije que no había caso que entraran los ricos en mi reino, (como Dios es mi papá es como si fuera mío), “Es más difícil que pase un camello por el ojo de una aguja que un rico entre en el reino de los cielos”, clarito dije, eché a correazos a los bolicheros del templo, les dije a mis cronistas que escribieran eso destacado, pero con el correr del tiempo esto se fue haciendo más y más chico hasta convertirse en un parrafito, porque estaban entrando en la religión personas con bastantes medios, políticos importantes, y había que suavizar un poco el mensaje. Imagínense que con el correr del tiempo incluso salieron algunos en Europa, creo, que decían que si a uno le iba bien en los negocios eran signo de la buena voluntad divina y después se iban a ir al cielo. Pero en fin, está también toda esa otra cosa del infierno, que es como el cuco para esos cabros chicos, otra vez una idea para que se portaran bien, parece que no resultó mucho tampoco, pese a que en las últimas décadas le pasé el sobre azul a Gabriel, aunque no lo había contratado yo sino mi padre, y le di el trabajo a un señor ruso, Pavlov. Lo que pasa es que parece que la gente no tiene mucha imaginación, o como que les falta dar el pasito que falta. Me explico: cuando llega el momento de pasar del amor que me tienen a mí (dizque), que por otro lado se les despierta de puro verme sufrir, al amor al así llamado prójimo, ahí las cosas se hacen abstractas, el traspaso no se produce y se quedan dando vuelta en cosas de ritos, como esos canutos que vendían el curo cabelludo de los indios o comerciaban esclavos, para dar unos ejemplos, y después no tomaban café, o no se corrían la paja, claro, las cosas facilitas que no les tocaran el bolsillo. Le tengo bien dicho a Pedro que cuando se presenten a las Puertas del Cielo esos tipos y señoras, algunos incluso uniformados con ropa negra, me los mande derechito al infierno, por tontos o por vivos, con esto seres ni yo con mi sabiduría estoy muy seguro, para qué decir mi papá, que en lo que a ellos respecta ya botó la esponja y anda en otra.



Sobre Godzilla y la amistad

Publicado en La cita trunca

El otro día recibí el llamado en la mañana de una amiga, o mejor dicho una conocida. Mi experiencia me ha enseñado que esos términos no se aplican a una realidad perfectamente acotada. Entonces, podría decir sumándome al coro de los lingüistas, que estas palabras no denotan, sino que connotan, al punto de que muchas veces la palabra ‘amigo’ se aplica, o la aplicamos, dependiendo del grado de nuestra ingenuidad, a parásitos y aprovechadores que parecieran estar esperando la oportunidad para darnos la puñalada por la espalda, llevados por la explicable codicia (en este mundo globalizado capitalista, ansiar lo que no se posee ha llegado a ser una de las virtudes máximas, siempre que no se trate de la satisfacción honesta de nuestras necesidades), impulsados por la envidia que corroe pero nunca llega a la médula, alimentada como está por las mismas limitaciones físicas, morales e intelectuales de sus titulares, ya que para conseguir su objetivo tendrían que aniquilar primero a ese portador para convertirse en el Otro, el objeto de la envidia. Aquí debo aclarar que en mi ya lejana juventud fui profesor secundario de filosofía, luego de estudiar dicha asignatura en los en mi memoria casi utópicos prados y antiguos pabellones del Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, donde tuve la suerte de contar como profesores con Juan Rivano y Paco Soler, y conocer de pasada al director de esta revista virtual para la que escribo esta nota, quien que como estaba un año más arriba que yo, pese a ser dos años más joven (eso lo sé ahora) no me llevaba el apunte. Pero a lo que íbamos. Esta conocida de que hablaba me llamó al día siguiente de que le hubiera pagado una cuantas cervezas en un bar del barrio italiano de todos conocido. Su voz se abrió paso por la maraña de hilos punzantes y metálicos que era mi cabeza a esa hora de la mañana. Cada vez soporto menos las noches de francachela y alcohol, aunque sean cada vez más moderadas con el paso de los años. Pero no pude menos de comparar la actitud de esa niña cuyo verdadero nombre no sé (ni me importa saber), que m decía que se acababa de guardar el celular en la cartera y se dirigía con su paso cimbreante a mi desordenado departamento de un ambiente (bachelor como se les dice por aquí) para darme un libro que pensaba que me podía interesar, ya que sabía que hace un tiempo yo andaba haciendo algunas averiguaciones sobre esas pequeñas mujeres tan parecidas entre sí que uno entreve a horas extrañas, en lugares poco frecuentados, pero cuyas réplicas casi idénticas aparecen en los consejos directivos de muchos conglomerados, en importantes posiciones de organismos internacionales, o al menos así le puede parecer al teleespectador o lector avisado. Claro que desde estoy tomando por receta médica una dosis insignificante de litio debo admitir que ya no estoy tan convencido de que exista una conspiración que envuelva a las visitantes, como di en llamarlas, y que a lo mejor las conexiones entre hechos pasados y presentes que en algún momento yo establecí para probar su existencia no son tan evidentes y hasta parece que ellas se han olvidado de mí y ya no me vigilan.
La noche anterior Guagua había llegado al bar acompañada de dos individuos bajitos, de aspecto atlético y cabello gris, muy bien conservados que ella me introdujo como unos amigos japoneses que había conocido hace unos días, me explicó, y que andaban en Canadá por asuntos de negocios. Nos pusimos a beber cerveza y sin saber cómo nos enfrascamos en una discusión justamente sobre la cultura japonesa y yo, que les tengo un poco de sangre en el ojo por lo que han hecho con la vida marítima de nuestro país, que prácticamente han devastado, claro que con harta ayuda de los socialistas libre comercio que manejan parte importante del gobierno de Chile y que están vendiendo el país a pedazos. Recuerdo vagamente haber llevado la conversación al tema de Godzilla, de haber afirmado que era el elemento más importante del inconsciente colectivo de Japón, una manifestación de la destrucción ocasionada por las bombas atómicas yanquis, algo así como la aniquilación de toda influencia occidental y todos los occidentales o que Pol Pot y Cía percibieran como tales había sido una respuesta inconsciente a los bombardeos clandestinos de Camboya por los mismos personajes. Recuerdo (pero no estoy muy seguro), haber mencionado que el desarrollo capitalista y la ética del trabajo surgidos desde la Segunda Guerra Mundial en el Japón era un deseo—inconsciente—de convertirse en el enemigo y así estar a salvo a través del mimetismo. Ya para entonces los amigos japoneses se estaban levantando para irse, con el resultado de que a las finales me tuve que hacer cargo de la cuenta de Guagua L’Amore, que ellos no habían cancelado al salir bastante alterados del local. Bueno, pero a lo que iba. Esta niña a la que tenía clasificada como una simple conocida —alguien mal intencionado diría que a esta edad de qué otra manera la iba a clasificar—, acostumbrada desde su más tierna adolescencia a recibir el homenaje de los miembros del sexo opuesto, sin embargo me estaba regalando este libro, sobre un tema que me interesaba, que había comprado con su propia plata, gastando su propio tiempo. Me dejó el libro y después se fue y la he subido a la categoría de amiga, aunque la veo muy a las perdidas, en contraposición como decía al principio con esa plétora de arruinadores (palabra argentina) y aprovechadores de que me he ido rodeando con el paso del tiempo. Pero no puedo encontrar el libro que al principio iba a ser objeto de esta nota. Para otra vez será.



Comida polaca

Leyendo The Citizen, el diario de Ottawa, la Capital Nacional de Canadá, tuve el agrado de ver una nota sobre un restaurante básicamente polaco, pero que también le hace a la comida de Europa del Este y Central. La Familia polaca Nowacki ha manejado este restaurante desde que estaba en el Mercado Bywards, la única parte animada de la ciudad, con restaurantes, puestos diversos de artesanía, músicos y artistas callejeros, entre ellos una banda de músicos altiplánicos, tiendas, etc., pero que ahora último se ha visto un poco a mal traer por la proliferación del tráfico y consumo de drogas, que la policía y las autoridades parecen mirar con mucha calma (después de todo, imagínense que nos pasa como con la Ley Seca, nos ponemos duros y después legalizan la droga y quedamos como chaleco de mono, dice Jonhy Canadian concejal, policía, Miembro de la Cámara de Comercio y una vez más se encoge de hombros).
Pero a lo que íbamos. Nosotros con la Sharon hemos estado yendo a este restaurante desde que estaba en ese mercado, lo disfrutamos en su etapa como Amber Garden, y ahora se han cambiado de ubicación y presentan un menú con platos polacos, rusos, checoslovacos, húngaros, rumanos y búlgaros bajo su nuevo nombre Amber Garden and Dalmacia, porque van a operar en el local donde funcionaba otro restaurante llamado Dalmacia, que tenía una clientela ya formada. Me acuerdo de su Charquicán de Cazador (Hunter Stew), de su Sopa de Guatitas, los excelentes pieroguís, que son unas pequeñas empanadas hervidas con diversas opciones de relleno, del Borsh, un sopa de betarragas, y de unos panqueques delgados, de esos que los franceses llaman Crêpes, que venían rellenos con un chocolate negro disuelto caliente y rociados con ron, al que le allegaban fuego. Esta empresa gastronómica es una de las pocas que sobreviven la imparable tendencia a la homogeneización, el abaratamiento, la estandarización (como la homogeneización pero no tan así) y la absoluta falta de cultura gastronómica de la población de corriente principal, que se fija en la ubicación, la apariencia y los precios para decidir sobre la virtud de un determinado establecimiento. Proceso no muy diferente a lo que se puede advertir en el sector de la Avenida Providencia/Once de Septiembre, en Santiago, donde algunos aerodinámicos restaurantes en ese paraíso de la globalización imitativa le imponen al consumidor ansioso de estar ‘in’ pan plástico y pésimo alimento americano, mientras sacan de los condimentos disponibles la tradicional botellita de pasta de ají rojo y se ofenden un poco si uno la pide.
En esos tiempos del Polonius, que era el primer nombre de ese restaurante cuando estaba en el mercado, sobresalía un excelente restaurante húngaro, el Hungarian Village, cuyos Suckling Pigs, es decir cerditos mamones asados, llego a citar en un poema que escribí en esos años. Pero el descenso de la así llamada calidad de vida, ayudada por la incuria del degustador canadiense han terminado casi con la buena comida en la capital, que como una Hidra de Siete Cabezas sigue levantándolas a pesar de los embates de la unidimensionalidad operativa, pero no siempre triunfante, de la urbe americana. Cabezas que son como tantas otras comunidades étnicas que ofrecen, principal e inicialmente a sus connacionales, su comida tradicional, que a precios razonables se convierte en manjar u economía para las hordas clandestinas de los gourmet que todavía existen, y que pueden por ejemplo comerse unas patitas de chancho al horno en salsa picante en un modesto y económico restaurante que ofrece comida china del Norte a unas pocas cuadras de mi casa.


Lobbying

Publicado en Mundo cultural hispano y en La guirnalda polar

Ella me dijo que ese grupo, del que no puedo dar mayores detalles, había tenido un crecimiento bastante rápido, si se toma en cuenta su reciente formación. Ellos (y ella) se definían como un producto de la última década, de la economía global desenfrenada, de los efectos del NAFTA (TLCAN), de las tensiones y reajustes productos del 9/11, que aquí se dejan sentir tanto como en nuestro anonadante vecino del sur. No era la primera vez que se me solicitaba un papel de mediación. Después de vivir aquí treinta años, de haber sacado un par de títulos de post grado en dos universidades más o menos prestigiosas del país, de mi labor comunitaria, cultural, incluso periodística (todas marginales).
Eso para decir que muy de tarde en tarde suelo ejercer, siempre a pedido, lo que ahora se ha dado en llamar 'facilitation', es decir ayudar, servir de contacto, en mi caso una especie de mini lobbying. Pero eso no significa que ande nadando en la opulencia y la influencia, sino que lo hago en los intersticios de esta sociedad tan homogénea como fragmentada, no me pregunten cómo Hace unos quince años me era posible por ejemplo estar desempleado, viviendo en un departamento venido a menos con lo básico, alimentando a un enorme gato blanco y regodión y a la vez ser llamado a formar parte de un comité para contratar a un periodista de planta en un diario multicultural donde yo estaba en el consejo editorial y colaboraba regularmente con artículos y dibujos. Y así estuve entrevistando gente para un puesto que me hubiera gustado para mí, aunque fuera mal pagado, pero a nadie se le iba a ocurrir que con mis antecedentes y preparación yo iba a estar interesado.
Volviendo al tema, esta experiencia era nueva para mí, la niña me había dado una lista de personas aproximables, secretarios o ayudantes de parlamentarios, personas particulares importantes, parecía, por su relación con otras personas o instituciones que tenían a su vez una influencia mediada o directa o secreta con los círculos que los documentos que traduzco al español de Organizaciones No Gubernamentales o dedicadas al desarrollo, llaman formuladores de políticas. Pero en este caso particular pasó que las torres artificialmente medioevales de los Edificios del Parlamento se perdían en lontananza, fuera de mis alcances y diligencias. Mis maniobras no daban fruto. Gastaba moneda tras moneda en llamadas telefónicas, (me habían cortado el teléfono hace meses), sacaba fotocopias de diplomas, cartas de testificación o recomendación, concentraciones de notas de universidades en dos hemisferios y tres idiomas, currículums nutridos que luego enviaba por correo o faxeaba a personas u organizaciones, sin nunca usar el email que inunda con sus mensajes los correos electrónicos de los receptores, si logran atravesar las barreras de fuego o filtros diversos, para terminar siendo eliminados en paquete por una sola pulsión de tecla.
Pero surgieron otros problemas. Mucho tiempo atrás cometí el error de mandar un manuscrito de prosa flamante (eso creía) en inglés a una editorial mediana, se lo conté a un poeta local bastante conocido que me dijo que no tenía ninguna posibilidad si no invitaba primero a comer al editor, que era muy buen gastrónomo. Será, me dije y cesé de esperar una respuesta de esa editorial, que por supuesto nunca llegó. Es así que después de muchos rodeos llamé a la encargada del grupo para que se juntara conmigo a un desayuno en el McDonald's, que me quedaba cerca y a ella también, y no era cosa de estar arriscando la nariz cuando yo les estaba trabajando gratis. Mientras miraba esos ojos claros y lánguidos, ese aire de Magdalena dedicada a causas tan justas como perdidas, dejé a mi voz explicarle como si no me perteneciera, yo la dejaba brotar entre mis labios, mientras miraba cómo el suéter de lana sintética insinuaba casi apenas unos pechos casi núbiles. Le dije que necesitaba fondos, algo que fuera, que tenía que asistir a un beneficio que costaba 25 dólares la entrada, que además había que consumir, que era claro que la persona en cuestión no me recibiría si no iba a ese evento, por otro lado tenía que pagar por lo menos un año de suscripción a una revista especializada, comprar varios boletos para una rifa de beneficencia, sacar a cenar y a quién sabe qué a una señora sesentona pero bastante entusiasta, en fin toda esa gente parecía poder llegar a influenciar a los mentados formuladores de políticas, al menos tangencialmente, ya que no pertenecían a los poderes corporativos y otros que realmente manejaban al poder/dinero desde la sombra. Vi su cara volverse más sufriente (y deseable), y por supuesto no me podían ayudar, dijo. Si habían recurrido a mí, era porque no tenían para gastos de representación.
Tuve aún presencia de ánimo para decirle que nos podíamos juntar otro día, a tomar desayuno aquí o en otra parte, caminar comiéndonos un hot dog con una salchicha polaca, o juntarnos a la hora del lunch para un buffete indú, 8 dólares, all you can eat, y le podía explicar cuán monstruosa era esa aberración del gobierno, supuestamente una entidad para administrar y regular el bien público, pero que se había ido convirtiendo, sobre todo en estos países del Norte Desarrollado, en un conglomerado del poder político y económico, indiferente, existente por sí, para sí y ante sí, y que para lograr su atención sobre algún problema, había que engrasar, untar o aceitar a grupos de lobbyistas, capacitar a los diversos grupos funcionales de la sociedad y a las fuerzas trabajadoras, en métodos para lograr la atención y así conseguir financiamiento o legislación para los problemas graves, que ella misma que pagaba impuestos quizás nunca iba a tener la oportunidad de ser escuchada por esos, sus supuestos representantes, aliados con las fuerzas del gran capital, situación casi tan escandalosa como la compra y venta de la ley, las condenas y absoluciones basadas en la habilidad y prestigio de abogados prestidigitadores, de la torcida institución de testificar ante los tribunales, que hacía que todo testigo contra el crimen organizado desistiera de las acusaciones, por motivos obvios de supervivencia. Pero era que se me estaba calentando el hocico, con las tazas de café, sus ojos azules, húmedos, grandes, alarmados, las proteínas de los huevos y el tocino, en aire puro a esa hora, así que pagué y nos despedimos. Pero por lo menos me dio su teléfono.